Historia

Alex Zulle: sus mejores y peores días

El suizo Alex Zulle fue sin lugar a dudas uno de los mejores especialistas en vueltas de tres semanas de la década de los 90. Dos victorias en la Vuelta y dos segundos puestos en el Tour ante dos absolutos tiranos de esta prueba dan fe de ello. Pero si alguien recuerda al ex ciclista es mayoritariamente por sus días buenos y los que no lo fueron tanto, con escenas grabadas en nuestra memoria y protagonizadas por el ciclista nacido en la ciudad suiza de Wil.

Un corredor al que siempre se le asignará el maillot de la ONCE, pero también el de Festina, que lució durante únicamente una temporada, o el de Banesto, con quienes vivió muchos altibajos. De allí pasaría al Coast alemán que también firmó a Fernando Escartín, gran rival del suizo en sus mejores años, y de allí al Phonak suizo, que obligó a la presencia del ya veteranísimo ciclista y que aún en sus filas dejó destellos de su gran calidad.

Repasamos los días buenos y malos de la trayectoria de este ciclista, que fue muy importante para una generación y que pese a que se vio involucrado en todo aquel affaire Festina, supo reponerse y hacer pesar más los recuerdos de sus logros deportivos… y de sus desgracias sobre la bicicleta, que tuvo varias que cualquier aficionado al ciclismo de los años 90 seguro recuerda.

Día bueno – Alto de Cruz de la Demanda, Vuelta a España (1996)

Era la Vuelta de Induráin y todo lo mediatizó la participación del ciclista navarro, que dejó el ciclismo tras haber escalado el Mirador del Fito en la 13ª etapa. Se ubicó en lo alto de la clasificación tras las durísima contrarreloj entre El Tiemblo y Ávila, sin sufrir desde entonces ningún sobresalto más allá de la intoxicación alimenticia que los integrantes de su equipo sufrieron en los últimos días de carrera, ya en las proximidades a Madrid. La 16ª etapa coronaba la Cruz de la Demanda, en La Rioja, y fue el escenario elegido por el suizo para formalizar su primera victoria en una vuelta grande.

Día malo – Passage du Gois, Tour de Francia (1999)

Corría el año 1999. Tras el regreso de los activos del affaire Festina al pelotón, Zulle firmaría por el Banesto español. Participó en el Giro para preparar el Tour, donde amanecía como uno de los máximos candidatos al título. En la segunda etapa existía el nerviosismo propio de un día importante, ya que se atravesaba una carretera que durante mareas altas se encuentra cubierta por el agua del mar. A los resbaladizo hubo que añadirle el embudo que produjo la entrada al tramo, con el pelotón lanzado y todos los favoritos queriendo estar delante. El resultado es conocido, con medio pelotón en el suelo y Zulle perdiendo seis minutos en meta, precisamente la distancia que le separó en la clasificación general final de la victoria absoluta en aquella edición del Tour.

Día bueno – Lugano, Campeonato del Mundo (1996)

Tras ganar la Vuelta, el corredor de la ONCE se presentaba en la salida de aquella contrarreloj con la responsabilidad y la motivación de correr en casa, dos conceptos que históricamente habían pesado en exceso sobre los resultados de Alex Zulle. Su cabeza era su gran enemigo, decían y dicen. Rodó como los ángeles en un circuito mojado en el que derrotó a dos genios de la especialidad como Boardman y Rominger. Fue su gran día en los Mundiales, donde no volvería a acercarse al triunfo ni a las medallas, ni en contrarreloj ni en ruta, donde no terminó en seis de las siete ocasiones en las que tomó la salida.

Día malo – Cobertoria, Vuelta a España (1993)

En 1993 se disputaba la Vuelta aún en abril. La lluvia fue la protagonista de una carrera que además se decidía en el norte, con una etapa dura con meta en el Naranco y paso por la Cobertoria, un puerto duro que lo era más en la bajada por encontrarse en un estado lamentable. El suizo, entonces segundo clasificado en la general, descendió con precaución ante un suicida como Rominger, que marcó distancias. Zulle cayó y la diferencia del maillot amarillo fue ya insalvable, aunque cuando el duelo fue directo entre ambos, le mantuvo la diferencia. En la contrarreloj final Zulle fue más fuerte que Rominger, pero no le alcanzó para derrotar a su compatriota. Eso sí, sin la Cobertoria de por medio quién sabe.

Día bueno – La Plagne, Tour de Francia (1995)

Fue el día grande de Zulle en el Tour. Induráin había dado un recital en tierras belgas y tenía el Tour a punto de sentencia. El de la ONCE se filtró en una escapada que le tuvo de líder virtual durante horas. Zulle se marchó en solitario ya en el Roselend y alcanzó la meta con mucha ventaja sobre Induráin, al que sólo una exhibición sin precedentes en la última ascensión le salvó de haber perdido el liderato y sus opciones a ganar el quinto y mítico Tour del ciclista español.

Día malo – Ciudad Rodrigo, Vuelta a España (1999)

Tras el Tour de Francia de 1999 donde quedó la sensación de que Zulle perdió por aquella caída en el Passage du Gois, el líder entonces del Banesto se presentó en la salida de Murcia como el máximo favorito a hacerse con la victoria en la que hubiese sido su tercera Vuelta. Pero a las primeras de cambio, en el primer contacto con la montaña (5ª etapa) perdería todas sus opciones en la general. El ritmo de la ONCE y un mal día le hicieron hincar la rodilla en la Sierra de Francia, llegando a la meta de Ciudad Rodrigo arropado por varios compañeros y con un retraso de más de seis minutos. Se recuperó e hizo una buena carrera, interviniendo de forma decisiva en eliminar a Abraham Olano en la etapa de Andorra y en poner en dificultades en Abantos a Jan Ullrich. También se impuso en Rassos de Peguera, en los Pirineos.

Día bueno – Lago Laceno, Giro de Italia (1998)

Tras haber ganado la Vuelta en dos ocasiones, tocaba probar suerte con el Giro. Vestido con el maillot del Festina, fue el primero de los favoritos en dar un golpe de gracia a la carrera. En Lago Laceno (6ª etapa) lanzó un ataque incontestable al que escaladores como Tonkov o Pantani apenas pudieron hacer nada. Se vistió de rosa y resistió como máximo favorito hasta la ascensión a La Marmolada, donde Pantani se exhibió y el suizo se hundió. Antes de ese momento, se dedicó a dar un golpe sobre la mesa en la contrarreloj de Trieste y a imponer el miedo en sus rivales o cediendo exiguas ventajas ante Marco.

Día malo – Selva di Val Gardena, Giro de Italia (1998)

Eran los Dolomitas, esas montañas crueles que había construido y destruido mitos año tras año. Allí llegaba Zulle vestido de rosa, con el halo de casi vencedor virtual del Giro. Pero quedaba la prueba más difícil. Aquel Pantani al que la leyenda atribuye preguntas a sus compañeros por saber “cuándo empezaba la parte más dura de La Marmolada” en el momento que ascendían por las rampas más duras del propio passo. Zulle sufría y Pantani aceleraba la marcha, sin posibilidad tampoco para Tonkov de seguirle. Pantani llegaría a meta con Guerini y se vestiría de rosa. Zulle perdería incluso todas sus opciones de podio.

Día bueno – Biel, Tour de Suiza (2002)

El suizo quería ser por fin profeta en su tierra. Había ganado algún prólogo, pero nunca se había hecho con la carrera de más prestigio en el país, algo importante para un helvético. Se llevó el prólogo de esta edición de 2002 y marcó diferencias con algunos rivales como Dufaux, que todavía estaban en activo y batallando por una carrera siempre importante. Zulle resistió en las etapas montañosas y en la última crono no ganó, pero sí confirmó su victoria por fin en casa.

Día malo – Chantonney, Tour de Francia (1997)

La Vuelta a Suiza llegaba a Bosco Gurin, un valle cercano a Italia en el sur del país. La etapa la ganaría un compañero de Alex Zulle, David Etxebarria, pero la noticia del día iba a tener que ver con el suizo, muy a su pesar. Una caída le provocó fractura de clavícula, lo que hacía peligrar muy mucho su participación en el Tour de Francia de aquella temporada, para el que era uno de los máximos favoritos. Finalmente pudo estar en la salida de Rouen y ser quinto en la etapa prólogo, pero el dolor se fue imponiendo y pese a la intervención quirúrgica tuvo que acabar bajándose de la bicicleta tras la cuarta etapa y no tomar la salida en la quinta, desde Chantonney.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: CorVos // Interior: Sirotti

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *