Historia Tour

Alex Zulle se pone el Tour por montera en La Plagne (1995)

Se disputaba la 9ª etapa de aquel portentoso Tour de Francia de 1995, donde un suizo llamado Alex Zulle iba a alcanzar su gran día de gloria y en un momento de la carrera apasionante, en el que se estaba viviendo historia del ciclismo en las inacabables rampas de los Alpes. A la gran cordillera llegaba todo en su sitio, con la selección natural que las propias carreras ejercen sobre el pelotón que las disputa. En la línea de salida de Saint Brieuc se dieron cita muchos candidatos a destronar a Miguel Induráin en su aventura final por conseguir el más difícil todavía de los cinco Tours consecutivos.

El navarro comenzó a seleccionar rivales en la etapa que llegaba a Lieja. Sería en la cota de Mont Theux, a más de 20 kilómetros de meta, donde el español pondría tierra de por medio con respecto a sus rivales en un ataque que pillaría a todos desprevenidos. No ganó la etapa porque un remolón Johan Bruyneel se la arrebató en la llegada, así como el maillot amarillo, pero poco importaba esta batalla en el total de la guerra.

La contrarreloj de Seraing del día siguiente ya le dejaría como líder y con todos sus enemigos aún más alejados en la general. Llegaban los Alpes y se esperaba que el ciclista de Banesto pudiese pagar las exhibiciones de días anteriores. Por ello, equipos como la ONCE, que tenía poco que perder, se lanzó al ataque, filtrando a uno de sus hombres fuertes como era Alex Zulle en una escapada de la que pronto se convertiría en único representante.

Era una etapa corta para la época, con Saisies, Roselend y final en La Plagne, donde Pedro Delgado y Stephen Roche pelearon en 1987 y el irlandés incluso necesitó oxígeno al pasar la línea de meta. No había apenas llano, y durante fases de la etapa el suizo era líder virtual. Comenzó el puerto con una ventaja amplísima, parecía que Induráin se encontraba contra las cuerdas, pero nadie sabía lo que estaba a punto de acontecer.

Banesto tiraba con esmero, intentando reducir distancias, si bien únicamente pudo mantener el destrozo que el ciclista de Manolo Saiz estaba provocando en la carrera. De pronto, al poco de comenzar la ascensión final, de unos 18 kilómetros de longitud con una pendiente cercana al 7%, Induráin se quedó solo en cabeza del pelotón. En cualquier otra situación hubiese sido jaque mate, porque el grupo de líderes que iba a rueda de los Banesto hubiese aprovechado para atacar al dominador del Tour.

Sin embargo, no hay mejor defensa que un buen ataque y el navarro alzó el ritmo en cabeza, tomó el mando y ese paso tan elevado fue eliminando progresivamente hombres: Rominger, Escartín, Dufaux, Pantani, etc. Terminó por quedarse solo y recortar la diferencia con un Alex Zulle que ascendía con un ritmo cansino por el esfuerzo y la fatiga, pero firme hacia la etapa. Se la llevó con algo más de dos minutos de ventaja sobre el español, que entró segundo en meta.

La Plagne dictó sentencia y aupó al campeón de cuatro Tours como único favorito, más aún tras la exhibición del maillot amarillo, que dejó a todos boquiabiertos con ese demarraje sentado que nadie pudo seguir. Una barbaridad que asustó a sus rivales y que les animó a luchar por cuestiones secundarias como el podio, las victorias de etapa o los maillots. Después la ONCE buscaría al líder las cosquillas en el día majestuoso de Laurent Jalabert el 14 de julio camino de Mende.

Zulle conquistó La Plagne y fue segundo en aquel Tour, imponiéndose en la carrera por ser alternativa a Miguel y afrontar en cabeza el relevo. Y lo consiguió, aunque después sirvió para poco con la exhibición en 1996 de Bjarne Riijs. El suizo se confirmó, eso sí, como el líder absoluto de la ONCE para vueltas de tres semanas, por lo que así pudo ganar en dos ocasiones la Vuelta a España. Eso sí, en el Tour nunca llegaría con el maillot amarillo del equipo español a repetir esta actuación.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: Sirotti

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *