Historia

Alberto Contador, la vie en rosa

Hay pocos corredores que transmitan esas ganas de ver ciclismo. El pinteño podía haber matcheado perfectamente con esta nueva generación de talentos que viven el ciclismo de una forma especial, la que lleva a las victorias de un modo distinto, por la vía del espectáculo, aportando al espectador esa sensación de que algo puede pasar en cualquier momento, de que dos más dos no siempre son cuatro, de que previsible no es un adjetivo achacable al ciclismo. 

Hay que tener clara una cosa: Alberto no quería correr el Giro de Italia de 2008. Se presentó en la salida tras ‘estar de vacaciones en la playa’, teoría que muchos aficionados no dieron por válida. Normal. Un ciclista procedente de un apagón de forma tiene muy complicado imponerse en una gran vuelta, más aún si hablamos de un Giro de Italia, donde los corredores locales, además, son una jauría de lobos que no van a perdonar el mínimo fallo. Así fue esa edición del Giro, con salida en Sicilia y unas primeras etapas quebradas, con mucho sprint, pero también montañas para ir filtrando la general. La llegada a Pescocostanzo le dio a Contador la moral que necesitaba. Aún joven, fue capaz de entrar en competición durante esos primeros días y de ese modo ir puliendo sus piernas hasta ser competente para pelear con toda la hornada de italianos que tenían sed de triunfo: un desatado Sella, el impredecible (ya vimos después por qué) Riccó, el también polémico Di Luca, en estado de gracia… y algunos otros que caldeaban el ambiente. Astana, que no fue invitado al Tour y por dicho motivo alineó al campeón del Tour de Francia del año anterior, trajo un equipo mejorable, ya que la esperanza de tomar la salida en julio aún estaba latente hasta pocos días antes del inicio de la corsa rosa. 

Sobre todo, el alemán Kloden sería clave en la consecución de la maglia rosa tras la durísima etapa con meta en La Marmolada. Una ristra de puertos con el Giau en posición estratégica para hacer saltar todo por los aires. Y estuvo a punto de hacerlo, con Contador haciendo la goma y los italianos perdonándole la vida. Después, la resistencia en una etapa corta, hizo que el madrileño se vistiera de rosa por primera vez, en la primera meta que acoge Fedaia a lo largo de su dilatada existencia como puerto-Giro. Le hicieron sufrir en el Monte Pora, en el Mortirolo se manejó mejor, con un Toni Colom excelente y un Kloden imperial. Ahí sí que le pusieron contra las cuerdas. Pero no pudieron. En la crono final, confirmó el relevo de Miguel Indurain como maglia rosa definitiva del Giro, siendo aún los dos únicos ganadores de la primera grande de la temporada. 

Una circunstancia similar se volvería a repetir en el año 2011, siendo ya la estrella mayor del ciclismo internacional, sobre todo en cuanto a grandes vueltas se refiere. El positivo que amenazaba con arrebatarle su Tour 2010 y la prolongación de la resolución sobre su sanción, hizo que el pinteño tomase la salida en el Giro de Italia, en previsión de que no pudiese competir el resto de la temporada. Aún pudo correr el Tour después, pero era algo incierto en aquel instante. En la salida de Turín se presentaba como gran favorito, con Nibali como gran alternativa y promesa de que al menos le iba a intentar dificultar el triunfo. Y así fue. En la etapa de Tropea ya dio un aviso, marchándose en una cota con Oscar Gatto, ganador del día y alejando a sus rivales. 

Un golpe psicológico que sería aún mayor en la llegada al Etna. Alberto atacó con todo a una buena distancia de la meta, siempre en la subida final, aún con viento en contra. Se marchó como quiso y sólo un sorprendente José Rujano pudo resistir el envite. Le dejó cuando quiso y rosa. De ahí en adelante fue un simple paseo, con excepción de la etapa que terminaba en el Rifugio Gardeccia, una de las más duras jamás vistas en las tres grandes vueltas. Hubo alternativas e incluso en La Marmolada, puerto fetiche para el español, se marchó en solitario. Fue cazado porque iba a ser un esfuerzo absolutamente innecesario, pero la dentellada quedó dada. Así hasta Milán, donde se coronó por segunda vez en dos participaciones. Le fue arrebatada la maglia por la sanción, aunque para muchos ese triunfo permanece. Recayó oficialmente, por cierto, sobre las espaldas del añorado Michele Scarponi. 

La verdadera participación de Contador en el Giro data de 2015. Quería el doblete junto con el Tour e incluso plantearse ganar las tres grandes vueltas en una misma temporada. De haber ganador también el Tour, nadie duda de que se hubiese presentado en la salida de Málaga de la Vuelta para probar suerte o al menos ‘trollear’ al personal. El boom mediático sería imparable. En la salida todas las miradas, de nuevo, estaban sobre el vencedor de la Vuelta de 2014 ante Chris Froome, el actual dominador toda vez que él con la sanción había bajado el pistón, sobre todo en el Tour. 

La carrera fue una auténtica locura, con Kruijswijk desatado, Hesjedal buscándose un nombre más allá de su victoria en 2012, demostrando ser mucho más corredor de lo que parecía. El Astana, absolutamente fuera de categoría en esa edición acosando a Contador, la maglia rosa desde la contrarreloj larga, en cada montaña. Alberto tuvo que tirar de experiencia, sangre fría y calculadora, con una gran subida a Abetone en la primera semana, donde puso a los líderes a raya, y una buena etapa tanto en Madonna di Campiglio como en Aprica, donde una caída previa al temido Mortirolo iba a hacerle empezar la durísima subida con un minuto de retraso con respecto al dúo del Astana: Fabio Aru, la emergencia italiana, y el también español Mikel Landa, en estado de gracia. Les dio alcance mediada la subida y dejó de rueda al transalpino, aunque después todo reagrupó. 

Llegaría la venganza en el Monte Ologno, justo al día siguiente. Una durísima subida a la que los Astana llegarían por detrás por motivo de una caída. El español, mosqueado, no esperó y lanzó un durísimo ataque que terminó por sentenciar la general. El momento clave, por otro lado, fue la subida a Finestre, donde la maglia rosa perdió fuelle, se desfondó y tuvo que sucumbir ante el poderío del Astana. Cedió dos minutos, pero tenía bastante tiempo y la situación controlada. Si no explotaba, no tenía nada que temer en la subida a Sestrieres. Así hizo y se presentó en Milán cerrando su tercera participación con una tercera maglia rosa definitiva. 

Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Gian Mattia D’Alberto / RCS Sport

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