Aunque geológicamente la formación de la Sierra de los Filabres – perteneciente al Sistema Penibético – es de origen alpino, no es ello, sin embargo, lo que nos lleva a referirnos a este artículo como “Almería alpina”, sino la presencia de unos cuantos puertos de montaña que alcanzan a competir con algunas de las más míticas cumbres de la gran cordillera europea.
El paisaje de estos puertos dista mucho de parecerse al de sus primos franceses, italianos y suizos, ya que una buena parte de la provincia ha quedado estigmatizada por una desertización que los planes de reforestación aún quedan lejos de alcanzar a reparar mínimamente.
Pero la austera belleza de sus parajes no dejará indiferente al cicloturista que se aventure por sus excelentes carreteras. Su singularidad es tal que podremos disfrutar en un sólo vistazo de la presencia de la nieve en sus cumbres, del desierto allá abajo en el valle y del azul del Mediterráneo allá en lontananza. El verde de los altos prados alpinos los cambiaremos por el pálido esparto que resiste valiente en las pardas laderas pizarrosas de Los Filabres, donde sólo tras las nevadas y las lluvias aparece un fresco bozo de verde vegetación, amable nuncio de una primavera efímera. Tiernos pinares enraízan, a su vez, en las alturas, mientras que en la vecindad de los pueblos florecen frutales como el almendro. Incluso en las proximidades de Tabernas se da el cultivo del olivar, que aquí produce el afamado “oro del desierto”, aceite de altísima calidad.
Pero la variopinta paleta de colores de los Filabres no alcanza su plenitud sin el azul de su cielo. La limpieza de sus celestes durante el día y la claridad de sus noches estrelladas lo convirtieron allá por 1973 en sede del CAHA (Centro Astronómico Hispano-Alemán), que ubicó varios telescopios en la cima de Calar Alto, a más de 2.100 m. de altitud. Hasta allí se llega en carretera por dos accesos: por el pueblo de Aulago y por el Collado de Venta Luisa, siendo también que a este último se puede acceder por el sur y por el norte con distintas variantes.
A continuación, pues, os vamos a presentar dos de las vertientes que confluyen en Venta Luisa a casi 2000 m. de altitud. Largas y sinuosas… cuál sea la más dura de ellas lo deben testar las piernas de cada uno: las nuestras, por si nuestra opinión os es de ayuda, se decantan por la de mayor desnivel.
Ascendido en varias ocasiones por la Vuelta a España desde Gérgal, el puerto que os presentamos aquí incluye de inicio un largo añadido desde la Rambla de Tabernas gracias a una vía de servicio que trepa en paralelo a la A-92.
En efecto, comenzamos la subida en el puente de Los Callejones, justo donde la N-340a se dispone a enlazar con la mencionada autovía en una rotonda. Pero nosotros tomaremos una primera salida en dirección al “Western Leone”, decorado cinematográfico que ha servido para filmar renombradas piezas maestras del “Spaghetti Western” como Hasta que llegó su hora o Por un puñado de dólares, entre otras joyas del género.
Así, nos vemos repentinamente inmersos en una suerte de mundo cinematográfico, etérea ilusión que el tráfico de la vecina autovía se basta para desvanecer. No obstante, el sorprendente aspecto desértico le ha merecido a esta zona, años ha, la denominación de Paraje Natural y lo cierto es que esta previa merece la pena muy mucho, ya que ese tráfico en nada va a afectar nuestra marcha, pues circularemos en paralelo por una solitaria, estrecha y rugosa vía que, eso sí, alterna tramos muy irregulares -de fuerte rampa mezclada con descenso- con otros prácticamente llanos que, en cualquier caso, supondrán siempre un buen castigo previo al, por así decir, tradicional ascenso a Calar Alto.
A unos dos km. de llegar a Gérgal coronamos un altillo con el pueblo a la vista. Desde el alto casi dos kilómetros de franco descenso darán tregua a nuestro pedaleo, siendo que antes de la población tomaremos un desvío a la derecha camino de Serón y Olula de Castro (que más adelante quedará a nuestra derecha). Desde este cruce casi 23 km. nos van a restar hasta la cima, todos por buena y ancha carretera.
El ascenso, más regular que por la vertiente norte de Tíjola, cuenta no obstante con una alternancia entre kilómetros duros y otros más livianos, aunque sin los descansillos que nos regala la mencionada vertiente opuesta y sin sus 5 kilómetros consecutivos por encima del 9%.
Sin embargo, este ascenso te va estrangulando como una boa, asfixiándote poco a poco, dejando notar el peso de los kilómetros, del desnivel acumulado, poniendo a prueba nuestra fortaleza mental ya desde el inicio en que avistamos lejanas las blancas cúpulas del observatorio que hay en la cima y que seguiremos viendo, siempre distantes, minando nuestra moral pedalada a pedalada. No en vano, en el territorio nacional sólo encontramos puertos de este calibre (2.000 m. de desnivel acumulado) en la vecina provincia granadina y en las islas afortunadas… casi nada al aparato.
Pero será a unos 10 kilómetros de coronar Venta Luisa cuando más fuerte nos estruje su abrazo: afrontaremos 9,3 kilómetros a casi el 8% de pendiente media. De repente, el pedaleo va perdiendo la poca alegría que le restaba a estas alturas y el ascenso nos mortifica sin compasión: conectamos el piloto automático en modo “supervivencia”.
A todo esto puede unirse, a mayor tortura, el cambio brusco de temperatura que se produce entre las profundidades de la Rambla de Tabernas y las cumbres de la Sierra de los Filabres: de un día soleado y agradable abajo, a tormenta de lluvia e incluso de nieve en las zonas elevadas.
Este tramo, salpicado de herraduras, es de una sobria aunque soberbia belleza. Al fondo Almería y el Mediterráneo, entre la Sierra Alhamilla y la Sierra de Gádor y la Sierra Nevada.
Una última herradura a izquierdas nos deja en una recta final que va suavizando camino de Venta Luisa, cuyo cartel indica la nada desdeñable cifra de 1.970 m. de altitud (1.974 m., según desmienten los mapas).
Pero no acaba aquí nuestra larga agonía, pues a la izquierda continúa una pista asfaltada, la que nos conduce hasta el observatorio. Y como no hemos padecido tanto para quedarnos tan cerca, envalentonados por la dimensión del logro hasta el momento realizado y movidos por el afán de superarlo, proseguimos hasta alcanzar el punto más alto de la carretera.
Aunque en ninguna de las altigrafías aparezca reflejado debido al “corte kilométrico”, este tramo cuenta con mil metros por encima del 10% (con picos de hasta el 14% cuando la pendiente se pone más seria).
Al alcanzar los primeros observatorios, giraremos a la derecha buscando la cumbre mas alta a 2.163 m. s. n. m. Será junto a la cúpula norte, en progresivo giro a izquierdas, donde coronemos Calar Alto con unas imponentes vistas hacia el norte. Nos deleitamos en su contemplación: Pico Jabalcón, Sierra de las Estancias y Sierra de María y, por supuesto, Tetica de Bacares, en un primer término; Sierra de Cazorla y Segura, Sierra de Castril y la imponente mole del Pico de la Sagra en segundo término, además de algunas de las cumbres de la vecina Región de Murcia, según intuimos.
Final recomendable y difícilmente superable para un puerto de película.
Texto: Martín Cerván
Fotos: Francis García y Martín Cerván
Incluido en el nº3 de HC