Después de haber obtenido la segunda plaza en la Vuelta a España de 1995, Abraham Olano centró su punto de mira en el Giro de Italia de 1996. Su preparación, con el triunfo en el Tour de Romandia, iba por buen camino, pero un joven ruso del equipo Lampre que ya había destacado en la corsa rosa, no estaba dispuesto a ponerle las cosas fáciles. Además, otro ruso, el ganador dos años antes, Eugeni Berzin, trataba de resarcirse del segundo puesto logrado un año atrás.
Con la carrera entrando en la recta final y justo antes de afrontar dos terroríficas etapas dolomíticas – que concentraban una serie de puertos para echarse a temblar: Pordoi, Marmolada, Mendola, Tonale, Gavia, Mortirolo, etc. – los corredores disputaban una contrarreloj en Marostica sobre 61 kilómetros.
Pavel Tonkov – del equipo Lampre – era el líder de la carrera y aventajaba al vasco de Anoeta en 1:28. Olano por su parte, estaba en su terreno y trataba de aprovecharlo al máximo para tener la máxima renta de cara a las dos jornadas venideras.
Las primeras referencias eran positivas para el corredor de Mapei, pero no lograba sacar suficiente ventaja como para asegurarse la maglia rosa, y la disputa por la victoria de etapa también era una lucha cerrada con el rubio ganador del Giro 94 del equipo Batik.
Al final, y tras más de una hora de esfuerzo, todo se decidiría en 1 segundo. Y nunca mejor dicho. Berzin había marcado el mejor tiempo, cuando Olano entró en el último kilómetro en tiempos para poder batirle. Se exprimió al máximo, pero el destino le sería muy cruel y le dejaría a 1 segundo de la victoria de etapa.
Pero, otra sorpresa tenía reservada la contrarreloj de Marostica, y es que en la lucha por conseguir el maillot de líder, Olano volvería a maldecir ese maldito segundo. El de Anoeta aventajó en 1 minuto y 27 segundos al ruso de origen mongol, volviéndose a quedar a 1 segundo, esta vez de vestir el maillot rosa que distingue al primero de la general.
El extraño vínculo entre “el segundo y Abraham Olano” no iba a terminar ahí. Un año después, en la Vuelta a Burgos, Abraham Olano se jugaba la carrera en una contrarreloj en la localidad burgalesa de Briviesca. Como desventaja tenía que debía remontar una diferencia de 46 segundos, y a su favor contaba con que estaba en su especialidad. Después de 20 kilómetros, la mala suerte se volvió a cebar con él. Cuando ya había remontado la diferencia y se perfilaba como virtual ganador, un inoportuno pinchazo en el último kilómetro dio al traste con sus esperanzas, y pese a que se sobrepuso al revés, terminó sin el primer puesto por, otra vez, 1 segundo. El consuelo que le quedaría aquel día es que, como mal menor, sí que venció en la contrarreloj, y que tanto en 1998 como en 1999 vencería en la clasificación general de la carrera burgalesa.
Escrito por Federico Iglesia