El catalán cumple su séptima temporada en el Movistar, donde arrancó su etapa profesional tras incorporarse del Lizarte en 2015. Desde entonces, los triunfos no han dejado de llegar, desde su victoria en la general del Tour del Porvenir por delante de gente de tanto nivel como Sam Oomen o Jack Haig, a toda una París-Niza que logró por todo lo alto el último día, vuelco final incluido. Justo el primer año después de la retirada de Contador, con todas las campanas de relevo que ello conlleva. Una etiqueta con la que Marc ha tenido que bregar desde el primer momento.
Tras varios años de crecimiento en los que ha ido tomando el timón del equipo en algunas carreras importantes, quizá haya llegado el momento de plantearse si Soler tiene en su equipo el hueco que esperaba, el espacio suficiente para hacer crecer sus bien conocidas virtudes como ciclista. Bien es cierto que cuando ha gozado de libertad o responsabilidad no ha respondido como se esperaba de él. Hasta la fecha, la regularidad en las grandes vueltas no ha sido su fuerte. Pero quizá sea cuestión de tiempo, de madurez física y mental, que un gran corredor como éste se encarame al liderato del equipo por cuatro o cinco años sin titubeos. Pero para llegar a ese punto necesita oportunidades. Todo si estas ocasiones no llegan de forma imprevista y sin avisar, como tuvo lugar el relevo de Delgado con Miguel Indurain o cómo el crecimiento de otros grandes ciclistas ha acabado por fagocitar las dudas que se generaban en torno a él.
El problema vendrá si su progresión no explota y consigue ese salto de calidad que le sitúe de forma clara al frente del Movistar, posición complicada ya que tiene además a una estrella en ciernes que cubre su papel de ciclista español más prometedor. Enric Mas es, además, año y medio más joven, por lo que ni siquiera tiene ventaja en ese campo. Casos como otros grandes ciclistas como el de Fernando Escartín, tuvieron que ser resueltos con un cambio de aires. ¿Es el momento para Marc Soler?
Es un escalador de raza, de ataque, de ritmo alto y de buscar sensaciones. Así ha logrado impresionar en las Vueltas que ha disputado hasta la fecha. En 2019 camino de Andorra, donde cedió su opción de vencer a costa de ayudar a un Nairo Quintana que luchaba por la victoria final. O en 2020, donde logró su primera victoria en una vuelta grande tras derrochar clase y fuerza trabajando para el equipo en la dura ascensión a San Miguel de Aralar. El resto de la carrera fue muy protagonista, con una escapada certera camino de La Farrapona que le pasaría factura al día siguiente en el durísimo Angliru. En la Covatilla sí que estuvo mucho más entonado, pero quizá la indefinición de la táctica de su equipo le perjudicó en exceso.
En este 2021 tiene una ocasión única para asentarse como un potencial líder: el Giro de Italia. Si bien es cierto que coincidirá con muchos líderes del pelotón internacional en una situación parecida (Bernal, el más claro ejemplo), Soler tiene el deber de dar un golpe en la mesa para confirmar que hay ciclista más allá de días puntuales o exhibiciones en pos del equipo. La aproximación hacia el mes de mayo está siendo un tanto extraña, si bien lo es ya de por sí una temporada en pandemia. Una decente Tirreno-Adriático no se correspondió con un mejorable resultado en la Volta, la carrera de casa.
Ha reconocido las etapas más importantes de la próxima edición de la corsa rosa, lo cual es muestra de profunda confianza. El equipo estará a su disposición, ya que sus grandes líderes como son Mas, Valverde y López optarán por el doblete Tour-Vuelta. A los mandos estará Sciandri, buen conocedor de la carrera y de las carreteras por donde transitarán en mayo. Una oportunidad para Soler, ¿quizás la última? Lo veremos.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti
Marc, com a entusiasta del ciclisme i nebot del Vicent Iturat et desitjo el millor, però penso que se’n gregari de velles glòries de avançada edat no faràs el pas.
El millor per a tú.
Un Geltruneg.