Christophe Moreau respondía a los cánones de hombre Tour francés, de ser una de esas eternas esperanzas que por esperar se queda esperando toda la vida para un futuro que no llega nunca. Uno de esos ciclistas con planta de gran rodador, buen escalador en momentos de menos presión que la abrasión mediática que supone un Tour de Francia. En definitiva, el enésimo fracaso francés en su búsqueda por recuperar la senda de la victoria en París. Tras los escándalos del Festina y la admisión de tomar sustancias dopantes, la primera plana del equipo desapareció, como el escalador nacido en Casablanca, Richard Virenque, que era el claro líder del equipo. Fue su momento, el tiempo que esperaba para liderar por fin un equipo en busca de su tan ansiada oportunidad en el Tour.
Ciertamente, el fichaje de Joseba Beloki en el año 2000 le haría un flaco favor, ya que precisamente con él se jugaría el podio de aquel año. Fue cuarto, ya que el vasco comenzó a especializarse en estas batallas y ya fue poco a poco instaurándose como la alternativa a Lance Armstrong. Fue un Tour muy montañoso, pero también con una contrarreloj importante por equipos al inicio y una también individual al final. Esos terrenos los dominaba perfectamente y así logró ser cuarto. Nadie pensaba que su carrera en el Tour quedaría ahí y que a partir de entonces sería un candidato al cajón de París.
Y vaya si lo fue. En Francia levantó revuelo, se fantaseó con que pudiese de un modo u otro recuperar la ilusión de los aficionados. En 2001 arrancó la ronda gala desde Dunkerke, en el norte del país de donde es originario Christophe (Vervins). Ganó el prólogo de forma espectacular y se postuló como uno de los candidatos a dar la sorpresa. Moreau se fue instalando en posiciones francas para luchar por un buen puesto en la general. Iba sexto después de las etapas de los Alpes, con aquella exhibición de Armstrong en Alpe d’Huez y la cronoescalada a Chamrousse.

Iba sexto en la general, pero era el cuarto real, ya que una escapada camino de Pontarlier había asaltado los primeros puestos de forma provisional. Camino de Ax les Thermes sufrió un contratiempo y no pudo finalizar, por lo que se esfumaba su esperanza de luchar el podio de nuevo con su ex compañero Beloki (ya en la ONCE, dejándole como líder único del equipo francés). Venía de ganar la Dauphiné de forma brillante ante un exquisito Pavel Tonkov que se quedó sin grandes vueltas esa temporada. Venía de ser, por tanto, señalado como uno de los grandes candidatos a desbancar al todopoderoso Armstrong. Su abandono encarnó el fracaso constante de los franceses a la hora de cumplir las expectativas e ilusiones de un público que seguía añorando a Hinault y Fignon.
Moreau se marchó al Credit Agricole ante la desaparición del Festina. Un conjunto muy interesante y potente en el que encajó muy bien. En su debut con los verdes en el Tour las cosas no fueron nada bien. De primeras, en la primera etapa en línea perdió cuatro minutos y se descartó para la lucha por la general. Una oportunidad perdida, puesto que el trazado de esta edición le iba como anillo al dedo, con mucha contrarreloj y poca montaña.
En 2003 ya se encontró mejor y fue octavo, yendo claramente de menos a más. En 2004 comenzó mejor y acabó 12º. En 2005 un puesto mejor, rozando el top ten. En 2006, en un Tour donde ya faltaban los grandes candidatos de otras ediciones y en las filas del AG2R, fue séptimo. En 2007 llegó una nueva victoria en el Dauphiné, lo que le ubicó de nuevo en uno de los primeros vagones de favoritos. Fue otra decepción. Ante la ausencia de Landis, ganador en París en 2006, y no considerando a Pereiro un potencial ganador de nuevo del Tour, la puerta estaba más que abierta para que Christophe aspirase a lo que siempre soñó: subir al podio final.

Sin embargo, tras unos buenos Alpes, llegó la decepción en la etapa de Montpellier. Perdió tres minutos largos que le eliminaron de la lucha por la clasificación general. Fue su última gran oportunidad de dar la sorpresa. Firmaría por Agritubel en 2008, una forma de revolucionar su carrera ya cerca de su retirada. Pero no terminó de resultar y ya nunca volvió a ser el mismo. Finalizó sus días como corredor profesional en el Caisse d’Epargne. Ante la presumible baja de Alejandro Valverde debido a su sanción, el francés recaló en el conjunto español con el fin de aportar experiencia y protagonismo. Fue cuarto en una de las etapas reinas del Tour, llegando con los favoritos tras el ascenso y descenso de la Madeleine. Viniendo de la escapada, eso sí.
Un ciclista que iba bien en contrarreloj, sin ser de los mejores. Que iba bien en montaña sin ser de los mejores. Que descendía magníficamente bien, entre los mejores. Sin embargo, la constancia, la suerte, las decisiones… no se sabe muy bien por qué, nunca pudo aspirar a lo que siempre soñó. Una carrera la suya donde también fue cogiendo fama de quejica, con buenas escenas ante la cámara del Tour de escenificar a lo Voeckler o Virenque. Misma escuela.
Cerró su trayectoria con 21 victorias, todas en suelo francés, participando en 15 ediciones del Tour y curiosamente en ninguna de Vuelta o Giro. Un ciclista con un concepto un tanto chauvinista, si se puede decir, y que tuvo algún que otro momento de gloria, pero más en la expectativa de lo que podía ser que en lo que en realidad fue. Este espigado ciclista posteriormente pasó a los micros de Eurosport y ha protagonizado alguna escena curiosa, como declararse más suizo que francés en sentimiento, obteniendo la nacionalidad incluso. Asesor, embajador de marcas y más tarde mánager del Philippe Wagner Cycling. Puestos de los que está siendo apartado tras su reciente detención acusado de violencia doméstica, una nueva, triste y oscura marcha en el historial del ciclista francosuizo.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Sirotti