Los mejores años del que fue llamado el Terror de Tashkent parecían ligeramente ir quedando atrás por aquel entonces. No obstante, no quedaban lejos sus victorias al sprint en las llegadas del Tour de Francia ni sus tres maillots verdes en el podio de Paris, el ultimo conquistado hacía un par de años. Ciclista esencial para los amantes de los mitos, muy recordado por los aficionados de aquella época, de procedencia poco habitual (primero de pasaporte soviético, luego sería uzbeco), de un físico particular, poco pragmático a priori para desenvolverse en las volatas masivas antes figuras de la talla de Mario Cipollini, Olaf Ludwig o Jean Paul Van Poppel, por citar a algunos de los que fueron sus grandes rivales en estas lides. En muchas ocasiones también estuvo envuelto en polémica en esas llegadas de pulso acelerado del mes de julio francés, debido a su estilo agresivo en los metros finales. Pero su despedida de la gloria en la Grande Boucle no iba a llegar de la forma a la que nos tenía acostumbrados, en esos sprints masivos, sino en forma de escapada en solitario.
El Tour de Francia de 1996 será recordado eternamente por la afición española como el de la derrota de Miguel Induráin. Nada pudo hacer el campeón navarro ante la contundencia de Bjarne Rijs, 60% aparte, y su disciplinado y potente Telekom. La lluvia y el frío también fueron protagonistas en aquella ronda francesa que buscaba homenajear al corredor de Banesto con una llegada en su ciudad natal, Pamplona. Precisamente tres jornadas antes de este homenaje a Miguel, la carrera circulaba por las carreteras del departamento de la Corrèze, en plena transición entre el Macizo Central y los Pirineos; esta vez con un clima más veraniego y coincidiendo además con el 14 de julio, fiesta nacional francesa, siendo esa etapa un botín muy preciado para los corredores galos. Por ello, ciclistas como Didier Rous, Laurent Madouas o Thierry Bourguignon fueron protagonistas filtrándose en las distintas escaramuzas que se iban sucediendo, en una etapa con algunas cotas de cuarta y tercera categoría como principales dificultades, y la llegada también en ligero ascenso. En la primera cota de la jornada, Croix Morand, los corredores de Banesto tuvieron que trabajar para cerrar un hueco respecto al grupo en el que iban los favoritos, pero no Induráin. Finalmente, la cosa no pasó a mayores. De todos los muchos cortes que se fueron produciendo, un sexteto se fue consolidando en cabeza de carrera, a pesar de que como mayor renta superaron por poco los 5 minutos sobre el pelotón.

Además de los citados corredores locales, Bo Hamburguer, Mirko Gualdi y Djamolidine Abdoujaparov completaban el grupo de cabeza. El reputado velocista uzbeco formaba parte de la estructura italiana Ceramiche Refin, en la que fue su única temporada vistiendo este maillot, tras pasar la campaña anterior con los neerlandeses del Novell, siendo su director en aquel conjunto el mítico Jan Raas; el que invitó al otrora soviético en plena Vuelta a España a buscarse otra formación para 1996. Como se ha dicho con anterioridad Abdou ya no era el que fue, el olfato para las victorias al sprint iba desapareciendo poco a poco.
El cambio de mentalidad de Abdoujaparov se empezó a gestar días antes con otro intento de meterse en la fuga de la jornada, pero fue en aquella llegada en Tulle donde se materializó. Cuando faltaban tan solo dos mil metros para cruzar la línea de llegada, el uzbeco iba a poner tierra de por medio con respecto a sus camaradas de escapada, justo cuando la carretera comenzaba a mirar ligeramente hacia arriba. Nada pudieron hacer sus perseguidores y el ciclista del conjunto Refin se hacía con el triunfo, contra todo pronóstico en solitario; un placer al que no estaba nada acostumbrado y que empezaba a formar parte de su reciente cambio de estilo. En aquel verano llegó incluso a disputar la carrera en ruta de los Juegos Olímpicos de Atlanta representando a su joven país, aunque bastante alejado de los primeros puestos.

La realidad es que poco iba a durar estar versión de Abdoujaparov. En la siguiente temporada, enrolado en las filas del histórico Lotto belga, y a pesar de momentos puntuales de inspiración como las dos etapas al sprint conseguidas en la entonces llamada Dauphiné Libéré, el corredor uzbeco daba positivo en la segunda etapa del Tour de Francia, lo que conllevó, además de su expulsión en la sexta jornada de carrera, una sanción de un año, siendo este el detonante para su retirada del ciclismo profesional.
Escrito por Alberto Díaz Caballero (@Sincadenablog)
Fotos: Sirotti