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Cicloturismo: Col de Vars, la joya de la Alta Provenza

Al norte de este Departamento francés se encuentra el mítico Col de Vars. Una montaña a la que se accede a través del paso que no es excesivamente duro, pero que sí tiene ese encanto de los Alpes, con colores característicos de la alta montaña, la carretera ‘a la antigua’, sin señalización horizontal y con una trazado precioso, de esos que hace que se disfrute del ascenso a un puerto que para un profesional es en la teoría bastante llevadero, pero que para un cicloturista es un reto bastante más serio. Más aún si lo ponemos en combinación con algún col vecino.

Hablamos de 14 kilómetros de subida desde el entorno de Jausiers, donde dan comienzo otros ‘monstruos’ como La Bonette, Larche o el Parpaillon, puerto espectacular y sin asfaltar que transcurre paralelo al que nos ocupa en esta ocasión. En realidad, de puerto en sí serían únicamente los últimos nueve. Los últimos cinco arrojan una media del 9%, pero el resto se instala en un 7%, que también es una cifra muy respetable. El descanso intermedio y alguna zona más cómoda en esa primera mitad hacen que la pendiente media disminuya su nivel. Pero que nadie se engañe, el puerto es muy duro.

Conforme vamos subiendo por el valle que escarba el río Ubaye, alcanzamos la localidad de Saint Paul sur Ubaye, donde tomaremos el giro a izquierdas que después de unos kilómetros de ascenso más o menos leve a tramos nos permitirá iniciar las rampas más serias de Vars. De seguir recto afrontaríamos otra subida, la de Maljasset, mucho más suave. Aunque con mucho encanto, eso sí. Vars empieza serio, con rampas del 8-10% antes de suavizar un tanto y afrontar más de medio kilómetro totalmente llano. Una vez llegamos a la pequeña localidad de Mélezen, empieza lo duro.

Rampas del 11% y en ningún momento inferiores al 8. Sin descanso, aunque ya restarán menos de cinco kilómetros a la cima. Es terreno abierto, sin demasiado árbol y donde se gana altura muy rápidamente. Las vistas empiezan a convertirse en postales y el puerto a desgastarnos también por la altitud, que supera los 2100 metros en la cima. En la misma nos encontramos el clásico cartel y un poco más allá, ya metidos en la vertiente opuesta, con la estación de esquí de Vars, con numerosos telecabinas y rutas de todo tipo para disfrutar de la bicicleta o del senderismo en verano y del esquí en invierno.

El asfalto se encuentra en buen estado en general, con zonas de asfalto más nuevo de recientes reasfaltados. Al tratarse de un puerto muy transitado en invierno debido al acceso a la estación, suele estar bien cuidado. En verano, te cruzarás con más motoristas. Aún así, alguna grieta nos podemos encontrar, como en cualquier otra subida. El viento es otro factor a tener en cuenta, así como la exposición al resto de elementos, puesto que las sombras son escasas una vez pasada la localidad de inicio.

En esta vertiente te encuentras varias curiosidades, como la capilla de Sainte Marie-Madeleine, a mano izquierda en nuestro ascenso. También un restaurante en la cima, y un merendero en el lado opuesto de la carretera. Hay un aparcamiento bastante amplio que es un buen lugar para asentar el campamento base antes de afrontar este puertazo. En el descenso hay que tener precaución por la velocidad que se gana, y el trazado no esconde curvas con gran peligro, pero precisamente eso no nos debe permitir confiarnos. Es un puerto para disfrutar en ambos sentidos. Siempre con precaución.

Reportaje más amplio en 1001puertos.com

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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