Durante años se ha colgado el cartel de heredero a todo aquel que ha pisado fuerte tras la irrupción y desaparición de un grande del ciclismo. En Italia hubo continuidad durante algunos años con la conexión Pantani-Simoni-Basso-Nibali. En Francia, Virenque y Jalabert tomaron el relevo de Mottet o Fignon. En España, esa losa cayó sobre las espaldas de Olano y Escartín. Sobre todo, sobre el primero, mucho más exitoso en las grandes vueltas. Después fue al aragonés a quien le cundió más y mejor. Los escaladores siempre gustaron más en España por mera tradición.
Sin embargo, el heredero de Miguel Indurain, a su vez tomando el relevo de Pedro Delgado, era Antonio Martín Velasco. El madrileño de Torrelaguna era, sin lugar a dudas, el ciclista más prometedor no ya sólo del panorama nacional, sino internacional para ser lo que en los países anglosajones se conocía como ‘The Next Best Thing’. Un ciclista que en su debut con el Amaya en el Tour de Francia logró alzarse con el maillot blanco de mejor joven y un 12º puesto que supo a victoria.
Es cierto que después otras figuras irrumpieron con mucha más fuerza, como un Ullrich que se las prometía felices en la segunda mitad de los noventa, pero es cierto que en el español se vislumbraba esa clásica evolución a muy buen ciclista, a corredor que iba cociendo a fuego lento y que tarde o temprano iba a explotar en figura internacional. Mala suerte que Indurain tuviese su Edad Imperial coincidiendo con su aparición, lo que le restó por un lado notoriedad. Por otro, es cierto que restaba presión y atención mediática. Pero no hay que engañarse, Antonio Martín era ya un ciclista al que se esperaba.
Su evolución en categorías inferiores fue magnífica. Su salto a profesionales, en el año 1992, algo inevitable. Tanto que Amaya, un buen equipo para foguearse, se le quedaba pequeño. Por ello, tras su gran Tour, pasó al equipo de moda, el Banesto de Miguel. Sin embargo, apenas un par de meses de su fichaje por la escuadra navarra sucedió lo peor. Un camión se llevó por delante de un plumazo tantas ilusiones y a una estrella del ciclismo en ciernes. La noticia no podía ser un jarro de agua más fría de lo que ya fue. Aquel 11 de febrero de 1994 murió con Antonio mucho más que un brillante ciclista. La pérdida humana llegó más allá y creó un mito que aún hoy se recuerda con anhelo y rabia.
Antonio Martín será recordado como lo que pudo ser y no fue. También por lo que pudo llegar a ser, que fue mucho. Y por lo que no pudo llegar a ser. En primer lugar, uno de los grandes lugartenientes de Indurain, que bien podría haber tomado el relevo después no sólo del equipo Banesto sino del ciclismo español, llenando un hueco tan grande como el que también dejó, aunque por diferentes motivos, el campeón navarro tras su retirada. Con 24 años nos dejó, pero su leyenda quedará siempre presente. Eterno, Antonio.
Texto: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti
No le restó ninguna notoriedad ..al menos para los aficionados al ciclismo.
En donde se dió a conocer este malogrado chaval –a quien Dios todopoderoso ha de tener en su Gloria– fué en la Volta del 92…que a la sazón se disputaba en Septiembre.. y ya no recuerdo si era en la ascensión a Wallter 2.000 o el Monte Caro en la que se quedaron solos Indurain, Rominger…y El y de la cual solo pudimos ver los primeros km y el último debido a las malas condiciones meteorológicas. Aquella fué una jornada de mucha ilusión. Los demás entraron muy lejos y entre esos ” los demás” estaba la flor y nata del pelotón nacional español (Perico, Echave, Zarrabeitia, etc, etc) y otros grandes nombres del pelotón internacional como Andy Hampsten o Piotr Ugromov, entre otros. Y no, a ningún buen aficionado le pasó inadvertida la fantástica prestación del corredor madrileño. Al año siguiente en El Tour 93, un Tour muuy duro, Antonio Martín volvió a demostrar que lo de Cataluña no había sido un día de inspiración aislada. Banesto tomó nota y los aficionados españoles empezamos a soñar con el escalador que daría el relevo a.. Pedro Delgado y no a Indurain que por aquel entonces parecía tener cuerda para rato.
Luego vino este palo tan gordo para el ciclismo español..y fué un palo tan gordo tan gordo que los dioses del ciclismo se apiadaron de nosotros y consideraron justo que el siguiente gran Campeón que naciera en la vieja piel de toro.. tendría que ser madrileño y de apellido..VELASCO.