Hay una forma indiscutible de descubrir los encantos ocultos de una zona. Las vías verdes, además, vertebran gran parte del tráfico de bicicletas y animan a su uso entre los vecinos o visitantes, ya que a los cero riesgos por la exclusión del tráfico rodado en la mayoría del trazado, el brillante y verde paisaje que acompaña harán de la travesía por este carril ciclista una experiencia a recordar.
Con apenas 200 metros de desnivel entre una punta y otra, la Vía Verde del Pas es una de las más recomendables del norte. Por su paisaje, completamente verde y acompañado de un menú degustación de lo que es Cantabria: desde sus ríos siempre corrientes a sus prados repletos de vacas, ovejas, cabras… Y, lo mejor de todo, es que pese a que sí es utilizada cada vez por más y más personas, no ofrece imágenes como la superpoblada ‘Senda del Oso‘ asturiana, que en épocas vacacionales multiplica por varios dígitos su tránsito. La Vía Verde del Pas tiene, por el momento, también ese encanto de sentir el espacio y el poder transitar sin la obligación de esquivar a usuarios de la vía de forma constante.

Una de las ventajas del uso de este magnífico carril bici, completamente integrado en la arquitectura de las localidades que atraviesa, es que permite viajar entre las localidades cercanas con facilidad. Es más, evitar durante un gran tramo el tráfico rodado es una ventaja incluso para ciclistas de nivel más avanzado. Este transcurrir paralelo a la Nacional que da acceso a puertos como el Escudo o los famosos Valles Pasiegos aporta conectividad con puntos estratégicos muy importantes del valle. Incluso conectarlo con un parque tan famoso y popular como el de Cabárceno, por el que también es recomendable el uso de la bicicleta (si se está en una buena condición física, por lo orográficamente exigente de las rutas a trazar en él), aunque de este Parque hablaremos en otra ocasión en detenimiento.
El discurrir del Pas y los abundantes y espectaculares prados no son el único atractivo. La arquitectura es un buen valor añadido. Edificios típicos de construcción cántabra, casonas, algunas casas particulares de construcción muy interesante, y alguna sorpresa, como un acueducto en los alrededores de Santiurde con un merendero contiguo, o algunos puentes, como el construido en hierro que cruza el río a la altura del ajetreo de alguna empresa maderera.
Con tener en cuenta que la cuesta abajo tan agradable es merecedora de un buen esfuerzo en sentido inverso, tenemos toda la previsión de peligros hecha. Tanto fuentes como la cercanía de los pueblos ofrecen garantías y soluciones ante cualquier eventualidad. Incluso en días de calor, no muy abundantes, hay sombras en parte del trazado para protegernos del sol. Si éste se esconde tras las montañas, tendremos partes iluminadas, a tener en cuenta que no es la totalidad de la Vía, eso sí. También los constantes cruces de carreteras que apenas tienen tráfico. Pese a que la visibilidad es buena, no está de más tener cuidado.
Muy recomendable, por tanto. Una experiencia que da ganas de repetirla en cuanto se tenga ocasión. La levedad del trazado hace que se disfrute el pedalear, siendo éste prácticamente llano, sin pendiente relevante alguna más allá de algún puente. Tan bonito que parareis mil veces a tomar fotos. Os lo garantizo.
Escrito por Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)