Hungría es un país bellísimo, como todo el mundo sabe, con capital en la no menos estética Budapest. Conocida como ‘la joya del Danubio’, apodo que recibe por ser atravesada por el cauce de uno de los ríos más importantes del continente europeo, bien podría ser de aplicación a nuestro protagonista, nacido precisamente un 12 de junio de 1998 en Csomor, localidad cercana a la ya mencionada Budapest. Como buen húngaro que se precie, ya ha cumplido en su tierra con creces, teniendo ya en el palmarés la ronda por etapas más importante de su país y siendo campeón nacional en contrarreloj. El de ruta se le resiste, pero teniendo toda su carrera por delante y visto que el nivel de participación de la carrera no es precisamente un Tour de Francia, es fácil pensar que se trata de un objetivo asequible para Valter.
Attila, con nombre de origen guerrero, se muestra en un equipo donde los talentos florecen así, sin más. Con la capitanía del inestable Thibaut Pinot, los jóvenes tienen ocasión de brillar y lograr los galones y nombre que de otra manera no serían capaces de lograr. Ya el hecho de estar en la máxima categoría del ciclismo es una suerte. Cada peldaño que suba, será milimetrado para bien y para mal. Es lo bueno y lo malo del escaparate que supone el World Tour. Tan sólo unas luces bonitas y un buen producto en marcha. Un buen año en CCC le dispara a su debut en la élite y la firma por Groupama-FDJ. Con los polacos debutó en el Giro de Italia, firmando un nada despreciable 27º puesto en la clasificación general final.
Con esa vitola de semidesconocido con la que formó parte de la Gran Partenza en Turín, lo que sucedió es bien conocido. Una escapada camino de Ascoli Piceno le permitió vestir el rosa y vivir el sueño durante unos días, toda vez que Bernal se lo arrebató de forma definitiva en la llegada a Campo Felice para llevar la preciada prenda hasta Milán. Suficientes aquellos días para que el nombre de Attila Valter se escuchara en todo el mundillo ciclista y FDJ se diera cuenta de forma definitiva de que tiene una joya en ciernes en sus filas.
Buen escalador y contrarrelojista y rápido en llegadas reducidas, comparte generación con Van Aert y van der Poel, aunque aún le falta ese punto de motor que le permita ser tan competitivo (al menos como éstos, que ya están dominando el ciclismo). Comparte con ellos la formación en otras disciplinas como la MTB, donde fue campeón nacional y ha conseguido buenos resultados. Aún así, la evolución está siendo muy positiva. De la 27ª posición en el Giro de 2020 pasó a la 14ª final en el pasado Giro. Un Giro, por cierto, bastante mejor cotizado que el anterior. Eso sí, a casi media hora del décimo puesto que marca el umbral entre los puestos de honor y los más próximos a conseguirlo.
Una de sus victorias más importantes tuvo lugar en el Tour del Porvenir. La logró precisamente en Tignes, donde finaliza una etapa del Tour de Francia en 2021. Aquella edición, la de 2019, fue conquistada por el noruego Tobias Foss, que empieza a despuntar en el Jumbo Visma, también en el World Tour, y que es sólo un año mayor que Valter. Ambos pertenecen a la generación que acabará por tomar el poder cuando bajen el pistón los dominadores actuales. Es fácil pensar que el ciclista de Groupama-FDJ acabará por asentarse como uno de los corredores más prometedores y destacados del ciclismo que viene. Entre sus próximos objetivos estarán los Juegos Olímpicos y la Vuelta a España, donde con casi toda seguridad haga coincidir su participación con la de Pinot. Dos grandes en una temporada son el próximo reto a superar para el húngaro.
Foto: Sirotti
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)