Acaba de abandonar. Se descartó pronto para el maillot verde alegando que Wout Van Aert llevaba más grandes vueltas en sus piernas y que la pugna por la regularidad le restaría mucha libertad. Una lectura que podría interpretarse como un aviso, a tenor de los precedentes de nuestro protagonista.
Van der Poel anhelaba mayor libertad para aspirar a ganar más. Sin embargo, todo ha ido a menos. Según sus propias palabras, el heraldomás designado es una sombra de sí mismo. Andaba en el furgón de cola, perdido y desorientado, fuera de su hábitat natural, aprendiendo, a golpe de cincel, la dureza del oficio; creciendo de puertas adentro, siendo una antítesis del ciclista campeador que nos deslumbró desde su fantástica irrupción.
Es inevitable reflexionar acerca de la conveniencia de correr Giro y Tour en la misma temporada. MVDP fue una de las grandes atracciones de una “corsa rosa” indolente por la inacción de los favoritos De no ser por el corredor neerlandés, la desidia hubiera sido mayor. Lo intentó por activa y por pasiva. Consiguió resultados. Estrenó la maglia rosa, ganó etapas y nos regaló momentos de grato recuerdo. Aun así, la bestia no quedó satisfecha. Su apetito es insaciable, y su juventud arrolladora convive con un inconformismo innato. Su ambición no tiene límites, cualidad que en ocasiones le juega malas pasadas, como la de Paris- Roubaix que le ganó Colbrelli.

El Giro no se hermana con el Tour. Lejos quedan aquellos tiempos en que la carrera italiana servía de preparación para aspirar a lo máximo en la más grande de las grandes. Todos guardamos en nuestra memoria nombres de ilustres que forjaron su leyenda entre Milán y Paris. Una historia que no tiene visos de repetirse..
MVDP es el último ejemplo de esa incompatibilidad. Hoy, no se reconoce. En sus sueños, imaginaba rendir como en él ha sido habitual. Protagonizando fugas, moviendo y removiendo el avispero, inquietando sin descanso a sus adversarios. Nada más lejos de la realidad. Engullido y encogido en el furgón de cola, en el carro de los descabellados por el tío del mazo, se redescubre como un mortal cualquiera. Sufriendo la realidad de su humanidad más frágil. Un tránsito que pasará por la calidad genética y anatómica de un ciclista espectacular.
Son tiempos de barbecho. De segar las impurezas que la vanidad hace crecer en nuestros corazones. De emplear con acierto el sinsabor del fracaso surgirá un renovado MVDP. Más hecho, más completo. Más pleno. No tardaremos en saberlo. Toda crisis exige su metamorfosis. Por su sangre corre el espíritu de superación. Desde lo más alto, hay alguien que vela por su futuro inmediato. Todo es para bien. Lo visible y lo invisible.

Escrito por Fernando Gilet
Foto: ASO / Pauline Ballet