Es el puerto, el referente del Tour de Francia en muchos sentidos. No siempre ha sido tradición en el Tour, ya que durante muchos años no ha habido llegadas en alto en la carrera y al no ser exactamente un puerto de paso y estrenarse en 1952 con victoria para el mítico Fausto Coppi, que además se vistió de líder en su cima y acabó ganando aquella edición. Ese mismo año se subieron también Sestrieres y Puy de Dôme, con triplete para el italiano. Los catorce kilómetros al 8% atravesando las famosas veintiún curvas de herradura pasarían a ser historia del ciclismo. En ellas se han ido incluyendo los ganadores en la mítica cima en orden inverso, si bien se dejó de incluir su ascenso hasta el año 1976.
Zoetemelk retomó en aquella edición Alpe d’Huez. El holandés se haría con dos victorias en la cima, siendo uno de los más laureados en ella. En 1977 se dio una edición muy curiosa, con los organizadores enfadados con los ciclistas por la falta de combatividad. Van Impe atacaría en el Glandon intentando emular su victoria del año anterior en Pla d’Adet, y poniendo en jaque al líder, el galo Bernard Thevenet, comenzando a escalar muy cansado. La etapa la ganaría Kuipers, pero lo llamativo fue que Van Impe fue lanzado al suelo por un coche en plena subida. Lo adelantan sus rivales, que le dejan atrás. Por desgracia, no es un episodio aislado en Alpe d’Huez. Por diferentes motivos se repitió la escena con Giuseppe Guerini en 1999, tirado al suelo por un fotógrafo, aunque el italiano sí logró llegar destacado a meta. Otro transalpino como Vincenzo Nibali no corrió la misma suerte.
En 2013 se ascendió en dos ocasiones, alternando con la bajada por Sarenne, muy espectacular, y final de nuevo por las 21 curvas. Salvo un ataque más de ganas que de fuerzas de Contador, poco se pudo ver en ese primer paso. Sin embargo, en 1979 hubo dos llegadas al coloso alpino. La programada llegada al Col de Vars, en una etapa durísima suspendida por problemas de licencias de última hora, obligó a la organización a solicitar el favor de llegar a Alpe d’Huez en sustitución de la mencionada etapa. Zoetemelk volvería a ganar, así como se vio al portugués Joaquim Agostinho triunfar y ganarse su curva.
En 1979 debutaría Bernard Hinault, que se llevaría el Tour y saldría de amarillo de las dos etapas con meta en la estación. Bastantes ganadores holandeses en una montaña que se conoció como la de “los holandeses” debido a este hecho. Fignon también usaría este ascenso en 1983 para alzarse con el amarillo a costa de otro galo, Simon, que corría con una fractura de omoplato y tuvo que abandonar. Un Laurent que culpó a su director, Guimard, de no dejarle correr de forma más agresiva y que le impediría alcanzar a Lucho Herrera, que inscribiría su nombre así en la leyenda. Mítica y humillante fue la pasada con el maillot de campeón francés que realizó sobre Bernard Hinault en esta carretera.
Pasamos ya a 1986, con la imagen más icónica del Alpe d’Huez, con LeMond e Hinault con brazos en alto en uno de los Tours más polémicos de siempre por la relación entre ambos corredores de la Vie Claire. Después viviríamos la ruptura de la tradición de que quien saliese de la cima de amarillo llegaría de amarillo en París. Pedro Delgado lo hizo en 1987, pero no subiría al cajón más alto de los Campos Elíseos. En 1988 sí se cumpliría y ganaría Perico el Tour. Fignon salió de líder, pero fue batido en París por Greg LeMond, pasando la leyenda a decir que se debía ganar una contrarreloj para cumplir esa matemática.
Después en los 90 se pasa de los holandeses al dominio de los italianos, con doblete de Bugno, de Marco Pantani, batiendo el récord de la subida. En el 94 no ganó el ‘Pirata’ debido a que su equipo, el Carrera, pasó de él y benefició a su compañero Roberto Conti. Hampsten se llevaba la victoria en el 92, otro nombre célebre. Más tarde, en 1999 se vería una circunstancia especial, con Lance Armstrong se dice que frenado por su director Bruyneel, por suspicacias lanzadas por la prensa francesa tras su exhibición del día anterior de Sestrieres. En 2001 sí que sería la cima del norteamericano, conocida como ‘The Look’ por su mirada al alemán Jan Ullrich, aunque después con los años se supo que la mirada era más hacia Chechu Rubiera para ver la distancia que tenía con sus compañeros por si le entraba el desfallecimiento. Una etapa aquella donde el Telekom picó el anzuelo de US Postal, ya que fingieron un desfallecimiento durante toda la etapa para en la última subida rematar al conjunto teutón.
En 2003 el tirón de Triki Beltrán desbarataría el gran treno de US Postal, dejando a Armstrong tocado. Un hecho que aprovecharían sus rivales, como Beloki y Hamilton, aunque la victoria sería para el vasco Ibán Mayo para inscribir su nombre en la cima. Vinokourov sería segundo. Un año más tarde se celebró una cronoescalada, con victoria también para el estadounidense vestido de amarillo, la primera vez que escala este puerto con la preciada prenda. En 2006 ganó Frank Schleck y ascendía de amarillo Pereiro, que cedía el liderato.
En 2008 Carlos Sastre sentenció la edición, con una victoria magnífica e incontestable. En 2011 se recuerda la gran ofensiva de Alberto Contador desde el Telegraphe. Samuel Sánchez se escapó con él en la última subida, aunque ambos fueron batidos por Pierre Rolland. Evans se postularía como ganador del Tour, con Voeckler cometiendo graves errores tácticos de derroche de fuerzas. Más tarde veríamos a Riblon triunfar, a Nairo Quintana levantar la mano en señal de segundo puesto o de victoria tras haber llegado triunfante Pinot. Geraint Thomas confirmó en Alpe d’Huez una auténtica gesta por ganar dos etapas alpinas consecutivas en línea, algo que no pasaba desde 1993 por Tony Rominger (Serre Chevalier e Isola 2000).
Escrito por Pedro García Redondo
Foto: Sirotti