Si viajamos a la costa sur de España nos encontramos las sierras de la Contraviesa, casi brotando del mar. A un lado se encuentra Almuñécar, de donde es la gran promesa del Ineos Grenadiers, Carlos Rodríguez. Al otro lado, en El Ejido, al este, nació Cristián Rodríguez, un ciclista que en 2023 se está revelando como una de las grandes realidades que puede ofrecer el ciclismo español de cara a un futuro a corto plazo. El andaluz fichó por el Arkea Samsic precisamente para esta temporada 2023 y lejos de pesarle su debut en el World Tour, el joven corredor de 28 años está progresando más que adecuadamente.
Ha sido un corredor que ha tenido que labrar su cosecha en el ciclismo profesional por el camino largo y difícil. Fue stagiare del Southeast, un equipo que por nombre parecería británico, pero en realidad era italiano. El Selle Italia, el Vini Zabú que resistió en el pelotón hasta el año 2021. En él se encontraba aún en 2015 alguna vieja gloria como Alessandro Petacchi y, casualidades de la vida, coincidió con el estellés Julen Amezqueta, un ciclista algo más hecho con el que Cristián ha tenido la suerte de coincidir de nuevo en su etapa en Caja Rural, donde el navarro aún continúa.
Ambos pasaron al conjunto navarro en 2018, temporada en la que ambos comenzaron a asentarse en un panorama nada sencillo para los ciclistas españoles, con mucha dificultad para encontrar equipo y ser profetas en su tierra. Tres años estuvo el andaluz en el equipo, pasando después al Total Energies, donde coincidiría con Víctor De la Parte, entre otros ciclistas célebres como Vuillermoz, Boasson Hagen, Geniez, etc. Ciclistas a los que el arroz se les estaba terminando de pasar. Después llegó Sagan y el despegue mediático del equipo, con Rodríguez en sus filas.

En 2023, tras el descenso del equipo de la categoría World Tour, Cristián firma por Arkea Samsic para tener oportunidades de brillar en un conjunto muy serio pero falto de referentes a la hora de trasladar el esfuerzo en resultados. Y ahí está, comenzando a brillar con luz propia en muchos terrenos, pero sobre todo en la montaña. Ya ha sido capaz de estar peleando hasta el último metro la victoria en el Mont Ventoux con ciclistas de la clase de Lenny Martínez, Simon Carr o Michael Woods. En el sprint le pasaron todos, pero ahí anduvo peleando por sus opciones.
Unos días antes fue segundo en el Giro dell’Appennino por detrás de Marc Hirschi. Otros días antes quinto en la clásica de montaña del Mercan’Tour, en los Alpes Marítimos. En abril, 14º en Itzulia. En febrero, octavo en el Tour de Omán. No son victorias, está claro. Pero sí son puestos importantes en carreras clave, donde se mide con ciclistas de su tamaño y es evidente que se ha insertado en ese escalón de buenos ciclistas que están a un paso de las victorias. Una evolución que invita claramente al optimismo. Ya en 2022 se quedó a 14″ de Wout Poels y de ganar la Vuelta Andalucía. Buenos síntomas.
El calendario de lo que resta de año esquivará el Tour de Francia, en el que ya pudo debutar en 2021 con Direct Energie, pero sí será de la partida en la Vuelta a España, en la que ejercerá de líder en la clasificación general. En 2022 no disputó ninguna grande y seguro que si las lesiones y la suerte le respetan estará entre los mejores, aunque el nivel se promete elevado. Bien es cierto que el suyo va mejorando y ya está ahí, a las puertas de los puestos importantes. Tiene otro año firmado con el equipo y seguro que eso le da tranquilidad.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Getty Images / Arkea Samsic
Una pena que Cristian no tenga un poquitín más de rush final. Está haciendo un temporadón extraordinario. Esperemos que sea en la próxima Vuelta a España donde el bueno de Cristian se confirme como gran figura a nivel popular y si puede ser alzando los brazos. Méritos ya acumula.