La expresión “farolillo rojo” está asentada en el vocabulario popular para designar al colista, al último de una clasificación en cualquier deporte. Un término que nació y creció en el ciclismo y que se ha extendido a otras disciplinas, siendo ahora habitual en las retransmisiones de fútbol o atletismo, por ejemplo.
En francés, “lanterne rouge” comenzó a utilizarse como etiqueta del último clasificado de la general del Tour de Francia. La razón de esta denominación la encontramos en el léxico ferroviario, uno de los más ricos a la hora de ofrecer términos al argot ciclista (“treno“, “vagón de cola”, apodos como “Locomotora”, “Expreso”…). Parece ser que la luz roja se utilizaba para indicar la cola del último vagón del tren, por lo que fue fácil asociarlo a aquel que cierra la clasificación de una prueba. El peso del idioma galo en la historia del ciclismo ha hecho que, por ejemplo, en inglés se prefiera la expresión francesa a la traducción “red lantern“.
En un deporte en el que la gloria es para unos pocos, pero en el que los gregarios sufren más que nadie para ver cumplido el objetivo de su jefe de filas, ser el último no es para nada una humillación. Terminar ya es muchas veces una hazaña. Y algunos lo convirtieron incluso en un negocio. En Italia, por ejemplo, otro color pasó a señalar al colista, pues el farolillo rojo se convirtió en “maglia nera” a finales de los años 40, distinguiendo con ese “honor” al más lento en completar el Giro dentro del control. De ahí nació una rivalidad por la cola entre el “especialista” Luigi Malabrocca y Sante Carollo, que ha dado lugar a muchísima leyenda y literatura.
En el Tour de Francia, gran escaparate para todos los ciclistas por ser la prueba reina, los farolillos rojos también han encontrado su sitio en la historia. No en vano, esa peculiar etiqueta ayudaba a encontrar hueco en los codiciados critériums y kermesses posteriores, asegurando unos jugosos ingresos extra.
El plusmarquista en estas lides es el belga Wim Vansevenant, quien logró nada menos que tres farolillos rojos en las ediciones de la Grande Boucle de 2006 a 2008. El belga, padre del actual corredor de Quick Step Mauri Vansevenant, logró terminar delante del coche escoba, salavndo fueras de control y sufrimientos en montaña, formando parte de un equipo Lotto donde compartía espacio con estrellas como Cadel Evans o Robbie McEwen. Un equipo Lotto que es también el curioso dominador por escuadras en estas lides, añadiendo recientemente a esa lista tan a juego con su maillot al alemán Roger Kluge en 2020 o al velocista aussie Caleb Ewan en el reciente julio de 2022.
En clave española se da la curiosidad de que en nuestra Vuelta a España el rojo define actualmente al primer clasificado (jersey rojo) y al último (farolillo rojo). Cinco han sido los corredores de nuestro país que han “logrado lucir” ese farolillo rojo en el Tour. El primero fue José Herrero Berrendero, gregario de Bahamontes y sobrino de una leyenda de nuestro ciclismo como Julián Berrendero, en 1960. Faustino Cueli en 1981, Fernando Quevedo en 1992, Igor Flores en 2002 e Iker Flores en 2005 completan el repóquer. Curiosamente los navarros ex de Euskaltel son los únicos hermanos en el peculiar libro de oro.
Mucho se ha producido, escrito y reflexionado sobre el arte de ser el último. Como recomendaciones proponemos el libro “Lanterne Rouge”, de Max Leonard o el documental “Farolillos Rojos” de la serie “Los Otros” de Movistar +.
Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Foto: A.S.O./Pauline Ballet