Como en los viejos tiempos, dos nombres novelescos y una rivalidad cruenta, dos ciclistas tan cualificados por separado como el uno contra el otro. De la no existencia del otro, tanto Tom como Fabian podrían haber tiranizado sin problema alguno el pavé. Un reinado en el que sólo su aplastante superioridad hubiese sido su rival, con un pelotón corriendo contra ellos, con la única esperanza de que uno de estos dos tiranos no venciese para tener alguna opción de hacerlo. Unos rivales que, a su vez, tampoco fueron fáciles, pero que asistían impotentes a un duelo para la historia.
Tanto Boonen como Cancellara eran ciclistas versátiles que si bien en algún momento se plantearon mayores metas, ambos tenían claro que su territorio eran las clásicas. Tom, ciclista con nombre de novela policiaca, destacó en ellas desde el campo sub-23, en el que se postulaba como futura leyenda en las mismas. Fabian lo tuvo algo más complicado, ya que sus grandes dotes contrarreloj le hacían destacar en la disciplina y trabajar mucho para ella desde sus inicios.
De hecho, era pronosticado como el ‘nuevo Indurain’ por los patrones de Mapei. Boonen, por su parte, finalizó tercero su primera participación en París- Roubaix. A partir de 2006, mientras el belga ya estaba en proceso de convertirse en una de las más firmes realidades de las pruebas de un día, con un histórico doblete Flandes-Roubaix en 2005. A partir de aquí, ambos fueron copando podios y titulares en primavera, viendo claro un duelo que nadie podría evitar.
La primera victoria del suizo en el velódromo no fue en duelo directo con Boonen, sino con muchos otros actores involucrados como Hoste, Van Petegem, Ballan, Flecha, etc. Sería en 2008 cuando tuvo lugar un primer duelo, con ambos ciclistas primero y segundo en Roubaix tras batir el belga al suizo en el sprint final. Pero la gran batalla y duelo llegaría en 2010, donde tras ser considerados los máximos favoritos, no sólo no se escondieron de ello, sino que desde que quedaban unos cincuenta kilómetros para la meta del Tour de Flandes, ambos eran los únicos ciclistas que tenían ciertas opciones a ganar. Tras un bestial acelerón de Cancellara en una de las cotas, nadie salvo Boonen pudo seguir su estela. Quedaba un acelerón, que iba a tener lugar en el mítico Kapelmuur, donde lo que pasó ya es historia de este deporte.
Fabian abrió gas, con Tom sufriendo a rueda. Un duelo titánico que no resistió el segundo intento del suizo, que dejó tirado a Boonen para irse hacia la meta en solitario. Una escena que se repetiría en París-Roubaix. De nuevo un acelerón lejano de la ‘locomotora de Berna’ y absolutamente nadie puede impedir que durante hora y media que aún quedaba para la llegada, Cancellara disfrutase de las mieles de la victoria. Este hecho fue importante en clave de futuro, ya que Boonen fue criticado por que sus victorias eran al sprint y no tras una exhibición de fuerza como las que realizaba su enemigo número uno. La prensa, además, se hizo eco de unas declaraciones de Davide Cassani en las que acusaba al corredor suizo de utilizar doping mecánico.
El duelo parecía seguir en 2011, pero realmente Cancellara tenía tomada la medida a Tom. Sin embargo, era tal el favoritismo de Fabian que veía las victorias marchar una tras otra. Todo el pelotón corría contra él, intentando escapar de la tiranía cuya capacidad física parecía no tener límite. De ese modo, 2011 no vio triunfar a ninguno de los dos, si bien Cancellara estuvo en los puestos de honor y con opciones reales de ganar.
2012 supuso la revancha de Tom. Tras ser humillado en su propia casa dos años antes y unido a las críticas que había recibido por parte de la prensa, un enrabietado Boonen tomaba la salida en Meerbeke con la ambición no sólo de imponerse ante su rival, sino de demostrar a la prensa y a los aficionados quién era el rey del adoquín. En cambio, Fabian se fracturaría la clavícula en la salida neutralizada, quedando el duelo en stand by. Boonen volvería a ganar, sí, esta vez sin grandes opositores, si bien la dupla italiana formada por Pozzato y Ballan le pusieron en problemas, teniendo que controlar los pactos entre ambos para batir al favorito, que finalmente se impuso al sprint en Oudenaarde.
Una victoria agridulce, ya que de nuevo la prensa de su país se lamentaba de la falta de superioridad de un ciclista al que ya no sólo le valía ganar, sino que debía hacerlo al menos de forma tan aplastante como lo hacía su archirrival. Tommeke tomó la salida en París con mucha rabia contenida. La victoria pasaba a ser un asunto menor. Se trataba de nuevo del máximo favorito con absoluta suficiencia sobre cualquiera de sus rivales. Y así nació aquella edición, con los clásicos ataques de ciclistas que buscan tener cierto protagonismo en las zonas de carrera en las que aún no está la misma en juego. Cuando los tramos más duros y decisivos entraron en juego, un temerario Boonen lanzó un latigazo sorprendente.
La perplejidad en el pelotón era tan grande que nadie tomó en serio aquel movimiento. Todos pensaron que quedando tanto para la meta (unos sesenta kilómetros), Tom estaba simplemente reivindicándose ante la prensa que tanto le criticó y que tras la exhibición de fuerza que mostró, esperaría al grupo o a algún otro favorito que se uniese. Según avanzaban los kilómetros, el belga no sólo parecía ir en serio, sino que estaba sosteniendo unas diferencias que hacían peligrar las opciones del resto de los ciclistas a ganar. Pero ya era tarde, no hubo nada que hacer. Boonen había elegido ese día para entrar del todo en la leyenda de las clásicas del norte. Nunca se ha de retar a un campeón a demostrar su calidad.
Cancellara seguiría tiranizando las clásicas con victorias en Flandes y Roubaix. Su mayor rival, ausente Boonen, fue Sep Vanmarcke. Tom volvería a intentar la victoria en el velódromo un año más, en 2016, viviendo sus últimos coletazos. Fue segundo, tras haber dominado con suficiencia el grupo de favoritos. Sólo un desconocido en estas facetas como Hayman logró escapar de sus garras y arrebatarle la que hubiese sido una histórica victoria. Aún así, el podio fue indicativo de que no se trataba de un ciclista corriente. A sus 36 años aún seguía siendo favorito, el ciclista más vigilado del pelotón. Cancellara sufría igual suerte, aunque con el botín lleno de victorias, ambos colgaron la bicicleta siendo mitos de su deporte.
¿Y tu con quién te quedarías?
Escrito por: Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti
Incluido en el nº1 de HC