El 14 de febrero de 1991 nacía en Viena una medallista olímpica para Austria, la ciclista Anna Kiensenhofer. Doctorada en Matemáticas por la Universidad Politécnica de Catalunya, la corredora austriaca logró su día de gloria en verano de 2021, el día que más alto iba a disparar su fama desde entonces, cuando a pesar de haber formado parte del Lotto Soudal femenino en 2017, su figura representaba a una mujer bastante desconocida fuera de ámbitos muy especializados en ciclismo femenino. En todo caso, una fama ciertamente alejada de todas esas estrellas a las que dejó con la miel en los labios en la gran cita olímpica, quizá la cita más importante del año en el calendario femenino.
Y es que su victoria vino por una sorprendente escapada de largo alcance. La típica que las mejores ciclistas esperan neutralizar conforme se acerquen los últimos momentos de la competición. Una empresa que en este caso fue absolutamente imposible porque la austriaca, como buena matemática, calculó a la perfección sus esfuerzos y no hubo manera de echarle el guante. Anna conseguía así la única medalla de oro para la delegación de Austria en Tokio 2020. Incluso la primera medalla de oro para el país europeo desde los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Subir al podio le valdría por tantos malos momentos que atravesó no hace tantos años. A finales de 2017 sufría una depresión, agravada por alguna otra dolencia como osteoporosis, que empujaría a la ciclista a colgar la bicicleta. Uno de sus mayores logros fue ganar la Copa de España (primera ciclista foránea en conseguirlo) en 2016, lo que le llevaría al Lotto, donde estuvo únicamente durante la temporada 2017. Tras un año decepcionante, donde no se encontró como esperaba, decidió regresar a su país y dedicarse a otros menesteres como la investigación matemática. Siguió haciendo deporte (antes del ciclismo, hizo duatlones y triatlones), pero el profesionalismo quedó a un lado.

En 2019 ya se encontraba recuperada y se labró un buen regreso debido a proclamarse campeona de Austria tanto en línea como en ruta. Vistas esas prestaciones, fue seleccionada para el Campeonato de Europa de ciclismo, donde fue quinta en la prueba cronometrada. Ello le llevó a disputar los Juegos Olímpicos en Tokio, donde se dio la paradoja de no partir como una de las favoritas y de aprovecharse del despiste de sus rivales, que no pudieron recuperar el tiempo de pérdida tras su esfuerzo en solitario de 40 kilómetros. Llegó a meta entre muestras de alegría, mientras sus rivales ni siquiera eran conscientes de que la representante de Austria iba por delante.
Anna Kiesenhofer regresó en 2022 al Campeonato de Austria, pero sólo pudo ser segunda en ambas pruebas de línea y crono. En esta última disciplina había enlazado tres victorias consecutivas, pero en 2022 le tocó ceder el testigo a Christina Schweinberger, también campeona por delante de nuestra protagonista en la prueba en línea. Su hermana Kathrin había ganado las dos últimas ediciones en línea, por lo que se vislumbra ahí una saga que compita con la campeona olímpica por la hegemonía del ciclismo femenino austriaco.
En los Mundiales no ha rendido aún al mismo nivel, pero sí consiguió entrar en el top 10 de Wollongong, por lo que demuestra que tiene todas las papeletas para seguir en la élite si las lesiones le respetan y su cabeza no le traiciona. Desde el Frigoríficos Costa Brava de 2016 que se reconocía una auténtica novata a la Anna de 2023, con una medalla de oro olímpica a sus espaldas y títulos que respaldan su calidad como ciclista.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Alex Whitehead_SWpix.com