Todo el mundo sabe lo que pasó con Antonio Tiberi. 21 años, una de las promesas más firmes del ciclismo italiano y una acción que absolutamente nadie ha alcanzado a comprender, puede que ni siquiera el autor. El asunto del gato le perseguirá siempre, en un mundo donde los errores se penalizan con el castigo eterno, donde los castigos de las redes sociales prevalecerán aunque se hubiese demostrado que se trataba de un bulo. En este caso no lo era, por lo que el peso de la presión social cayó sobre sus hombros y sobre los de su equipo de entonces, el Trek Segafredo (ahora Lidl Trek), a quien todo esta polémica no le gustó ni un pelo desde el principio.
Un comunicado durísimo, de los más duros y difíciles que se hayan leído por parte de un equipo ciclista y un anticipo de lo que después sucedería, que fue la rescisión del contrato de Antonio. Una decisión esperada que recibió la conformidad de sus aficionados y seguidores (del equipo) y que dejaba a Tiberi en una situación delicada. El interés en una joya del ciclismo iba a ser evidente por parte de otros conjuntos. Hubo al menos otros dos que se interesaron por el transalpino. Dejar de lado lo sucedido y fichar con él la resurrección de una polémica innecesaria era el principal obstáculo para que los diecinueve equipos restantes del World Tour opositaran por él.
Bahrain Victorious dio el paso y ya cuenta con él en sus filas. Sí, es un gran ciclista, pero para ser un deportista de élite aplaudido y seguido hay que ser algo más que dos piernas y un buen rendimiento atlético, algo que con Tiberi está garantizado. Por ello, puede ser considerado normal que muchos equipos hayan descartado si quiera la valoración de este fichaje, más aún en mitad de la temporada, cuando todo en ciclismo ya está en marcha y más que milimetrado. El equipo de Mikel Landa, Pello Bilbao o Matej Mohorič posee una colonia italiana importante, encabezada por Damiano Caruso o ahora por Jonathan Milan, uno de sus grandes jóvenes valores.

Precisamente en lo humano estoy convencido de que dentro del propio equipo le mirarán con recelo. El pelotón trata de huir de polémicas, más aún de esta índole, donde no existe ni un sólo resquicio que permita ganar. Un detalle de este tipo tira por tierra la imagen de toda una carrera deportiva donde el talento no llega si no hay un alto esfuerzo detrás. Antonio debe ser consciente de que aún es joven y tiene muchos años por delante en el ciclismo, o al menos debe aspirar a ello. La vida es muy larga, tiempo tiene para revertir la situación y la percepción que de él muchos tienen.
En lo ciclista, el fichaje es más entendible. Ante la gran presencia de italianos en el equipo del Bahrain, nada casual, firmar a un candidato a ser una realidad dentro de algún tiempo es un caramelo que puede saber amargo al principio pero mejorar su sabor con el paso de los meses. El tiempo todo lo cura, está claro. Y relativiza. Al fin y al cabo, todos somos humanos y tendremos el derecho a equivocarnos. Y no por ello hay que condenar de por vida a una persona. Aunque el sinsabor quede.
En lo humano, habrán valorado el arrepentimiento que Tiberi mostró tras el incidente. Cada uno obtendrá sus conclusiones, pero está más que claro que ha pesado el aspecto deportivo y se ha confiado que el humano, siendo una persona de muy corta edad y con mucha trayectoria por delante avance en valores y acciones diferentes a los que le llevaron a cometer un acto tan deleznable. Veremos la reacción del público una vez eche a andar con el nuevo maillot por las etapas de montaña. Indiferente no será, desde luego.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: Bahrain / Interior: Trek