Carreras Opinión

Amstel Gold Race, la más temida de las Ardenas

Existen dos clases de carrera. Por un lado, las preparatorias. Por otro, las que suponen un objetivo en sí. Unas sirven a las otras y subdividen en las que inician la temporada y las que enlazan unos objetivos con otros. Lo bueno de este ciclismo que está germinando es que no hay mucha diferencia entre el trato que los mejores ciclistas del mundo otorgan a unas sobre otras, compitiendo al tope de su rendimiento en todas ellas, lo cual es de agradecer. También hay competiciones más orientadas a un perfil de ciclista, con los clasicómanos y los vueltómanos como mayores figuras a atraer. Dependiendo de su lugar en el calendario y su intencionalidad, la organización recurrirá a un trazado o a otro, a una exaltación de un reclamo como podría ser el final en el Muro de Huy, o a una ocultación, como sucede en el Giro de forma habitual cuando los datos de libro de ruta y cuentakilómetros no terminan de finalizar emparejados. Detalles sin importancia. 

Amstel durante un tiempo fue esquivada cual obstáculo en concursos de hípica. Por parte de muchos vueltómanos, claro. La estrechez de las carreteras y la fama de caídas la hizo la más temida del trío de las Ardenas. Flecha Valona termina en muro y el planteamiento de carrera suele ser sencillo: unipuerto en concepto. Lieja-Bastoña-Lieja es monumento, con todo lo que ello connota, de longitud mucho más amplia y una reunión de estrellas que no enfrentan los kilómetros con los mismos miedos y complejos que en Amstel. Y si los tienen, al menos no los (de)muestran. En definitiva, poca razón para tener esa animadversión por el riesgo. Riesgo que existe siempre que un ciclista se pone un dorsal, si bien a estas alturas de año una caída y fractura leve supone perderse por cercanía Giro, Tour o las dos. 

El Cauberg, símbolo de la Gold Race, ha sido escalado por ciclistas de todos los pelajes. Bien es cierto que la implicación de los favoritos a los podios en las de tres semanas ha ido fluctuando de forma proporcional a la importancia que su generación haya aportado a las disputas de un día. Amstel, el ‘patito feo’ del trío por contar con menos tradición, es la que más perjuicio suele obtener. ASO hace el resto, siempre es bueno contentar a los dueños del Tour, la vida, como el ciclismo, da muchas vueltas y nunca se sabe, hay que agradar a la mano que algún día te puede dar de comer. Al fin y al cabo, es la carrera más popular de Países Bajos, que no deja de ser una especie de rival para Bélgica, también, cómo no, en ciclismo.

Tal es así que Amstel se aleja en 2022 de sus dos primas-hermanas, emparejándose con el Tour de Flandes, una de las carreras del año sin lugar a dudas. Esa intromisión en el mundo de los adoquines habrá que ver cómo funciona con la participación, si bien quedando todo a pocos tiros de piedra (nunca mejor dicho), siempre se resiente la que se mueve en el calendario, al menos a corto plazo. La experiencia dice que la concentración de carreras y fechas favorece el desplazamiento de estrellas. Bien es cierto que, pese a que no sea parte de los cinco monumentos del ciclismo, sí tiene Amstel una fama y prestigio bien ganados. Eso garantiza buenos nombres, aunque hablando del máximo nivel, veremos qué tal sientan las probaturas. 

El haber jugado con mover la meta un tanto más allá del Cauberg le ha dado más dimensión a una prueba que en ese sentido tenía un desarrollo (que no planteamiento) similar a Flecha Valona, con los grandes outsiders buscando el mejor de los rendimientos en el muro final. Ahora es cierto que se requiere rendir en dichas rampas, pero no es menos verdad que el terreno hasta meta garantiza movimientos tácticos, de esos que acaban por decidir las carreras por sorpresa. El resultado es una Amstel más viva, más llena de sorpresa e incertidumbre. Y es que esta fórmula se acerca más a las que trajeron el Campeonato del Mundo a Valkenburg, con sendas victorias de Oscar Camenzind, el suizo del Mapei que acabó luciendo maillot con el Lampre, o a Philippe Gilbert, que en 2012 se coronó con el maillot arco iris. 

Texto: Lucrecio Sánchez  (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti

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