Historia

20 años del primer Giro de Simoni

En 1984 se estrena en las salas de cine la película Amadeus. Este film narra la rivalidad de dos grandes compositores: Salieri y Mozart. El primero es designado por el Emperador José II como su compositor de cámara, el segundo es el que se gana el corazón del pueblo.

El talento de Salieri fue notorio pero quedó eclipsado por su genial compañero de profesión. Ante este panorama el compositor italiano llegó a obsesionarse con Mozart. Una vez que éste abandonó el mundo de los vivos Salieri pasó a reconocer que el austriaco fue su verdadero ídolo.

Diez años más tarde de que esa obra del séptimo arte fuese estrenada en la gran pantalla vamos a vivir un caso similar con dos ciclistas italianos: Gilberto Simoni y Marco Pantani.

Pantani ejercerá el papel de corredor con virtuosismo absoluto, con el que todo niño soñará y que enamorará a toda la parroquia del mundo del pedal. Simoni el papel de Salieri, no tan tocado por la varita mágica, y, por el hecho de ser casi de la misma quinta que Marco, se va a convertir en un ciclista totalmente “underrated”.

El Giro Dilettanti a inicios de los 90 va a dejarnos unos vencedores que se convertirán en referencia escaladora a final de esa década: Casagrande, Pantani, Simoni y Piepoli. Gilberto es un año más joven que Pantani y va a dar el salto al profesionalismo con el mismo retardo.

Esto va a suponer que cada progreso de Simoni quede en segundo plano ante los tremendos avances de Marco. En el año 94 Gilberto debuta como élite con la Jolly Componibili, temporada en la que Pantani es ya un icono del ciclismo internacional y en el país de la bota alcanza ya tintes de semidiós.

Una vez que el gran Pantani fenezca deportivamente en el 99 en Madonna di Campiglio el cetro de mejor escalador del planeta quedará vacante. Como principales candidatos a recogerlo se van a presentar Simoni y Roberto Heras. Ambos asirán alternativamente tan preciado objeto, pero siempre dentro de su hábitat natural que desgraciadamente para ninguno de ellos será el Tour de Francia.

Estos dos grimpeurs van a guardar ciertos paralelismos: escaladores menudos que con el día inspirado son insuperables, rendimiento de aprobado alto en la disciplina de la contrarreloj, dominadores de la Gran Ronda Nacional de su país — Roberto en la Vuelta, Gilberto en el Giro—, y en la Ronda Gala unos resultados globales no acordes a su calidad vueltómana.

Tras el declive de Pantani brotarán nuevos vericuetos en la carrera deportiva de Simoni. Lance Armstrong se convertirá en el amo y señor del ciclismo mundial. Como quiera que el estadounidense una vez instaure su dictadura en el país del hexágono renunciará a Giro y Vuelta, los ganadores de uno y otra siempre estarán marcados con asterisco: has ganado porque faltaba el número uno.

Estamos ante uno de los casos más injustos de la historia en cuanto a valoración de logros y espectáculo aportado por un ciclista. El gran aval de Gilberto fue el Giro de Italia y es lo que a continuación vamos a detallar con el anticipo de que su trayectoria en cuanto a credibilidad es de manual, alcanzó todos los estadios de progresión, uno a uno y sin saltos bruscos: progresó, estuvo cerca de los mejores, fue el mejor y una vez alcanzó la cima incrementó la diferencia sobre el resto para iniciar un declive lento y progresivo.

Simoni en el Giro del 99 se coló in extremis en el cajón —auspiciado  por la expulsión de Pantani—, en el año 2000 repitió logro en la Corsa Rosa pero se comportó con más agresividad. 2001 nos dejó por fin a un Simoni vencedor en Milán pero de nuevo factores externos van a restarle mérito a sus conquistas.

El desarrollo de este Giro fue absolutamente loco: bajas de los favoritos por caídas y por sucesos insólitos como puñetazos a los aficionados. A este coctel hay que agregarle una redada que finalmente dejó sin rivales en la carretera a un Gilberto que hubiera conquistado esa edición en cualquier otro contexto.

En la temporada 2002 fue expulsado tras dar positivo por cocaína— aceptamos barco con la peregrina excusa de los caramelos — y  en 2003 presenciamos al Simoni más fuerte de su carrera profesional. Tal fue su superioridad que llegó a desafiar a Armstrong en la edición del Tour de esa temporada. Pero, curiosidades de esa época, presuntos rivales de Lance que volaban en otros escenarios al llegar al mes de julio vieron cómo caían en picado sus prestaciones atléticas. El Gilberto arrollador de apenas un mes antes tuvo que sudar para poder llevarse una triste etapa de montaña en fuga ante unos rivales a los que en el Giro hubiera masacrado.

Como a nuestro protagonista siempre le persiguieron los problemas en la edición de 2004 se encontró con el enemigo en casa. Esa ronda se la llevó Damiano Cunego y Simoni terminó enojadísimo hasta el punto de que llamó bastardo a su compañero.

Su tercer entorchado tuvo que haber llegado en 2005 pero Savoldelli fue superior en la contrarreloj, obtuvo gran partido de sus habilidades en los descensos y Simoni entre que falló un día en su terreno y que en Finestre no tuvo entendimiento con sus compañeros de escapada vio cómo se le escapó la victoria por un margen inferior al medio minuto.

Basso fue tremendamente superior al resto en 2006 y bastante hizo Gilberto con lograr subirse al cajón. Desde ese año, ya nunca más tuvo la Corsa Rosa a su alcance.

Fuera de Italia Gilberto dejó algunas pinceladas de su calidad. Victorias en el Angliru —precisamente el día que Heras estableció el récord de ascensión en la cima asturiana—, en Abantos donde derrotó al Chava, y en la citada etapa del Tour. Mención aparte de la leyenda urbana de que el Mundial de 2001 lo perdió por la traición de sus compañeros de selección. La realidad es que el movimiento de Lanfranchi dejó muy mala imagen de escuadra, pero en ningún caso Gilberto hubiera conquistado el maillot arcobaleno.

Pese a este combo de desgracias e injusticias Simoni tiene una generosa legión de fans, los que supieron ver una calidad, agresividad y talento en este corredor y que a ojos de un aficionado no entendido pasó desapercibido.

A grandes rasgos así fue la trayectoria deportiva de Gilberto Simoni, un corredor que mereció un palmarés más opulento y sobre todo una catalogación sólo un peldaño por debajo del olimpo ciclista.

Desgraciadamente cometió un pecado que es citado en el tema de Mecano Héroes de la Antártida: “no hubo lápidas, no hubo pláticas”.

Cuando eres muy bueno en algo pero no el mejor  la gente muy rápido se olvida de ti. Excesiva penitencia la suya por ser sólo algo inferior a Pantani.

Escrito por: Miguel González (@gzlz11)
Foto: Sirotti
Incluido en el nº3 de HC

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