Historia

Alfredo Binda, el primer grande del ciclismo

Nacido casi con el siglo, el mismo año en que surgió una institución como el Real Madrid, 1902, y apodado como la famosa obra de Leonardo Da Vinci, La Gioconda, por su eterna sonrisa, Alfredo Binda puede ser considerado el primer grande del ciclismo. No solo por sus victorias, que fueron muchas y muy prestigiosas, sino por lo que dejó de ganar debido al infortunio de haber coincidido en épocas con tanta complicación en las comunicaciones y que no le permitieron regar de aún más dominio su palmarés. 

Pese a ser italiano (nacido en Varese), creció en Francia. A la primera carrera que disputó se trasladó en bicicleta, de Niza a Milán para competir en el Giro di Lombardía, y ganó el premio de la subida al Ghisallo. Aquello le hizo ganarse su primer contrato profesional en el equipo Legnano. Sucedió en 1924. Tan sólo un año más tarde, se impuso en el Giro de Italia y en Lombardía, donde pasó de ser cuarto en su primera participación, a ganador absoluto. Girardengo, uno de los corredores más importantes de la época, italiano para más inri, tenía motivos para sentir preocupación. 

La guerra que se estableció entre ambos se resolvió con la preferencia de los tiffosi por Constante, en detrimento de un Binda al que siempre le buscaban rival. La victoria de Alfredo sobre Girardengo fue tomada de mal agrado por un público que en su día le odió lo mismo que actualmente se habla de él con admiración y asombro. Hay una paradoja muy curiosa. Es público que el Giro ha sido una carrera que habitualmente y de forma casi pública ha pagado a sus estrellas por tomar la salida y ser competitivos en ella. Algo hasta cierto punto lógico. Con Alfredo Binda se hizo algo similar, aunque con diferente intencionalidad. Se rumorea que la organización quiso pagarle para que no participase, dado el nivel de dominio que ejercía sobre la corsa italiana.  

Sólo participó una vez en el Tour (1930) y abandonó. Learco Guerra, nombrado extraoficialmente el nuevo rival número uno de Binda, se clasificó segundo en aquella edición, haciendo de contrapeso. Le dio tiempo, eso sí, a ganar dos etapas. 

En el Campeonato del Mundo sí ejerció tiranía, siendo durante años el máximo vencedor de la competición. Llegarían Van Steenbergen, Merckx y muy posteriormente Óscar Freire y Peter Sagan para empatar un registro que sigue a día de hoy imbatido. El tercero de ellos, conseguido además en Roma, fue ya muy apreciado por los aficionados de su país, que desde ese día veneran la figura de un campeón incuestionable. 

Nada menos que cinco ediciones del Giro de Italia cayeron en sus manos, pudiendo haber sido más de haber gozado de rivales de menor enjundia. Lombardía y Milán-San Remo también serían conquistadas por el transalpino en varias ocasiones. Su última edición del Giro, de hecho, coincide con la primera de Gino Bartali, que pasaría a ser el nuevo ídolo de la afición y que, de nuevo, sería enfrentado a otro compatriota, en esta ocasión el mítico campeonísimo Fausto Coppi

Escrito por Lucrecio Sánchez  (@Lucre_Sanchez) (colaboración con Pedro Gª Redondo)
Foto: Wikimedia Commons

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