El inicio de las piedras con Omploop Het Nieuwsblad y la victoria de Dylan Van Baarle, la reedición del éxito en Kuurne-Bruselas-Kuurne a cargo de Tijs Benoot, y la sucesión de dominios de Van Aert en E3 y Gante Wevelgem, donde regaló la victoria a su compañero Christophe Laporte, que a su vez ganó Dwars Door Vlaanderen. Dominio absoluto y la sensación dejada en los rivales y en la retina de los aficionados que iban a ganar las carreras quienes sus directores o líderes designasen para cada momento, con una demostración constante de control de la carrera. Una exhibición que nos recordó a aquellas que el Quick Step de los últimos tiempos nos regaló. E incluso no se veía ese dominio tan aplastante de la táctica.
Las curvas llegaron con el regalo de Van Aert a Laporte, tras el cual se registraron duras declaraciones de Eddy Merckx, a las que se sumó el también belga Tom Boonen. Wout pudo verse descentrado por aquel hecho y desde entonces no fue el mismo. Llegaron las pruebas más importantes de las piedras, como son Flandes y Roubaix, y ni el ganador de E3, ni ningún otro ciclista de su equipo estuvo ya a la altura de los mejores. Ni plantearse la victoria, claro está. Sólo en Roubaix, con una resurrección increíble de Van Aert, el Jumbo estuvo a la altura. Si no llega a ser por los pinchazos, tal vez la nota, la descripción y el resultado hubiesen sido totalmente diferentes, quién sabe.

Parece que en las pruebas de menor importancia el equipo se hizo grande, mientras que en las pruebas grandes el equipo se hizo pequeño. El teórico dream team de las piedras acabó conformándose con la Copa del Rey, perdiendo la Liga y la Champions. Por tanto, su temporada no puede pasar del 5 sobre 10 en valoración, si es que alcanza esa nota. A decir verdad, los coequipiers de la teórica gran figura de las ‘abejas’ hicieron buena sesión de piedras. Benoot, Laporte y Van Baarle se marchan con victoria, al igual que su líder. Pero se quedaron sin los premios que dan y que quitan, porque al final los triunfadores de estas clásicas han sido claramente Pogačar y Van der Poel. Más aún por ser los últimos en irrumpir.
Al mismo tiempo que algunas de estas victorias o derrotas estaban sucediendo, tanto Roglič como Vingegaard vencían rondas de una semana, lo que se tradujo en que la presión fuese mucho menor para los clasicómanos. Pero, claro, correr en Bélgica para Van Aert debe ser complicado, por la propia exigencia del guion y del público, que espera lo máximo de la gran estrella belga del momento. La fijación que también tiene el duelo con Van der Poel, con quien está condenado a enfrentarse día sí y día también sigue marcando las carreras de Wout, que corre con ese hecho demasiado presente en la cabeza. Mathieu termina rematándole casi siempre precisamente por esa inseguridad que le genera.

La temporada no está siendo nada mala para los neerlandeses, que acumulan victorias en todos los frentes. 24 en total a cargo de nueve ciclistas, lo que da idea de lo buena que es la plantilla del Jumbo Visma. Un recital que le ha ubicado al frente de la clasificación por puntos de la UCI. Un honor que tiene lugar, además, por los buenos puestos logrados los días en que sus ciclistas han sido derrotados. La temporada en su primer tercio merece un notable alto o sobresaliente, al menos en el global. Si hablamos de clásicas, fallaron en sus grandes objetivos, lo cual no merece el aprobado.
Después vendrá el Tour, que es el centro de su programa, y aunque ganasen Giro y Vuelta y fuesen el equipo top del momento, la sensación sería agridulce. La inversión en el equipo de esta temporada es elevada, en un claro órdago por el dominio del ciclismo internacional, que a nivel individual saben que es complicado de arrebatar teniendo al esloveno Tadej Pogačar justo en frente. Pero como equipo no hay color, tienen mucho mejores herramientas que sus archirrivales. La cuestión es que no todo es el resultado. Las sensaciones de éxito o fracaso a veces son incuantificables, no se pueden medir tan fácilmente.

Y Jumbo corre el riesgo de dejar que la euforia o la decepción se disparen conforme a los resultados en estas grandes citas que traspasan la frontera de los aficionados y no aficionados al ciclismo. Es decir, las grandes de las piedras y el Tour de Francia. Por el momento, la sensación que queda es extraña. Pero dando de lado los triunfos del UAE en París-Niza, el dominio ha sido completo del Jumbo Visma. No hay que olvidarse de ello.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: RVV