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Alejandro Valverde en las Grandes Vueltas

Repasamos la suerte de Alejandro Valverde tanto en Giro, Tour como en Vuelta, su grande preferida por acumular en ella nada menos que 16 participaciones. Si sumamos las 14 del Tour y las 2 del Giro nos da un total de 32 vueltas de tres semanas en las que ha tomado la salida el gran ciclista murciano. 17 victorias de etapa, casi a 0,5 por participación son los buenos números de un ciclista que ya forma parte de la leyenda.

Giro de Italia

Por fin llegó el día de ver a Valverde en la corsa rosa. Un año en el que se echó a la espalda el reto de competir en las tres grandes el mismo año y ser top ten en todas ellas, algo que estuvo a punto de lograr. En la salida holandesa los favoritos eran otros como Vincenzo Nibali, que a la postre resultó el ganador de la prueba. Poco a poco, la carrera fue madurando a alguno de los artistas, como pasó con el español, que cedió una cantidad de tiempo importante en la etapa de los Dolomitas y ese hecho le eliminaría ya para luchar por la victoria final. La altitud fue la que le perjudicó en ese Giro, ya que a ese hundimiento habría que añadir lo mal que le sentó el Agnello, finalmente el punto decisivo de aquella edición.

No podía irse sin dejar su sello con una victoria de etapa, en Andalo y con una exhibición en toda regla. Una etapa preciosa y que puso el broche a un mes de mayo que le fue mejor de lo que se esperaba. En la última etapa de montaña se vio que era el segundo más fuerte de la carrera, por detrás de Nibali, pero no aprovecharía esa superioridad sobre Esteban Chaves. Tercer puesto en la general final y la gran suerte de poder subir al podio de Turín. Un resultado a tener en cuenta por ser su primera participación y por haber
vivido un par de desfallecimientos en alta montaña. Se reconcilió con la afición italiana, que falta hacía, y de paso completó su particular colección de logros a lo largo de su carrera con el podio en el Giro.

Tour de Francia

o todos los ciclistas pueden con el Tour de Francia. Es un hecho. Ni siquiera todos los corredores sueñan con él, aunque tengan las capacidades. De ambos tipos lo terminan por intentar, porque la meca del ciclismo es el Tour, porque es LA carrera y porque supone un reto. Corredores que han sido mucho en otros lares, como pudiéramos pensar en Gilberto Simoni, gran escalador más dedicado al Giro de Italia. El transalpino nunca llegó a triunfar en las montañas francesas como en las italianas. La forma de correr, el estado de forma de todos los ciclistas que conforman el pelotón, el cima, el tipo de recorrido y, sobre todo, la presión. Cuando un ciclista se pone el dorsal para salir en el Tour, no todo vale, se espera y se exige al máximo. Y es la gran diferencia. No hay opción de mirar a otro lado.

Por ello, ciclistas como Valverde sufrieron tanto con el Tour. Porque el murciano tiene calidad sobrada para triunfar en él, y porque su equipo ha sido (más que es) una máquina de ilusiones de cara al Tour: Induráin, Olano, Perico, Quintana, etc. Los que se suponían eran los años dorados de Alejandro lo acabaron siendo de Pereiro, que contra pronóstico acabó triunfando en Francia. Valverde tuvo que esperar a su octavo intento para poder subir al podio final de París. Tras dos abandonos y dos decepciones, una sanción y un año de transición, regresó para ser la máxima oposición a Froome.

Y lo fue. Sólo que no se contaba con la clásica ‘valverdada’, que esta vez no vino en forma de caída, sino por el viento. Una etapa en la que Quintana se filtró magníficamente, como solía, y le arrebató de un plumazo el reinado en el equipo. Era el año 2013. En 2014 fue de nuevo la punta de lanza del Movistar, ya sin el colombiano en liza. Fue regular y la mayor pifia fue no responder a las expectativas en la contrarreloj final, cuando tenía prácticamente hecho el tercer puesto de la general. Estando a unos segundos, fue batido por Peraud y Pinot, que no eran precisamente los favoritos a ganar el Tour. Nibali corría en otra liga.

Por ello, en 2015 llegó el llanto, por tantos sinsabores. No ganó el Tour, pero sí firmó una tercera plaza buscada con ahínco y que le permitía tomarse la carrera con otra filosofía, verla con otros ojos, él ya había cumplido con ella y había logrado una conquista más que en realidad fue una heroicidad. Porque el Tour no era su carrera. La marca le hizo obsesionarse con él y él venció a la frustración con un tercer puesto que esta vez sí tuvo un gran mérito. Derrotó nada menos que al dorsal número uno, Vincenzo Nibali.

En 2016 vino con el Giro en las piernas y eso le pesó, aunque el estado de forma que presentó fue bueno, supeditado a Nairo en todo momento. Tan sólo un año más tarde, fue el más fuerte de toda la temporada, y en ese Tour tan de perfil bajo tal vez hubiese tenido hasta su ocasión de pensar en París con
aspiraciones ambiciosas. Pero Dusseldorf le recordó cuál era su sitio en esta carrera y besó violentamente el suelo en una caída que se pensó sería su final competitivo. Después en el Tour tan sólo sobrevivió a la marejada de líderes en Movistar.

Vuelta a España

n cambio, si en el Tour Valverde no se iba a terminar de encontrar, la Vuelta a España iba a ser su carrera. Como todos los clásicos hombres-Tour, al comienzo de sus días en Illes Balears y la estructura de Eusebio Unzué, el ciclista iba a hacer ascos a la carrera española. Sólo cuando en el Tour no marcharon las cosas, se dejó caer por la Vuelta: en 2006 por la caída en el mes de julio, irónicamente en la etapa que llegaba a Lieja, su coto de caza particular de monumentos, en 2008 por un nuevo fracaso en el Tour y en 2009 porque el CONI le había amenazado con tomarle muestras de sangre en pos de sancionarle si pisaba suelo italiano, y tanto el Tour como el Giro, obviamente, lo pisarían.

Así que disputó únicamente la Vuelta y, casualidad, la ganó. Parecía que iba a ser sólo la primera de muchas, pero el contador se detuvo ahí. Una Vuelta 2009 donde no venció en ninguna etapa y donde
sólo se remitió a resistir las ruedas y ataques de los rivales. Y con eso le bastó. Aunque algún susto tuvo, como en la Pandera, un puerto agridulce para él. Ni Gesink, ni Samuel Sánchez, ni Evans, ni Basso fueron rivales para él. Aunque no sentenció en ningún momento y puso en riesgo que el fantasma de 2006
se repitiese. Una lucha con Vinokourov que pudo haber dejado resuelta antes de aquel día de Granada, con una ofensiva total por parte de los kazajos y que le costó, merced también al maillot abierto, la carrera al murciano.

Conformarse con mantener vivo a un ciclista de la raza del líder del Astana fue un lujo que nunca debió permitirse. Esa fue una ocasión magnífica para haberse sacado muchos pesos de encima. Por aquel entonces ya había sido tercero en la Vuelta de 2003, la segunda en la que tomaba la salida. En la primera se escapó en la primera etapa en línea junto a Sevilla camino de Alcoy. En esa primera grande con aspiraciones, al mando de un Kelme que sacó lo mejor de Alejandro, se llevó dos etapas de montaña y el tercer puesto. Un botín espectacular para una de las más aclamadas promesas del ciclismo internacional.

Como no podía ser de otra manera, en 2008 llegaron las ‘valverdadas’. Estando en posición de pelear la general, se descolgó a recoger un chubasquero en un descenso camino de Cantabria. Los líderes, con Alberto Contador al mando, que no perdona una, le descolgaron y hasta meta se dio una persecución que acabó con sus opciones de entrar en el cajón. Aún había mucho que reseñar de Valverde en la Vuelta, puesto que tras su sanción no faltaría a la ronda española a excepción de 2017 y debido a la gravísima
caída en el prólogo del Tour. No iba a escatimar en implicación, con cuatro podios desde entonces.

Fue segundo en 2012, el año de su regreso. Dos etapas y la sensación de ser el que mejor acabó la carrera. En Fuente Dé estuvo a punto de cazar a Contador y en la Bola del Mundo quizá debió probarlo. En los dos años siguientes fue tercero, lejos de luchar por el título. En 2019, cuando ya nadie le esperaba y luciendo su maillot de campeón del mundo, se erigió como el rival a batir por Primoz Roglic. Si los jueces hubiesen arbitrado bien en Toledo… quién sabe si la Vuelta no viaja a Murcia.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Sirotti // Interiores: RCS – Sirotti

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