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La vida de Sebas Molano sin Fernando Gaviria

El sprint es colombiano en 2023. Sebas Molano ha vivido muchos cambios a caballo entre la temporada pasada y la presente, sobre todo en un UAE que no deja de reforzarse, que sigue con cambios en la plantilla buscando la fórmula para arropar lo mejor posible a su jefe de filas y que éste remate, dándole al conjunto de Emiratos las victorias por las que tan fuerte apuestan. Los de ‘Matxin’ buscan, además, dominar todos los terrenos y tiranizar en la medida de lo posible las carreras en las que compiten.

En esa acepción de globalización, en términos de abarcar absolutamente todo lo relativo a ganar cuantas más carreras mejor, entra el ciclista colombiano, que cada día se mete en las llegadas masivas para procurar dar no sólo presencia, sino alegrías a un equipo que después del varapalo que se llevó con la derrota de su gran líder en el último Tour de Francia, con todo lo mediático que fue, necesita alegrías y energía positiva para subirse a la ola del dominio de nuevo.

Molano quiere, busca, intenta. Pero se encuentra absolutamente solo, intentando catalizar todas las opciones de trazada, de búsqueda de rueda buena, de encontrar el hueco que le permite aplicar su punta de velocidad, que es muy elevada. Pero ante conjuntos bien organizados, que apuestan claramente por la victoria en ese escenario al que se le envía cada día con un palo para defenderse de fusiles en cada guerra particular que es el día a día en el sprint.

Foto: Massimo Paolone/LaPresse

Toda esa soledad se hace aún más patente sin Fernando Gaviria, del que era supuesto lanzador hasta la temporada pasada. En 2022 logró imponerse, por ejemplo, en la etapa final de la Vuelta a España, esa que todos los velocistas quieren tener en su poder, que da prestigio. No es la foto de París, pero es un día importante y señalado por muchos supervivientes a toda una vuelta de tres semanas. En esas que el espíritu de unión y hermandad que había con su compatriota, además de esa empatía en la búsqueda de espacio entre trenos perfectamente formulados, desaparece y se queda en solitario ante el peligro.

Y ante la responsabilidad de ser la punta de lanza en las llegadas masivas. Con el pogicentrismo de su equipo, hay que buscar oportunidades en otros marcos más humildes para después recibir la posibilidad de ser seleccionado en otras mejores. El colombiano ya ha sumado una victoria, en el UAE Tour. Una importantísima victoria para él por haber llegado en casa del sponsor, que lo recibiría con los brazos abiertos, ya que no pudo ser la consecución de la clasificación general por parte de Adam Yates. Molano regresó al primer puesto, con un buen inicio de año, metiéndose en puestos de honor casi siempre.

Foto: Massimo Paolone/LaPresse

Le falta repetir el gol. En Tirreno Adriático ha sido interesante verle en quinta posición del primer sprint. Una llegada masiva que se jugó entre la creme de la creme. Llegadas masivas muy ajustadas que separan la victoria de la derrota por únicamente ese arreón que no cogiste bien, o esa rueda que te llevó a la valla doscientos metros más atrás. Remontadas que te dejan sin el aliento suficiente como para encontrar el único hueco que existe hacia la victoria. Molano está en ello, rebuscando de lado a lado, pero seguro que cuando las carreras vayan ganando en dureza y eliminación de velocistas, surgirá y su nombre sumará a su palmarés otra victoria.

La nostalgia de haber perdido también a Richeze, el lanzador argentino que era un auténtico seguro de vida en esas lides, también afecta. El ya ex ciclista buscó su ocasión de reunirse con Mark Cavendish, al que su intento fallido de firmar por B&B acabó por empujarle del todo a la retirada. De ese mini treno que conformaban entre los tres velocistas americanos, pasamos a un único miembro que se busca la vida por libre y en solitario. ¡Vamos, Sebas!

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: Unipublic / Sprint Cycling Agency

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