Ullrich sólo habrá uno. Kloden, también. El alemán salió a la palestra con un par de fotos tomadas en el mismo sitio, luciendo el mismo maillot y presentando cualidades ciclistas ciertamente parecidas. Gran contrarrelojista, buen escalador, tipo de fondo y regular… un diamante para las vueltas por etapas. Kloden ya salió cuando el casco era perenne y su rostro no era tan característico o diferente de la normalidad como Jan. Ullrich tenía un físico privilegiado, al estilo de Ronaldo, el futbolista. Ganaba mucho peso en los inviernos y después sufría en los infiernos del Tour para acabar siendo más veces segundo que el propio cabecilla de los ‘segundones’ como fue Raymond Poulidor.
Kloden comenzó prometiendo ser una máquina más perfecta que su mentor. Sin embargo, poco a poco se vio que iba a ser más constante y ganador fuera de los terrenos fetiches para Ullrich, pero no iba a llegar a las cotas del campeón del Tour de Francia de 1997. En el año 2000 ganó París Niza y País Vasco, lo que lanzó las campanas al vuelo con el nuevo pupilo aventajado del Telekom. Joven, prometedor, escuela alemana cuando todavía se creía en el ciclismo en Alemania…
Conforme su líder fue perdiendo gas, él lo fue ganando. En el Tour de 2004 ya fue segundo, únicamente por detrás del sheriff Armstrong y aventajando a su líder en dos posiciones, empujándolo fuera del podio. Estaba claro quién era el señalado para obtener la gorra de capitán, y ése era Andreas. Kloden consiguió repetir posición dos años más tarde, cuando los líderes se vieron envueltos en la Operación Puerto y su camino estuvo más allanado que nunca.

Sin embargo, primero la escapada de Pereiro y después la estafa de Landis le robaron una edición que debió perseguirle, ya que de no haber dejado escapar al español tal vez tendría un Tour bajo el brazo y todo hubiese sido muy distinto. Después se erigió en delfín, en soldado y no lo pudo hacer mejor. Salvó un Giro a Contador camino del Monte Pora cuando Di Luca y sus secuaces le pusieron contra las cuerdas. Un año más tarde, Alberto le devolvió el favor eliminándole del podio de París. Subían La Colombiere, el puerto que debían coronar antes de alcanzar la meta en Le Grand Bornand.
Los Schleck y el maillot amarillo marchaban junto a Kloden en cabeza de carrera. Los luxemburgueses iban tirando, con la carrera sentenciada para el español, buscando ganar tiempo para asegurarse una foto en París que tardaría en llegar, pero llegó. En eso que el líder, compañero de equipo del alemán, lanzó un ataque demoledor que desarboló al alemán y le hizo perder comba. Un ciclista que iba bien a ritmo obligado a subir a cambios de ritmo. Contador ni siquiera se acabó marchando. El teutón se hundió. De no haber perdido tanto tiempo ese día, hubiese sido podio, era el tercero más fuerte.
Después normal que a la hora de elegir bando en la división del equipo Astana entre los que se fueron con Armstrong y los que se quedaban con Contador eligiese al primero. Una magnífica forma de hacer amigos. Después ya se fue dirigiendo más a ser un acompañante de líderes en RadioShack, ganando cositas por el camino, como una Tirreno Adriático o el Tour de Romandía. Siempre elegante, siempre constante. Intentó la general del Tour por última vez en 2012, dada la gran cantidad de crono.
En cambio, ni siquiera entró en el top ten. Dejó el ciclismo en 2013 tras dieciséis años en el profesionalismo y una carrera donde se le achacó ser primero el delfín de Ullrich y después cuando le tocó ser el jefe a él no aprovechó las oportunidades y se quedó a las puertas en varias ocasiones.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Sirotti