El tiempo pasa y ya en 2023 han pasado 20 años del triunfo de un jovial Iban Mayo en la cima de l’Alpe d’Huez, la cima más mítica del Tour de Francia. Y lo hizo de forma brillante, magistral, volando sobre las 21 curvas que conducen a la cima y con dos minutos de ventaja sobre el grupo perseguidor en el que los ataques y parones por parte de los favoritos hicieron que el hueco del ciclista vasco del Euskaltel Euskadi se disparase. Un triunfo muy celebrado después del logrado en 2001 por Roberto Laiseka en Luz Ardiden, otra cima mítica, aquella vez de los Pirineos, en la primera participación del conjunto vasco en la Grande Boucle.
Mayo llegaba en plena forma, tras haber protagonizado un buen Dauphiné Liberé, en la que vio las caras con el mismísimo Lance Armstrong. Fue el gran rival y ante las primeras montañas que llegaban en la octava etapa, el ciclista vizcaíno arrancó desde bien abajo. Esperó a que Beloki lanzase sus arreones sobre el ciclista estadounidense, dejó que fuese el gran favorito quien acercase al grupo hasta el ciclista de la ONCE y justo después lanzó un órdago imparable que le aupó a la victoria de etapa, pero también a la candidatura a subir al podio final de París.
Su compañero Zubeldia subió bien también, junto a todos estos favoritos que alcanzaron la meta detrás de Mayo. Vinokourov lo hizo delante, con unos segundos de ventaja. Los Alpes terminaban en esta cima, si bien esperaba una etapa extraña de media/alta montaña con destino a Gap, donde Beloki caería para marcar un antes y un después en su carrera deportiva. Una grave lesión que vio al maillot amarillo atravesar un sembrado para reincorporarse a la carrera. Mayo en esos días se convirtió en la gran alternativa, sin esperarlo, para batir al entonces aspirante a igualar el récord de Miguel Induráin.
Los Pirineos no fueron como él esperaba. Arrancó de una forma un tanto intuitiva y prematura en el Port de Pailheres, que se estrenaba. En Plateau de Bonascre, donde ganaba Carlos Sastre, se dieron muchas circunstancias y sorpresas. Pero Mayo ya se había quedado del grupo de los mejores y sólo pudo terminar la etapa de forma decente y manteniendo la posibilidad de quedarse en el top ten, aspirando a una quinta plaza que parecía segura para él o para su compañero de equipo Haimar Zubeldia.
Después de una etapa realmente interesante en Pirineos donde Mayo recuperó un tanto sensaciones llegó la etapa decisiva, donde el Tour se estaba jugando y donde el vasco tenía que postularse para intentar recuperar tiempo y aspirar al podio final. En el Tourmalet lo tuvo en su mano, pero optaron por una táctica conservadora que dio vidilla al resto de favoritos. En Luz Ardiden, ya con la mente puesta más en el triunfo parcial que en la general, Iban Mayo lanzó una ofensiva a la que respondió Lance Armstrong, que aceleró el ritmo aún más. Enganchón con la bolsa de un aficionado y caída.
Finalmente fue sexto, alejado de las opciones de subirse al podio y con la promesa de regresar al año siguiente con más fuerza. Y no le faltaban motivos, puesto que la exhibición en Alpe d’Huez había demostrado su capacidad escaladora. Las diferencias que había marcado en la cima no las había podido lograr ni el mejor Marco Pantani, si bien es cierto que favorecido por una serie de circunstancias. Pero así de espectacular fue su ascenso con el maillot abierto, el pelo al viento y un baile en el pedaleo que le hizo ese día imbatible.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Sirotti