Historia

Bernard Hinault: episodios de su carácter (Parte II)

“Le Blaireau” debutó con los pros en 1975 en el equipo Gitane, al principio con Jean Stablinski como director. Ya con Stablinski tuvo sus más y sus menos. El director le aconsejaba que debía rodar en pelotón y limitarse a aprender el oficio. Sin embargo, la querencia de Hinault a abandonar el pelotón por la zona delantera ya se hizo palpable. Al principio, no mostró interés en adherirse a las reglas no escritas del pelotón, por las que se esperaba que los ciclistas más jóvenes mostraran respeto hacia los mayores. En un criterium en agosto de 1975, se enfrentó a una coalición de corredores veteranos, que habían decidido dividir el dinero del premio entre ellos. Hinault ganó todos los premios intermedios en efectivo, hasta que el cinco veces ganador del Tour de Francia, Eddy Merckx, declaró que Hinault estaba incluido en el pacto.

Pero a partir de 1976 se juntó con ni más ni menos que Cyrille Guimard como director deportivo. Las victorias conseguidas en esas sus dos primeras campañas en La Sarthe, Tour de L’Aude, Tour de Limousin y Paris-Vimoutiers, el séptimo puesto en la general final de la París-Niza, el premio en el Promoción Pernod a la regularidad durante la temporada de los ciclistas galos novatos…. le proporcionaron, ya en esos primeros años, la confianza necesaria en sí mismo. Pero sin duda, el hecho que definitivamente le permitió ubicarse, saber quién era realmente en el panorama ciclista francés y mundial, fue su sexto puesto en el Mundial de Ostuni de 1976. Sexto del mundo y primer francés, nada más que a finales de su segunda temporada en el máximo nivel. Sólo Freddy Maertens, Moser, Constantino Conti, Zoetemelk y Merckx le habían superado. Y había llegado por delante de Jan Raas y Felice Gimondi. El bretón no había cumplido ni los veintidós años…

Así que, cargado de todas estas razones que los resultados deportivos le conferían, y sobre todo por el carácter que ya de por sí tenía el joven ciclista, nuestro protagonista iba a ser capaz de desafiar ni más ni menos que a su jefe Guimard en su tercera temporada de profesional, todavía en el Gitane en 1977. Guimard quiere que su pupilo dispute el Tour de Flandes de ese año. El joven Hinault se niega. La discrepancia alcanza tal magnitud, que el director envía al bretón una carta con acuse de recibo “recomendándole” que acuda a Flandes. Finalmente, no toma la salida en “De Ronde”. Hinault había impuesto su criterio ni más ni menos que frente a Guimard, y los resultados sólo unos cuantos días más tarde le iban a dar la razón.

La Gante-Wevelgem se disputaba ese año sólo dos días después de haberse corrido la Paris-Roubaix. Ni Maertens, ni Merckx ni De Vlaeminck son de la partida en Gante. Hinault lanza varios ataques desordenados que obligan a Guimard a acercarse a él para aconsejarle que se tranquilice. El ataque decisivo del bretón tiene lugar en Wervick, a 20 kilómetros de meta. A partir de ese momento Hinault rueda en solitario y obtiene en meta nada más y nada menos que una ventaja de 1-42 sobre el italiano Algeri.

Sin embargo, la prensa y la afición todavía quieren más; le reprochan que no había tenido rivales de entidad en Gante. La ocasión pintaba calva cinco días más tarde en la “Doyenne”. Bajo unas condiciones climatológicas muy duras, Hinault bate en el sprint final a Dierickx, De Vlaeminck, Thurau, Maertens y Merckx. ¿Alguna duda?

Continuará…

Escrito por: Raúl Ansó Arrobarren (@ranbarren)
Foto: Sirotti

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