Historia Tour

Chente Gª Acosta gana en Draguignan su etapa del Tour de Francia (2000)

El ex ciclista y actual director navarro Chente Gª Acosta, nacido allá por el año 1972, luchó muy duro para conseguir lo que era de justicia, que era su reconocimiento como ganador de etapa en el Tour de Francia. Para un ciclista de equipo, poco ganador, su sitio estaba en aprovechar esos días de transición en los que los favoritos descansaban y nadie requería de su ayuda, para buscar él mismo sus opciones de victoria de etapa. Por supuesto, no era fácil porque no se trataba del único que dedicaba sus entrenos y cálculo de esfuerzos con este fin, sino que incluso se encontraba lastrado con respecto a otros que podían dejarse ir y no malgastar esas fuerzas que después en esas famosas ‘fuga de la fuga’ son capitales. Chente, en cambio, tenía que hacer todo ese despliegue más la atención a sus capitanos en carrera.

Aquel Tour comenzó mejor para Banesto que la edición anterior, la de 1999. Salían con dos líderes teóricos como Alex Zulle, que doce meses antes fue segundo y gran rival de Lance Armstrong, y Chava Jiménez, que a su irregularidad juntaba su carisma. Imprevisible era tanto para la bueno como para lo malo. El que era más previsible era García Acosta, el ciclista de Tafalla. Se sabía que iba a ser un gregario fiel, que iba a darlo todo en todos los terrenos, con días en los que podía incluso rendir cuesta arriba si las pendientes no eran muy exageradas y un ángel de la guarda en el llano, donde era más poderoso.

Ya estuvo cerca el español de conseguir su día de gloria en el Tour. Llegó en 1998, el fatídico Tour donde todos los equipos españoles abandonaron en bloque como protesta por los registros tras el caso Festina. Mientras tanto, Chente se filtró en una fuga clásica de segunda semana del Tour, entre los macizos de los Pirineos y de los Alpes. Carpentras acogía la meta, esta vez sin el Ventoux de por medio, y a la meta llegó una selección de los varios ciclistas escapados. Con golpe de pedal para el último aliento, Chente se jugó la victoria al sprint con Daniele Nardello y otros ciclistas. El campeón italiano se llevó la etapa por apenas medio tubular. Una diferencia que fue portada incluso del Marca con una regla midiendo lo que había separado al español de su primer triunfo en el Tour.

En 1999 lo volvió a intentar, pero sin tener ni siquiera la opción del éxito. En el Tour del año 2000 llegaría a las jornadas de transición entre los Pirineos y los Alpes, en el mismo sentido que en 1998, aunque esta vez sí con el Ventoux en la ruta. Fue justo después de aquella jornada en la que el coloso de la Provenza regresaba al cielo del Tour de Francia. Los ecos de la discusión entre Marco Pantani y Lance Armstrong en la víspera seguían monopolizando la conversación. La fuga estaba cantada, la etapa era rizada, con repechos, zonas de bajada y acercamiento al mar. Fue ese día cuando se inventó el concepto etéreo de ‘la fuga de la fuga’ que ha llenado el planeta del ciclismo por completo.

Chente, autor de esa frase, seleccionó el grupo de favoritos junto a Nicolas Jalabert, hermanísimo del campeón francés y compañero de escapada del navarro en varias ocasiones. Se conocían bien y sabían de su peligro. Ese día hubo muchos repechos. Una vez las hostilidades estallaron, los ataques se estaban sucediendo para intentar llegar en solitario a la línea de meta. Aún restaba una distancia prudencial de 30 kilómetros a meta cuando tres ciclistas se seleccionaron en cabeza. Pascal Hervé cedió en el sprint por la pancarta de montaña del último puerto, de carta categoría, aunque recuperó justo después. Ataques de los dos franceses, del propio Chente. Una solución clásica para resolver las fugas de este estilo.

Gran rodador, justo a punto de coronar un repecho, arrancó Chente y Nicolas Jalabert intentó seguirle pero acabó sentándose y cediendo la victoria pícara del español, que demostró ser el más fuerte y también el más listo, ya que aprovechó además del momento de coronar el repecho, que el francés estaba bebiendo. Nadie dijo que el ciclismo fuese únicamente para fuertes y no para listos.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: Sirotti

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