La irrupción de Attila Valter fue una magnífica noticia para el ciclismo húngaro, que quería darse visibilidad a través de la salida del Giro de Italia desde la propia Budapest y ahora con la creación de marchas como Balaton Fondo. Uno de los culpables de este resurgir es del ciclista nacido en Csömör, en Hungría Central. Sus resultados en el FDJ francés, así como las maneras mostradas y los varios días de escaparate luciendo el rosa del Giro, le permitieron dar un salto más en su evolución.
Ahora corre para Jumbo Visma y se ha erigido como uno de los ciclistas que mejor apoyo están ofreciendo a los líderes, ya se llamen Vingegaard o Roglič. Un papel que le va a la perfección y que le hace encontrar su lugar, por el momento, en el ciclismo. Su rol en O Gran Camiño en ayuda del campeón del Tour o en Tirreno Adriático en favor del esloveno fueron dignos de alabar. Completará el calendario de primavera con la Vuelta al País Vasco y las tres clásicas de las Ardenas.
Un buen primer bloque de competición en el que acumula bastantes días antes de ir a tomarse un descanso para coger impulso de cara al mes de junio. Su regreso se producirá en el Tour de Noruega (finales de mayo) para dar paso al Tour de Suiza, ya en la previa al Tour, y a la preparación de la Vuelta a España, que supondrá su debut en la ronda española.
Hasta la fecha, el húngaro únicamente ha disputado el Giro de Italia entre las vueltas de tres semanas. Con su ausencia en Italia y en Francia, la tercera grande del calendario tendrá como objetivo demostrarle que puede brillar en más escenarios y que puede cumplir con las misiones que le pida desempeñar el equipo ante los más ambiciosos objetivos. Todo dependerá de cómo fluya el transcurso de la temporada, pero es sencillo que tenga que ser de nuevo uno de los lugartenientes más importantes de Primoz Roglič en la busca de su cuarto triunfo en la ronda española.
El campeón húngaro cumple su quinta temporada en el World Tour, tras debutar en el CCC polaco y pasar dos temporadas en el Groupama francés. Con la ambición del Jumbo por convertirse en un equipo implacable a lo largo de la temporada y la gran competencia con UAE, los ojos se pusieron en varias estrellas emergentes como el austríaco Felix Grosschartner y… este corredor completo donde los haya que promete pasear la bandera de su país por toda la élite del ciclismo e impulsar este deporte en su Hungría natal. Ya es un deportista seguido y apoyado en su tierra natal, lo cual ayudará en todo este proceso. Porque va a ser un ciclista con mucha presencia. O eso parece.
Nació en 1998, es compañero de generación de su ahora gran rival Tadej Pogačar y tiene todo el tiempo del mundo por delante para desarrollar una carrera que contrariamente al esloveno y otros ciclistas Atilla va creciendo paulatinamente. Acabará la temporada 2023 con 25 años y una gran experiencia en su haber por descubrir carreras como Milán San Remo, Lieja Bastogne Lieja o las muchas en las que tendrá que verse para tirar del carro y quizá aprovechar alguna ocasión para brillar en solitario.
Tiene calidad para ir combinando las dos cosas, aún dejándose ir y conservando fuerzas para el día siguiente. Su capacidad en vueltas por etapas está fuera de toda duda y lo único que hay que esperar de él son destellos de clase por aquí y por allá.
Sus límites los pondrá el tiempo, si bien en la actualidad no se le vislumbran. Con el tiempo podría ganar cierta relevancia en el equipo en el que milite, si es el Jumbo Visma, con el que tiene firmadas tres temporadas, o si bien decide regresar a un conjunto más modesto para convertirse de nuevo en cabeza de ratón. Ahora como cola de león tiene al alcance competir contra los mejores en los mejores escenarios, que no es poco con lo difícil que es entrar en el circuito del World Tour, una liga cada vez más cerrada.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Massimo Paolone/LaPresse