Las generaciones a veces llegan en oleadas. De esas que son difíciles de contestar y cuantificar. Cuando muchas de ellas, plagadas de talento, proceden de un mismo sitio se puede hablar de que alguien o grupo de “álguienes” está haciendo bien su trabajo de alguna forma. Los ciclistas colombianos son ya parte de la élite del ciclismo profesional a nivel global y han venido para quedarse. Lo que antaño representó un aire exótico con sus reducidos corredores con especial habilidad para las grandes escaladas, hoy se ha tornado una auténtica red de estrellas que destaca ya en todos los terrenos. Se puede hablar con claridad de la mejor generación de siempre, quizá una de las mejores incluso que el mundo haya visto. Pocas veces tanto talento consecutivo ha tenido un mismo origen nacional.
Desde aquellos que comenzaron a poner los primeros ladrillos como los que sirvieron de enlace entre los llamados ‘escarabajos’ (‘escala bajos’ que diría Lucrecio Sánchez) y la llegada del boom en Colombia con la explosión de un Nairo Quintana que eligió además el foco mediático más importante para producir su desembarco: el Tour. Su rival, el británico Chris Froome, gran dominador de la prueba, fue su gran bestia negra, al que sólo ha podido superar en una ocasión, aunque lejos de Francia. Tuvo que ser en España, en la Vuelta que recuperó la bandera tricolor en el palmarés casi 30 años después de que se la anexionase a su palmarés el anhelado Lucho Herrera.
Antes de llegar ahí Nairo conquistó la maglia rosa del Giro de Italia. Fue la primera piedra en el camino del éxito. Un año antes de ese maravilloso 2014 en el que Colombia ubicó a dos de sus ciclistas en los dos primeros puestos, fue precisamente el segundo clasificado, Rigoberto Urán quien hizo historia para su país siendo tercero en el cajón de Milán, primer colombiano en conseguir semejante hazaña en la carrera transalpina. Pudo haber ganado un año después, pero su compatriota, Nairo, las banderas rojas en el descenso del Stelvio y la confusión se cruzaron en su camino, arrebatándole el liderato por el que tan bien había trabajado hasta entonces. Quintana aniquiló a su rival y escribió en letras de oro su entrada en la leyenda. Al de Boyacá le falta haber alcanzado su sueño amarillo, que para suerte del ciclismo colombiano sí ha podido conseguirse, si bien a espaldas de otro de sus estandartes, Egan Bernal. Urán, por cierto, también fue segundo en París por detrás de Chris Froome. Aunque no a mucha distancia.
El joven de Ineos completó una triple corona que ahora él quiere lograr en solitario. Tras el éxito en el Giro de 2021 intentó un asalto a la Vuelta a España, la única que le falta en el palmarés entre las pruebas de tres semanas, y reto con el que partirá en 2022, si bien tiene una estación anterior con el Tour de Francia, el gran objetivo de nuevo. Ineos, pese a los rumores que le situaban en la órbita de otros conjuntos, continuará confiando en su mejor ciclista, que tratará el más difícil todavía ganando a los eslovenos, los grandes dominadores de las grandes estos años. En la Vuelta ya se vio las caras con un imponente Roglic, junto al que regaló un etapón camino de los míticos (y más para Colombia) Lagos de Covadonga.
Por el camino hay otros ciclistas como el polivalente Sergio Higuita, que inicia en Bora una nueva etapa en la que las carreras con media montaña serán su objetivo, ya sean por etapas o en formato de un único día. Gaviria ha conquistado también el único terreno que quedaba por tiranizar para los colombianos: el sprint. Pese a que su rendimiento bajó, sí que ha sido durante algunos años uno de los mejores del mundo. Del mismo modo que Santiago Botero y Víctor Hugo Peña triunfaban en las pruebas cronometradas, algo que salía de los esquemas de un ciclismo en el que los escaladores de poco peso eran los más habituales.
También están otros ciclistas ilustres como ‘Supermán’ López, célebre y polémico al igual que magnífico en su rendimiento, o Esteban Chaves, que lleva varios años para reencontrarse a sí mismo. Ambos han logrado mucho, pero aún tienen tiempo para elevar el listón mucho más alto de lo que ya de por sí está. El relevo en Movistar lo toma Sosa, un ciclista de sobrada calidad y suma irregularidad del que se verá su rendimiento. Si logra sacar todo su potencial, todo es posible.
Entre todos los mencionados y muchos otros que están y estarán conforman una gran generación de talento y capacidad competitiva. A buen seguro que dejan sentir una nostalgia tras su paso muy similar a la que se sintió durante años de vacío después de las grandes gestas de Fabio Parra, Lucho Herrera, Camargo y un largo etcétera.
Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: ASO / Pauline Ballet
Bien enfocado el artícuo