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Abraham Olano en el Tour de Francia

Abraham y el Tour tuvieron una relación difícil. Olano fue un gran ciclista, capaz de proclamarse campeón del mundo, de ganar una Vuelta a España y de subir en dos ocasiones al podio del Giro de Italia. Nombrado oficialmente como sucesor y heredero del trono de Miguel Induráin, la losa que ello suponía le hizo esperanzar a mucha gente y decepcionarla posteriormente al no cumplir esas expectativas. Todo por su mala relación con una carrera que te lo da o te lo quita todo: el Tour de Francia.

Llegó a participar en ocho ediciones de la ronda gala, con un debut esperanzador en 1993, donde fue en apoyo de Tony Rominger, sobre todo en lo que a llano se refiere. El suizo era líder del Clas-Cajastur y se iba a enfrentar precisamente a Miguel con una armada de ciclistas españoles. El vasco tuvo que abandonar, hecho que no tendría lugar en 1994, cuando finalizó el Tour en 30ª posición, un puesto notable para un corredor tan joven (24 años).

Con aquella buena Vueta de 1995, ya subió un tanto la consideración que el Mapei, la nueva denominación de su equipo, tenía del ciclista de Anoeta. Fue seleccionado para disputar el Giro de Italia como líder en 1996 y tras el tercer puesto logrado y el buen sabor de boca dejado, también fue elegido para acompañar a Tony Rominger en la lucha por el Tour de 1996, el que se suponía sexto Tour de Miguel Induráin.

Tony Rominger conduce el grupo de Abraham Olano en la subida a Hautacam en 1996 © Sirotti

La carrera fue muy bien para Mapei, con unos buenos Alpes y ubicados en Pirineos justo tras el danés Bjarne Riis, líder y claro ganador de aquella edición. Segundo y tercero Olano y Rominger, vivieron un calvario en la famosa etapa que llegaba a Pamplona. Una etapa durísima de más de 250 kilómetros que estrenaba el Port de Larrau. El patrón del equipo obligó a buscar la victoria en aquel Tour y tanto Tony como Abraham tuvieron que arriesgar sus plazas en el podio en favor del intento de la victoria en París.

Como era previsible, salió mal y tras aquella etapa perdieron opción de subir al cajón. Aquella fue la gran ocasión de Olano para haber conseguido la foto que le faltaba en las grandes vueltas. El halo de gran contender para el Tour quedó, eso sí, y ya se deseaba ver las prestaciones de este ciclista en 1997, además luciendo el maillot que había dejado vacante Miguel Induráin con su retirada. El equipo Banesto era histórico en sus asaltos a la carrera gala, por lo que se esperaba el máximo del ciclista vasco.

La idea era prepararle para asaltar el podio, a sabiendas que la competencia iba a ser difícil y que el peso iba a ser clave en un recorrido muy montañoso. Comenzó el Tour por debajo de los 69 kilos, su peso en forma. Pero una vez en carrera se integró en esa segunda unidad de favoritos, cediendo tiempo subiendo y recuperando en las bajadas. Un auténtico sufridor que tendría su recompensa en la penúltima etapa, ganando la contrarreloj de Euro Disney. Fue cuarto al final en la general, una posición que cerró un buen Tour para el donostiarra.

Olano se prepara para la crono de Correze en el Tour 1998 © Sirotti

Con la presentación del Tour de 1998 y la escasez de etapas de montaña (duras, eso sí), parecía que era la ocasión perfecta para que ahora sí fuese la vez que le encumbrara por fin en esta carrera, que hasta la fecha parecía serle esquivo. Pantani iba a estar fuera de su alcance, pero el tercer puesto de Julich vino a demostrar que el podio era posible. Problemas de salud arrastrados le bajarían de la bicicleta en los Pirineos, cuando iba sexto en la general. La magnífica apertura en Dublín con un segundo puesto llegó a ilusionar. Este hecho le ayudaría, eso sí, a llegar más fresco a la Vuelta, que ganó.

Tras este éxito y tras las polémicas en el equipo, cambió de aires para firmar por la ONCE de Manolo Saiz. Un nuevo impulso a su carrera que llegó a ilusionar ante las ausencias del Tour de Ullrich y Pantani. Poca montaña, mucha crono y pocos rivales visibles. Así que tomó la salida como uno de los candidatos. La crono no fue bien, con un par de incidentes en los que incluso llegó a caer, coincidiendo con un Armstrong incontestable. Pese al mal sabor de boca, salió de los Alpes en segunda posición de la general. En los Pirineos todo fue sufrir y bajar hasta la sexta plaza. De nuevo un buen Tour, pero nunca luchando por ganar o entrar en el cajón.

Desde ahí sus opciones cotizarían mucho más bajas. La ONCE tendría a Jalabert y ganaría en la crono por equipos, vistiendo al francés de amarillo. Una posición delantera que ni siquiera le dio el maillot amarillo. Ya más como coequipier y una pieza de valor que como un aspirante real. Regresaría al Tour en 2002 como un apoyo para la crono por equipos, que volvieron a ganar y que vestiría a Igor González de Galdeano de líder. Sería su despedida del Tour y del ciclismo, con una única aparición extra en la Clásica de Hamburgo.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Imago / Eurosport

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