Fue un Tour espectacular, diferente a todos en los que Armstrong y las diferentes denominaciones de su equipo ejercieron un severo dominio con mano de hierro. Era el quinto del americano, la obra que le elevaría a compartir peana con los cuatro reyes (Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain). Lejos de ser un paseo militar, los rivales en esta ocasión estaban muy fuertes y consiguieron poner a Lance contra las cuerdas. Ulrich, Beloki, Zubeldia, Mayo, Vinokourov, Hamilton… muchos ciclistas de la lista de sus rivales estaban junto con el resto de implicados en positivos, sospechas o evidencias de mejora del rendimiento mediante maniobras ilegales. Ese Tour quedó desierto como quedaron los otros seis. Pero en el día a día de aquella calurosa carrera, se vivió un un Tour espectacular, pero, sobre todo, normal, donde al menos había alternativas y el desarrollo no estaba predeterminado, un soplo de aire fresco entre un público hastiado del dominio insulso de US Postal.
El equipo estadounidense hizo buena labor de apoyo a su líder. La crono por equipos fue suya, vistiendo de amarillo al primer ciclista colombiano de la historia, Víctor Hugo Peña. Las primeras montañas llegaban al paso de un Alessandro Petacchi que tenía el reto de ganar etapa en las tres grandes durante la misma temporada. Y lo hizo. Tres etapas y a casa. Justo después se dio aquella etapa de Morzine que volvió a ver a Richard Virenque conseguir la etapa y el amarillo de una. Las críticas hacia los escaladores españoles fueron feroces. En la previa se habían manifestado muy ofensivos y con ganas de batir al entonces cuádruple ganador en París. Pero no hubo ningún movimiento si exceptuamos el de Vinokourov el el Col de la Ramaz. Aitor González y Gilberto Simoni, dos ciclistas que acudían con el cartel de posibles amenazas del americano cedieron demasiados minutos para tomarles en serio.
Los Alpes tenían como etapa reina la que terminaba en las 21 curvas de Alpe d’Huez. Una lástima dejar pasar el Galibier al completo, porque en la subida final vimos si no la explosión del líder ficticio, sí la humanización de éste. No podría con Mayo, que ganó la etapa con soltura. Beloki y Hamilton se ubicaron bien. Ullrich se probó y perdió mucho tiempo también. Los rivales llegaban de la mano con el de USPostal. Camino de Gap, un día después, lanzó la carrera la ONCE, con el resultado consabido de la gravísima caída en directo de Beloki. Acabó con su Tour y casi con su carrera. Lance salvaba por el sembrado.
La crono de Cap Decouvert fue durísima por la ola de calor. Ullrich arrolló a todos y se ganó el derecho a ser considerado gran favorito desde entonces. Sin solución de continuidad, llegaron los Pirineos. Plateau de Bonascre fue un vía crucis. Los ataques al amarillo en el durísimo y novedoso Pailheres desataron las alarmas. En la subida final, el alemán se destacó y no vistió de líder por apenas unos segundos.
Camino de Loudenvielle, el Peyresourde iba a dictar sentencia. Vinokourov se volvió a meter en carrera, en la lucha por el podio. El kazajo estaba resultando un rival duro de roer. En la etapa reina de la cordillera, con meta en Luz Ardiden, ganó Armstrong y hundió al alemán, que le esperó por una caída, recordando el momento en el que el norteamericano le esperó en 2001. Camino de Bayona, Hamilton, con la clavícula presuntamente rota, exhibió durante dos cientos kilómetros que en solitario también se puede ganar.
La crono final destacó al amarillo y todo siguió igual. Un quinto Tour del que sería desposeído después y que a día de hoy no tiene ganador. Aún así, es el Tour que todos vivimos durante aquel verano de julio. Un verano muy caluroso y que recordaremos los que lo sufrimos por la espesura de las gotas de sudor y por haber vivido un Tour que nos divirtiese por una vez.
Escrito por Pedro García Redondo
Foto: Sirotti