Ciclistas

A mil con Thibaut Pinot en el Tour de los Alpes

A muchos aficionados al ciclismo les gustan las cifras. Cuando uno les habla de un gran ciclista, nunca preguntan sobre lo esencial. Nunca te dicen: “¿Cómo es el sonido de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Cuida cabras, vacas y burros en su granja?“. Te preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos días lleva sin ganar una carrera? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto le paga su equipo?“. Solo entonces creen conocerlo. Si uno dice a los adultos: “Vi a un gran ciclista dándolo todo bajo la lluvia en las rampas del antiguo y mítico Giro del Trentino, metiéndose en la fuga de la fuga dos días seguidos, no dándose por vencido nunca, llorando de frustración un día por no lograrlo y llorando de alegría al día siguiente por la tan deseada victoria de etapa…” no logran imaginárselo. Hay que decirles: “Vi a un ciclista dando 6,23 W/kg. Y ha logrado ya 35 victorias como profesional, esta última en la 5ª etapa del 45º Tour of the Alps, de 114,5 km.” Entonces exclaman: “¡Qué gran ciclista!”. Así, si uno les dice: “La prueba de que Thibaut Pinot existió es que era encantador, que reía y que quería a sus dos cabras, Quentine y Kim. Cuando se quiere a dos cabras, es prueba de que se existe“, alzarán los hombros y te tratarán como a un niño. Pero si uno les dice: “La región de la que proviene es Bourgogne-Franche-Comté, del departamento 70 de Haute-Saône“, entonces quedarán convencidos y no molestarán más con sus preguntas. Son así, no hay que disgustarse con ellos. Debemos ser muy indulgentes con los aficionados al ciclismo. ¡Pero, claro está, nosotros que comprendemos la vida nos burlamos de los números!

Sirva este texto apócrifo a partir de un famoso capítulo de “El Principito” de Antoine de Saint-Exupery como línea de partida de lo que queremos reseñar en este artículo, que es algo más que una victoria de etapa. Comenzó Thibaut Pinot el Tour de los Alpes con 22 días de competición en las piernas y algunos resultados esperanzadores en 2022, como el 8º puesto en la general de Tirreno-Adriatico, intentando dar la vuelta a una mala racha que duraba ya demasiado. No pocos periodistas le recordaban en cada entrevista que habían pasado ya algo más de mil días desde su última victoria, la 14ª etapa del Tour de Francia con final en el Tourmalet, aquel Tour en el que tuvo que retirarse entre lágrimas por una lesión en un muslo precisamente antes de poder demostrar en los Alpes si él o Bernal eran el escalador más fuerte de aquella edición, como habían dejado ver en los Pirineos.

En la cuarta etapa del Tour de los Alpes 2022, el pasado jueves, a Thibaut le había tocado volver a ser protagonista en las televisión, cuando todos le vimos llorar por pura frustración y decepción. Después de meterse en la escapada buena, Supermán López, quien acostumbra a alternar los roles de héroe o villano, llegaba desde atrás para arrebatarle la victoria en el último kilómetro. Ante los medios de comunicación, Pinot no pudo contenerse: “Habría sido bueno para mí ganar después de los últimos dos años que pasé. Podría haber pasado esta página de mierda. Ahora no estoy ni cerca de mi nivel. A mi nivel, nadie me alcanza. Eso es lo frustrante. Ojalá pudiera sonreír algún día, seré paciente.

La impaciencia le pudo a Thibaut al día siguiente: la impaciencia por volver a ganar. Por eso, en un día con un tiempo más de perros que de cabras, por la lluvia constante y el suelo bastante peligroso, con unas cuantas subidas y bastantes descensos que nos hicieron temer muchas veces lo peor, Pinot se metió de nuevo en la escapada del día en la quinta y última etapa, la del viernes, consentida por el pelotón. A pesar de que David de la Cruz, de Astana, estuvo igualmente peleón y se lo puso difícil, Pinot demostró ser el más fuerte de los fugados y entró triunfante en Lienz, haciendo sonar la música tirolesa de las mayores celebraciones en Austria y fuera de Austria, más de mil días después de esa victoria en el Tourmalet. Una liberación sin duda para Thibaut Pinot: los +1000 días era una cifra que sin duda, por ser tantas veces repetida en los medios, pesaba en la cabeza del ciclista francés.

Pero, ¿qué hay detrás del +1.000? Una cifra sin más que hay que mirar con cierta perspectiva. Ha pasado Thibaut una época dura y de escasos resultados positivos después de aquel Tour de 2019, pero no es el único que ha tenido problemas para ganar. David de la Cruz, compañero de fuga que aplaudió con deportividad en redes a Pinot, lleva más de 1.500 días sin lograr una victoria profesional. Mikel Landa no peleó por ninguna etapa sino que asumió en los Alpes su papel de esforzado gregario en Bahrain para Pello Bilbao, quien perdió el liderato en la última etapa. Un conocido excompañero de Mikel, Chris Froome, cuádruple ganador del Tour de Francia, por su parte, llegó 26 minutos después de Pinot, fuera de control. Romain Bardet, nacido también en 1990 como Pinot, ganador final del Tour of the Alps, lograba su primera clasificación general desde el Tour de l’Ain en 2013, hace 3174 días y esta cifra no ha dado tantos titulares como la de su coetáneo Thibaut Pinot.

Hay detalles aún más reveladores. Algunos de los mejores ciclistas franceses de la generación de Thibaut y Romain, la de 1990, ni siquiera estaban cerca de esta prueba de los Alpes italianos y austriacos. Por ejemplo, Johan Le Bon, campeón del mundo júnior en ruta en 2008 en una prueba en la que Pinot hizo de gregario, tuvo que reconvertirse hace un año en amateur al no recibir ofertas profesionales interesantes. También podemos recordar a Valentin Midey, la bestia negra de Thibaut cuando eran cadetes en Franche-Comté; Valentin colgó la bici durante años, no llegó ni a competir en la Copa de Francia Élite-Sub23: se dedicó a la banca para luego acabar en Asia, donde se enroló en el ciclismo profesional en 2020, ya con 30 años, con el modesto equipo indonesio continental Roojai Cycling Team.

¿Con qué ojos debemos ver entonces la carrera ciclista de Thibaut Pinot cerca de cumplir los 32 años? Desde luego que se puede ir a las cifras y se le puede medir por lo que no ha ganado, por no haber cumplido las expectativas de sus seguidores y, sobre todo, de los aficionados franceses que esperan a un nuevo Mesías que reemplace a Hinault, que ya toca (o no). Después de su podio en el Tour de Francia de 2014, con 24 años, todos señalaban a Pinot como “ese elegido entre los elegidos.” Podemos juzgarle por sus lesiones y sus desánimos o mala cabeza, por el dato de haber acabado solo 7 de las 14 Grandes Vueltas en las que tomó la salida. Estaríamos olvidando muchos aspectos cualitativos, ya que, entre sus más de treinta victorias profesionales, se encuentran etapas en Tour, Giro y Vuelta, además de Il Lombardia 2018 o el Critérium International 2016, entre otras.

Porque lo importante no son siempre los números, las cifras. La forma de mostrarse y expresarse, sobre la bici y al bajarse de ella, es la que ha hecho que Pinot se haya ganado sin duda el cariño de muchos aficionados de todo el mundo. Podemos decir que no es de la “escuela de la chulería” ni amigo de las exageradas gesticulaciones teatrales como Virenque, Voeckler o Alaphilippe. Sí nos recuerda a Raymond Poulidor por ser “el ciclista de la Francia rural”, no porque lleve de apellido una conocida variedad de uva con la que hacer buen vino borgoñón. Pinot y su pareja viven en el campo y son declarados animalistas; conviven, entre otros animales, con una vaca, un mono, un burro y sus famosas cabras Quentine y Kim, esta última con más seguidores en Instagram (16.000) que muchos ciclistas del pelotón internacional. Dos a los que se les daba bien ir con la cabra, Abraham Olano y Miguel Indurain, aparecen curiosamente en muchas de las entrevistas que le han hecho como los referentes de juventud de Pinot; tal vez no sea una casualidad que el Thibaut histórico más reseñado no fuera, como Thibaut, rey de la montaña en ningún Tour, pero sí rey al fin y al cabo, a un lado y otro de los Pirineos: Thibaut Ier de Navarre et IV de Champagne, Thibaut le Chansonnier, más conocido como Teobaldo I de Navarra a este lado de la frontera.

C’est la classe, l’élégance!” Pinot es la elegancia sobre la bici, un ciclista con clase, con una forma de pedalear y atacar sacadas de otro tiempo que adivinamos le podría haber sido mucho más propicio. Y, a la vez, Pinot también es “Putain de chance!“, la mala fortuna de las cosas que parecen cercanas pero que no acaban de salir; lo humano alejado de lo divino, el ciclismo creíble frente al que parece ir a otras velocidades, el sufrimiento y el llanto por saberse débil y no lograr lo soñado frente a quienes lo mismo te ganan un Tour de Francia que una Lieja.

Un tipo que entendemos que seguramente se siente dolido por no poder cubrir las expectativas no ya de los medios de comunicación, que es lo de menos, sino de un equipo que es casi como su familia y que confía en él desde 2010. Pinot es de los pocos “one-club man, “un homme d’un club“, del actual Groupama-FDJ, copatrocinado por una compañía de seguros, Groupama (que no nos puede asegurar que Pinot volverá a ganar antes de otros mil días) y por la lotería francesa, La Française des Jeux (que nos anima a que sigamos apostando por Thibaut Pinot en cada carrera). En definitiva, que las cifras son para los contables, que cuentan otro tipo de cuentos, y no para quienes amamos el ciclismo en su esencia épica. Habrán pasado más de mil días desde su victoria anterior, pero lo importante con un ciclista como Thibaut Pinot es que, gane o no, a muchos aficionados nos va a seguir “poniendo a mil” su forma de ser y competir.

Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)
Foto: A.S.O./Pauline BALLET

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