¿Retirada de Nairo Quintana? Sí o no son las opciones que ha podido valorar. El ciclista de Colombia podría haber decidido poner punto y final a su trayectoria como ciclista, según han anticipado algunos medios como Ciclismo en Grande. Parece una decisión sensata, que se ha dado por vencido en una lucha donde no solo no tenía nada que ganar, sino que directamente no podía ganar de ninguna manera.
El combate con la UCI, en tanto en cuanto los equipos vayan detrás de sus dictados, le dejaba sin opción de encontrar un destino para reivindicarse. Sonó el Corratec italiano, pero quizá la confirmación de su plaza en el Giro de Italia les provocó evitar ese de perdidos al río que podía significar la negociación con Nairo Quintana, la cual parece acreditadamente cierta.
Por un lado, es entendible que haya dado carpetazo a un asunto como su presunto positivo, pero tal vez haya matado moscas a cañonazos. O tal vez no. La sensación es que su cabeza y su tiempo ciclista, que paralelamente estuvo durante estos últimos tiempos fuera de ser corredor profesional, han pasado a mejor vida. Una decisión que parece coherente con una parte de la historia, con la del ser humano, con la de la persona que está rodeada de más personas que también requieren de su tiempo.

Humanamente imposible que haya dejado el hacha a un lado para reiniciar en otros campos donde su maltrecho prestigio, que aún le queda, y su crédito cuenten. El mundo de las cicloturistas, del ciclismo aventura, de ver y vivir otros retos sobre la bicicleta. Su fama le precede, antes en todo el flanco colombiano. Después, ùnicamente en una parte de él, la que todavía le apoya y sigue siendo bien amplio.
Y hay que aprovechar esos restos, por supuesto y como es lógico. La naranja del ciclismo profesional está más que exprimida para él, que ya no iba a volver a ser el que era ni muchísimo menos. Por ese lado, entendible. Por otro, su honor ha quedado en entredicho. No por la UCI, que le permite formalmente correr, sino por la opinión pública y la reversión del apoyo de muchos de sus aficionados. No obstante, seguir ya no era posible ni siquiera en el Pro Conti.
¿Seguir a cualquier precio? A lo mejor era planteable únicamente por esa honrilla de no dejar que la circunstancia le retire, sino una decisión propia que en estos momentos suena más a la parábola de la zorra y las uvas que a un gesto de dignidad por parte del ciclista colombiano. Pero también puede ser considerado como tal, una imagen certera de que debía no dejar empeorar el retrato que la historia le hiciese, sin equipo que realmente apueste del todo por él, con la sensación de humillación que eso produce a un campeón que ha logrado tanto en palmarés y en emoción en su pueblo.

Como Nairo dirá, se dedicará a esas otras facetas de la vida que un ciclista tiene vetadas, como una alimentación más normal, unos tiempos más relajados y una agenda que gire más alrededor de los suyos y sus apetencias que en torno al mero interés. Una forma de volver a nacer después de una vida dedicada al ciclismo en general y a la escalada en particular. Desde bien pequeño el ligero corredor se aupaba sobre los pedales para embestir las cuestas con la gracia de un torero, con el mismo encanto que un cuerpo de 1,90 se encarama sobre los adoquines. Cuerpos como el de Nairo nacieron en ciclismo para hacer lo que hicieron, que era domesticar las cuestas que a muchos otros les supone una tumba. Una tumba donde caben muchos fracasos, todos esos que Nairo ha decidido enterrar con su retirada del ciclismo profesional.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: A.S.O./Pauline Ballet
Buena esa que se retire y viva de lo que sabe punto