Sólo dos equipos en la élite y dos de los equipos punteros del ciclismo mundial. Un costarricense que en lugar de ponerse como prioridad la búsqueda de protagonismo, está dedicando su carrera a lanzar, a proteger y potenciar a sus líderes. Con él en el equipo se han logrado siete podios en grandes vueltas, con dos victorias en el Giro y una en el Tour. Un pedacito de esas glorias pertenece al bueno de Andrey, como buen coequipier.
De Amador hemos visto, sin embargo, varias facetas. Tuvo un momento a lo largo de su trayectoria donde probó como líder en el Giro de Italia para medir sus condiciones de aspirante. Su evolución era tan positiva y tan evidente que había que salir de dudas sobre qué clase de corredor iba a ser y a qué iba a dedicar los esfuerzos. Pese a que ganó una etapa de montaña en la siempre correosa cima de Cervinia y se clasificó cuarto en un Giro corrido de forma intensa por parte de los actores principales, pronto entendió que su rol en el ciclismo debía ser otro, mucho más productivo y menos incierto como liderar a una escuadra en la siempre difícil tarea de las grandes vueltas. Más aún cuando corres en conjuntos tan plagados de talento como Movistar o Ineos.
Esa decisión fue clave, ya que con potencial para haberse acercado a muchas victorias, Andrey logró una posición inquebrantable que aprovechaba todas sus condiciones: ser gregario de lujo. Por ello, sus instantáneas más habituales son en cabeza de pelotón o decidiendo momentos históricos en el ciclismo de una parte o de otra. Alguna fuga, alguna filtración para molestar a los capitanes rivales, pero siempre una mentalidad de ayuda, de equipo.
Para Nairo Quintana se convirtió en un apoyo muy importante dentro del equipo. Un puntal que trabajó para él de forma incondicional. También está siendo un puntal en Ineos, donde llegó de la mano de Richard Carapaz, al que aupó al peldaño más alto del Giro de Italia y con el que tiene un feeling especial. Para Valverde también ha sido un ciclista importante, si bien ha coincidido con algunas ocasiones en las que el ciclista nacido en San Ramón se ha encontrado inspirado y ha lucido de forma individual.
Un gregario que además, en estado de gracia, multiplica su alcance por cuatro. Capaz de tirar del grupo y realizar el trabajo que varios compañeros de equipo realizarían. Incansable, insistente, con el evidente potencial de estar cerca del top-ten si fuese él el elegido como líder. Una auténtica garantía que se deja la piel por sus colores. ¿Hasta dónde hubiese llegado de haberse aprovechado en pos del lucimiento propio? Ya en su madurez será difícil de saber, pero quizá estaríamos hablando de que hubiese supuesto un punto de inflexión aún mayor para el ciclismo de su país.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti