El Tour du Rwanda UCI 2.1. es una prueba que se disputa en un precioso paisaje, en el conocido como “el país de las mil colinas” (“Pays des Mille Collines“), en la zona de los lagos. Un terreno con cerros, plantaciones de té y café. En definitiva, un continuo rompepiernas que da mucho juego para el espectáculo.
¿Cuántas ediciones lleva el Tour du Rwanda? No está claro. Tomando como referencia un artículo de Joseph Delves, podemos decir que la prueba ha vivido cuatro épocas: 1988-1990, 2001-2006, 2007-2008, 2009-2018 y 2019-Hasta la actualidad.
Entre 1988 y 1990 se disputaron las tres ediciones de lo que actualmente llamamos Tour du Rwanda. La primera fue disputada por equipos locales y la ganó Célestin N’Dengeyingoma. En 1989 y 1990, ya tuvieron presencia tres equipos regionales ruandeses más varios equipos de países de la zona (Uganda, Burundi, Kenia, Tanzania y Zaire). Ruanda era desde hacía décadas una sociedad inestable, marcada por una división entre dos grupos étnicos, hutus y tutsis, establecidos por los antiguos colonizadores belgas en función del aspecto físico (los tutsis con rasgos faciales más parecidos a los europeos que los hutus). El equipo fuerte ruandés era el Cine Elmay promovido por Emmanuel Mayaka, dueño de un cine en Bilyogo, un barrio de Kigali. Dos de sus ciclistas se llevaron el Tour en 1989 (Omar Masumbuko) y 1990 (Faustin M’Parabanyi). A pesar del parón de la prueba por el conflicto en el país, en los Juegos Olímpicos de Barcelona en verano de 1992, acudió un equipo de 4 corredores, dos de la zona de Kigali (los amigos Masumbuku y M’Parabanyi, ambos de perfil escalador) y dos ciclistas de Butare, al sur del país (el todo-terreno Emmanuel Nkurunziza, y el esprínter Alphonse Nshimiyiama). Finalmente Masumbuku no pudo competir porque se comprobó que había nacido en Burundi. Sus otros tres compañeros compartieron pelotón con Fabio Casartelli, Lance Armstrong, Erik Zabel o Davide Rebellin, entre otros, antes de tener que abandonar en la novena vuelta, desfondados con sus bicis pesadas, sin asistencia ni avituallamiento. Los ruandeses no volverían a competir durante casi una década, en la que no menos de la quinta parte de la población fue asesinada en un genocidio horrible entre abril y julio de 1994. La suerte de los tres primeros ganadores del Tour du Rwanda está ligada a esta historia: el hutu N’Dengeyingoma murió lanzando una granada contra los tutsis; Masumbuku, también hutu, participó activamente en la matanza y moriría tiempo después, enfermo, en prisión; y el único tutsi de los tres, M’Parabanyi, perdió a casi toda su familia, sobreviviendo por poco. M’Parabanyi recuerda cómo estuvo a punto de ser asesinado por el propio hermano de su antiguo amigo y compañero Masumbuku. Los otros dos olímpicos, también tutsis, corrieron una suerte dispar: Nshimiyiama fue asesinado y Nkuruziza sobrevivió de milagro tras ser atacado con machetes.

Con el comienzo del siglo XXI, el país empezó a recobrar la normalidad. Desde el año 2000, con la presidencia de Paul Kagame, que también había participado activamente como uno de los líderes en la guerra civil y genocidio, se intentó evitar la separación de hutus vs. tutsis. Kagame apoyó el ciclismo y desde el año 2001 se disputó de nuevo el Tour du Ruanda, como prueba sobre todo de carácter nacional. Los ruandeses Bernard N’Sengiyumva en 2001 y Abraham Ruhumuriza, cuatro veces seguidas (2002-2005) fueron los protagonistas de este segundo período. El keniano Peter Kamau ganó en 2006. Los ciclistas ruandeses no eran profesionales y muchos, como el propio Ruhumuriza, se ganaban la vida con la bicicleta, pero como taxistas o trasportistas.
En 2005, el estadounidense Tom Ritchey, desarrollador de la “mountain bike”, visitó el país y lució su característico bigote recorriéndolo con su bici. Acababa de divorciarse tras más de 25 años de matrimonio y las gentes de Ruanda le cautivaron y devolvieron los ánimos. Se embarcó en dos proyectos: proporcionar mejores bicicletas de transporte (usadas especialmente para llevar el café y el té de la zona) y desarrollar el ciclismo del país. Para esta segunda tarea, contó con un compatriota, Jacques “Jock” Boyer, quien en 1981 había sido el primer estadounidense en disputar el Tour de Francia pero que cumplió condena entre noviembre del año 2002 y enero de 2006 por abusar de una menor.
Jock Boyer llegó a Ruanda a finales de 2006. Junto a su pareja, Kimberly Coats, y el apoyo de la federación nacional (Ferwacy) desarrollaron el proyecto de un equipo ciclista, el Team Rwanda, desde 2007. Los primeros ciclistas del grupo fueron Abraham Ruhumuriza (quíntuple ganador del Tour de Ruanda), Adrien Niyonshuti, Rafiki Jean de Dieu Uwimana, Nathan Byukusenge y Nyandwi Uwase, seleccionados tras pruebas de esfuerzo y rendimiento. El veterano Ruhumuriza (29 años) ganó su quinto Tour du Rwanda en 2007 y el joven Niyonshuti (22) se llevó el de 2008 por delante de Byukusenge. Adrien se convirtió en un referente y fichó a partir de 2009 por el MTN-Qhubeka sudafricano de Doug Ryder, donde permaneció hasta 2017; desde fuera, el Team Rwanda siguió apoyándole de cara a su reto de participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en la disciplina de “mountain bike” (39º y penúltimo) y en los de Río 2016 en la prueba de ciclismo de carretera (que no pudo acabar). Adrien, con su dura historia personal y familiar (nacido en 1987, creció durante la guerra civil de los noventa), era la cara más visible del proyecto de Boyer, que siguió desarrollando el ciclismo ruandés y compitiendo en ocasiones en pruebas fuera del país, incluso en Estados Unidos. Para conocer más sobre Adrien Niyonshuti, os recomendamos este artículo previo con una entrevista de Jorge Matesanz en High Cycling, un artículo completísimo de Sergio Yustos y la reseña sobre “La tierra de las segundas oportunidades” que hizo Víctor Díaz Gavito.
En el período entre 2009 y 2018, el Tour du Rwanda consiguió convertirse en una prueba internacional de la categoría UCI 2.2. (la más baja). Seguía siendo una prueba secundaria del UCI Africa Tour frente al Tour du Faso (en Burkina Faso) o la Tropicale Amissa Bongo (en Gabón), pero su crecimiento era innegable. En esa internacionalización llegaron las victorias internacionales del marroquí Adil Jelloul (2009), el eritreo Daniel Teklehaimanot (2010), el estadounidense Kiel Reijnen (2011) y los sudafricanos Darren Lill (2012) y Dylan Girlestone (2013). Fueron años dude aprendizaje tanto para los organizadores y también para el Team Rwanda de Boyer. Pronto llegarían tanto el crecimiento de la prueba como los resultados deportivos. Entre 2014 y 2018 los ruandeses encadenaron cinco victorias en la general, con Valens Ndayisenga (2014 y 2016), Jean Bosco Nsengimana (2015), Joseph Areruya (2017) y Samuel Mugisha (2018). Era una época en la que sobre todo corrían selecciones nacionales africanas y donde ya pudimos ver el desarrollo de grandes ciclistas que hicieron podio, como el eritreo Natnael Berhane (2º en 2010), el sudafricano Louis Meintjes (2º en 2013), el eritreo Metkel Eyob (2º en 2016 y 2017), el keniata Suleiman Kangangi (3º en 2017). Jock Boyer y Kimberley Coats desarrollaron desde el año 2014 el Africa Rising Cycling Center (ARCC) en Musanze y transfirieron la dirección del centro y del equipo a la Federación ruandesa (FERWACI) a finales de 2017, regresando a Estados Unidos.

En 2019 el Tour du Rwanda inició un nuevo período con su ascenso de categoría, a UCI 2.1. Comenzaron a competir equipos europeos, sobre todo franceses y belgas al principio. Poco a poco, especialmente al conseguir mantenerse y no anularse durante la pandemia frente a otras pruebas africanas, la vuelta de Ruanda se ganó a pulso ser, posiblemente, la prueba internacional más importante en la actualidad en África. El sello “Visit Rwanda” también ha aparecido en las camisetas de equipos de fútbol como el Arsenal o el PSG y está muy vinculado a las inversiones y relaciones comerciales de Ruanda con Qatar. Los ciclistas eritreos, que ya se habían “destapado” desde la edición de 2010, se han codeado estos años con los equipos de otros países, con las victorias de Merhawi Kudus (2019) y Natnael Tesfatsion (2020 y 2022). La edición de 2021 parecía también encarrilada para otro eritreo hasta la quinta etapa, Metkel Eyob, pero finalmente el Mur de Kigali y el Mont Kigali dieron un vuelco a la general, que se llevó el español Cristian Rodríguez con el equipo francés Team Total Direct Energie. En la edición de 2022, otro español, Ángel Madrazo, fue líder tras la quinta etapa pero acabó 4º final y cedió ante un Tesfatsion que, apoyado por sus compañeros colombianos del Drone Hopper-Androni de Gianni Savio, este año 2023 no estará en el Tour du Rwanda porque no forma parte del calendario de su nuevo equipo, el Trek-Segafredo.
Aunque de cara a la general suele ser mucho más decisivo el Mont Kigali (5,9 kilómetros al 6,7 % de media), la prueba es muy conocida por el adoquinado Mur de Kigali (menos de 500 metros al 7,8 % de desnivel), sobre el que ya hablamos el año pasado en un detallado artículo en High Cycling que os recomendamos.
En el recorrido de 2023, entre el 19 y 26 de febrero, tendremos 8 etapas para un total de 1.130. Para el análisis de los recorridos os recomiendo este enlace de la prensa local y la propia página oficial. En el momento de escribir este artículo no cuento con el perfil exacto de cada etapa, pero podemos hacernos una idea con los datos que se indican en esos enlaces.

Etapa 1: Kigali Golf-Rwamagana, 115.6 kilómetros. Desnivel positivo (D+): 1502 metros. Dureza según los organizadores: * Baja (1 estrella). Siempre intentan promocionar alguna zona o instalación de la capital en la primera etapa y este año le toca al campo de golf. El tramo final es un circuito con cinco vuelta en torno a Rwamagana, al este de Kigali. Es una etapa corta y explosiva. Es la más propicia para una llegada al sprint, pero para ciclistas que puedan con el kilómetro y medio final, que pica hacia arriba.
Etapa 2: Kigali – Gisagara, 132.9 km. D+: 2553 m. Dureza: ** Media (2 estrellas). Nueva salida de la capital, en este caso hacia el sur. Tres puertos en el primer tramo de la carrera (Ruyenzi, Kamonyi y Nyamabuye) y luego un perfil más suave. Una colina que se corona a un kilómetro de meta dificultará un sprint masivo, aunque el final es llano.
Etapa 3: Huye-Musanze, 199.5 km. D+: 3.360 m. Dureza: *** Media-Alta (3 estrellas). Ruta desde el sur hacia el norte, pasando a mitad de recorrido por Kigali. Es la etapa más larga del Tour. La parte inicial es suave, pero en la segunda mitad del recorrido se suben hasta cuatro puertos de primera categoría. Final en alto, tras una última ascensión de 2,8 km al 6,1 %.
Etapa 4: Musanze – Karongi, 138.5 km. D+: 2.378 m. Dureza: *** Media-Alta (3 estrellas). Se va hacia el oeste, hacia el lago Kivu, con 3 puertos de primera categoría pero no tan explosivos como en otras etapas. Estas ascensiones con desniveles muy progresivos pueden dar mucho juego para fugas y, teniendo en cuenta que cada equipo solo tiene 5 ciclistas, el control de la carrera es complicado.
Etapa 5: Rusizi – Rubavu, 195.5 km. D+: 4.157 m. Dureza: *** Alta (4 estrellas). La etapa con más desnivel positivo acumulado, la segunda más larga, crucial para el desarrollo de la carrera. Rompepiernas. Muchas colinas que subir y bajar en paralelo al lago Kivu. De nuevo, final parecido a la etapa 2, con una ascensión de 1,7 kilómetros cercana a meta que puede marcar un último corte.
Etapa 6: Rubavu – Gicumbi, 157 km. D+: 2.961 m. Dureza: *** Media-Alta (3 estrellas). Desde la sede de la fábrica de cerveza Amstel local, la carretera toma la ruta hacia el interior del país. Las ascensiones duras (Shashwara y Kivurunda) en la primera parte de la prueba son un anticipo de Tetero, puerto de categoría especial que dejará la prueba encarrilada hasta un nuevo final en alto en Gicumbi, tras una subida de 5,4 km. Posiblemente sea la etapa que acabe de marcar diferencias en la general, que suele ir en otras ediciones muy igualada hasta esta etapa 6.
Etapa 7: Nyamata – Mont Kigali, 115.8 km. D+: 2.159 m. Dureza: *** Alta (4 estrellas). La etapa reina, aunque no sea ni la más larga, ni la de mayor desnivel positivo acumulado. Se subirá el mítico Muro de Kigali adoquinado y se finaliza con dos pasos por el Mont Kigali.
Etapa 8: Kigali – Kigali, 75.3 km. D+: 1.885 m. La última etapa del Tour es corta, sí, pero no precisamente un paseo. Tendremos el tradicional circuito con 3 pasos por el Muro de Kigali abarrotado de aficionados y otros tres por Rebero, (3,5 km al 5,7 %) antes de la ascensión final al Canal Olympia (5,2 km al 6,5 %). Un recorrido que da mucho juego. Este es el recorrido que muchos esperamos cuando se celebre el mundial en ruta en Kigali en 2025. Similar a la etapa que ya vimos en 2022. Espectacular.

Respecto a los participantes en 2023, podremos ver la lista actualizada final en First Cycling. Destacan como favoritos varios equipos: los malayos Terengganu Polygon (con 3 ciclistas que ya saben lo que es hacer podio en Ruanda: Anatolii Budiak, Jesse Ewart y Metkel Eyob), los neozelandeses de Bolton Equities Black Spoke (con el británico Mark Stewart), los alemanes de Bike Aid (con el joven eritreo Dawit Yemane), el Soudal Quick-Step (con Ethan Vernon), el Q36.5 de Doug Ryder (con Carl Fredrik Hagen) y el China Glory (con James Piccoli). Muchos ponen como principal favorito al reciente campeón africano, Henok Mulubrhan (Green Project-Bardiani), aunque yo creo que el final en Mont Kigali y la última etapa no cuadran del todo con su perfil. Para la primera etapa yo no descartaría a la selección de Argelia, con Hamza Amari. Las selecciones de Ruanda (con Moise Mugisha sobre todo) y de Eritrea (con el veterano Daniel Teklehaimanot de vuelta a Ruanda) seguro que serán muy combativas. También intentarán pelear alguna etapa, entre otros, el TotalEnergies (con Víctor de la Parte como líder) y el Euskaltel, que acude por primera vez a Ruanda con ganas de estar en las fugas. Como curiosidad, el dorsal número 1 en 2023 será el británico Chris Froome (Israel Premier Tech), keniano de nacimiento y que regresa a África tras muchos años, aunque no se le espera en principio entre los favoritos.
El español Óscar Pelegrí, ciclista que corrió con el Burgos-BH la pasada edición de 2022, nos explica por qué el Tour du Rwanda es tan especial: “Lo que más me ha sorprendido del Tour de Ruanda es, por un lado, la dureza del recorrido: es un país con mucho desnivel, muchas montañas. Me sorprendió la cantidad de público que había en la carrera: no había nunca ni dos kilómetros sin gente durante el recorrido. Una competición internacional como esta permite llegar a personas que no habrán visto antes nada parecido, con el Tour de Ruanda se llega a la gente de muchas ciudades y pueblos ruandeses por las que hemos pasado. La gente ruandesa es muy respetuosa. Van viviendo su vida, ves a los niños siempre con una sonrisa pese a las dificultades. A pesar de las dificultades económicas y desigualdades de muchos allí, sobre todo en los pueblos, tienen una forma de vivir diferente a la que en España estamos habituados. Yo creo que Ruanda va a tener un mundial espectacular y muy atractivo en 2025. Va a ser muy duro, no solo por el recorrido, sino por la altitud. Solamente con la capital, Kigali, ya da para hacer un muy buen recorrido. Los ciclistas que vengan a disputarlo tendrán que aclimatarse, acostumbrarse sobre todo a la altitud. Aún no sabemos el recorrido, pero creo que será un mundial en el que quienes van a tener más papeletas para ganar serán los escaladores. Ha sido una experiencia increíble de las que marcan para siempre. Por mi parte, me encantaría volver a disputar el Tour de Ruanda.“
Para quienes queráis seguir la prueba, normalmente pocas etapas tienen conexión con imágenes en directo (a veces en Kigali sí lo hacen), pero los resúmenes diarios siempre merecen mucho la pena. Os recomiendo las redes oficiales de la propia carrera para seguirlos, por ejemplo por Twitter o en la web www.tourdurwanda.rw/
Escrito por: A. M. Fuente (aka Viktor Frankenaerts: @cyclinggeo)
Fotos: Tour du Rwanda