Equipos

BikeAid y el ciclismo que de verdad importa

A los que nos gusta navegar en las páginas de estadísticas y clasificaciones ciclistas, esta época del año es ideal para disfrutar y descubrir carreras y equipos que durante el año pueden quedar opacados por los grandes nombres. Los meses de noviembre y diciembre son escasos en competiciones, y más en estos tiempos tan volátiles. Sin embargo, Asia y América nos siguen dando algunos escenarios curiosos hacia los que mirar. Es el caso de la Vuelta a Tailandia, carrera con gran tradición y quizás la prueba con el nombre más largo del calendario: “The Princess Maha Chakri Sirindhorn’s Cup Tour of Thailand”, que, con carrera masculina y femenina en semanas consecutivas da color a los meses en los que el barro del ciclocross ocupa la mayor atención de las dos ruedas.

Es en la edición masculina de 2021 en la que un equipo alemán, el BikeAid, se destapó como el gran dominador, venciendo cinco de las seis etapas: cuatro con el velocista alemán Lucas Carstensen y una con el neerlandés Adne van Engelen. Sirva esta hazaña para fijarnos en un equipo muy especial, casi único en su especie, que merece un gran reconocimiento por su labor más allá de la pura competición.

En un mundo en el que los valores del deporte son cada vez más un mantra que una realidad, con el negocio y el impacto en el consumidor como motores que transcienden la épica deportiva, encontrar proyectos que priorizan la labor social sobre lo demás es como toparse con un oasis en el desierto. Este es el caso del equipo dirigido por el alemán Timo Schäfer.

BikeAid es un conjunto continental alemán que supone la prolongación de una entidad solidaria nacida en 2005. Un club ciclista que aglutina a más de un millar de socios y que tiene como principal objetivo ayudar a las comunidades necesitadas, con especial foco en el continente africano, a través del ciclismo y de la recaudación de fondos. De esta forma, han logrado ya recaudar a lo largo de los años cerca de 900 mil euros. Una recaudación e inversión que se puede seguir además en su página web.

Desde su llegada al circuito continental en 2014, el equipo ciclista ha sido portador de ese mensaje solidario por todo el mundo. Compitiendo en los cincos continentes, ha servido para dar la oportunidad a muchos ciclistas que lo habrían tenido muy difícil en otras circunstancias. No en vano, a lo largo de su historia han pasado por él corredores de 18 nacionalidades diferentes, diez de ellas africanas (Togo, Eritrea, Namibia, Kenya, Tanzania, Ruanda, Uganda, Sudáfrica, Etiopía y Argelia). Pero sobre todo han sacado adelante proyectos tan importantes como la apertura de una escuela en Ruanda, inaugurada durante la celebración de la ronda por etapas de ese país, ahora tan de moda por el futuro mundial de Kigali en 2025.

Foto: Deutschland Tour / Marcel Hilger

A nivel deportivo, el equipo realiza temporadas bastante interesantes, intentando hacerse un hueco en el calendario europeo sin descuidar el calendario del resto de continentes. Los resultados se asientan en una base de corredores alemanes de bastante buen nivel, en la que destacan el citado Carstensen, el regular Nikodemus Holler o el potente rodador Justin Wolf (que dejará el equipo este año). Rebuscando entre los nombres de la plantilla, encontramos también al francés Julian Lino, que debutaba esta temporada con los teutones y es hijo del mítico ciclista galo Pascal Lino.

En cuanto a los ciclistas africanos, hace ya tiempo que varios cazatalentos han querido fijarse en la capacidad fondista de los deportistas del África Oriental. En base a los éxitos logrados en el atletismo, se ha empezado a plantear la posibilidad de formar atletas de élite en un deporte donde el fondo es tan importante como el ciclismo. Una idea que resulta maravillosamente retratada y analizada en el libro “La tierra de las segundas oportunidades”. Aún queda mucho por avanzar en este campo, pues las dificultades técnicas y burocráticas son muy grandes a la hora de implantar el deporte del pedal en esos países. Correr sigue siendo un acto mucho más natural que andar en bicicleta, ese dato es innegable. Sin embargo, el auge de los ciclistas eritreos va dando señales de cuál es el camino a seguir. En BikeAid, jóvenes como el ugandés Charles Kagimu o el kenyata Salim Kipkemboi, están demostrando que pueden medirse perfectamente a los ciclistas europeos, realizando una temporada más que aceptable en el calendario del viejo continente.

La historia y la filosofía de BikeAid es un bien preciado que el ciclismo debe conservar y promover. El salto a la segunda categoría del ciclismo, que es un objetivo a corto plazo, podría ayudar a incrementar la visibilidad, pero sería importante no olvidar de dónde se viene. El caso de Qhubeka es paradigmático de cómo la ambición puede llegar a convertirse en un arma de doble filo.

Ojalá los organizadores de carreras sigan contando con un equipo al que ya hemos podido ver por España en las pruebas de la Challenge de Mallorca. Un club distinto, del que podéis descubrir más detalles en el muy recomendable artículo de Jonny Long en CyclingWeekly.

Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Foto: Bike Aid / Ronan Caroff

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