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Cicloturismo: Col de Turini, un mundo alpino de rally y bicicleta

El mítico y conocido Col de Turini, que trasciende a lo ciclista por ser una carretera utilizada para disfrutar del mundo de los rallies y de alguna que otra obra cinematográfica, es uno de los puertos más espectaculares y bonitos de esos últimos coletazos de los Alpes en su acercamiento a las costas de Montecarlo y Niza. Junto a las fronteras italianas, esta montaña ofrece encantos por muchas vertientes, desde el paisaje, en mezcla con el clásico árbol bajo del Mediterráneo y una transición hacia el paisaje de alta montaña.

El recorrido es precioso, por una carretera no precisamente muy ancha ni excesivamente fina para rodar. Eso endurece el tránsito hacia esta cima, no muy alta porque a diferencia de los valles alpinos empieza a una altitud reducida. Desde Sospel, que es la vertiente de las tres que salen de la cima que vamos a afrontar. Son unos 24 kilómetros desde la localidad gala, desde la que parte la subida al más leve Col de Braus, hasta este Turini, que domina los valles como el gran coloso que es.

Sus últimos 11 kilómetros son los más duros, sobre un 7% de pendiente media. Números de buen puerto, con el añadido de que en su arranque se llevan ya 12 en las piernas, con una zona dura y constante y algún que otro descanso. Una vez pasamos la iglesia de Notre Dame de la Menour el puerto afronta un tramo prácticamente llano hasta que se pasa la localidad de Moulinet. Es ahí cuando el rock&roll comienza y el trazado se vuelve rabioso.

Antes se atraviesa un desfiladero precioso que es un espectáculo visual, aunque mejor no despistarse con las curvas y los cortados, que darán un poco de vértigo… En el tramo importante del puerto se enlazan bastantes herraduras. Las horquillas se apoderan del puerto y a base de estas curvas cerradas se vislumbra bien lo ascendido. No es que antes no nos encontremos, que las hay, sino que aquí el trazado se vuelve más inesperado, más salvaje, sin llegar en momento alguno a perder las buenas condiciones que marcábamos anteriormente.

Empieza a aparecer alguna muestra de humedad en las zonas umbrías, con alguna zona de bosque más intenso y sombra para protegernos de altas temperaturas. También atravesamos un pequeño túnel, pero en general el ascenso permite de todo menos el aburrimiento. A sus rampas hay que ir añadiendo los vistazos al paisaje, que son imperdonables. En la parte alta ya se observa que la vegetación de árboles va menguando, aunque como el puerto se queda en los 1600 metros de altitud, no llegaremos a esas alturas.

Eso sí, no cabe duda de que estaremos acercándonos al paso de montaña, donde existen instalaciones hosteleras que nos permitirán hacer un alto en el camino. La bajada es peligrosa por esta vertiente, debiendo tomar precauciones. En cambio, lo positivo es que habremos ascendido por ella y conoceremos mejor sus recovecos más comprometidos.

Existen otras dos vertientes para ascender hasta el Col de Turini, aunque ésta es la más famosa. En la zona las alternativas y combinaciones son ricas en puertos de montaña. Todos los puertos costeros, como Braus, Madone, Castillon y los alrededores de Niza entran en una ruta no excesivamente larga, pero dura por desnivel acumulado, por supuesto. Son zonas montañosas que obligan a acumular metros positivos.

Hacia el lado italiano hay conexión desde la base con el Colle di Tenda. En todo caso, las caras norte del coloso tienen conexiones con auténticos laberintos, por lo que es fácil que demos con una ruta de mil encantos y con numerosos descubrimientos.

Enlace a reportaje y galería completa del puerto en 1001puertos.com

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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