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Cicloturismo: La Fauniera, leyenda y misterio de la montaña italiana -por Pradleves-

Nos vamos hasta Italia, a la región del Piamonte más concretamente, para explorar La Fauniera, uno de esos puertos que dan respeto sólo con pronunciar su nombre. Y no es para menos, porque el breve recuerdo que el mundillo del ciclismo posee sobre esta cima viaja entre el misterio de haber vivido aquella jornada desde el sofá o el pánico de haberla subido en bicicleta y saber lo duro que es este deporte y subidas top como es el caso de La Fauniera.

Hablamos de un puerto comparable a las grandes subidas europeas que todos tenemos en la cabeza, con el añadido de que el asfalto está en regular estado y que lo estrecho de la carretera da respeto en la subida, como para imaginar la bajada. Por un lado, es mejor bajarlo con niebla para quitarse el miedo a la profundidad de los valles que nos acompañan. El paisaje es espectacular, desolador cuando desde abajo avistamos por dónde tenemos que ir ascendiendo. Estos valles tan empinados echan la niebla con mucha más facilidad. Ojos que no ven…

Esta vertiente de Pradleves es una de las tres variantes que nos van a permitir llegar hasta la cima. Tenemos la de Ponte Marmora, al norte, que coincide con esta que nos ocupa en el Colle Esischie, y la sur, la que asciende desde Demonte y que podríamos considerar la “más” sencilla, si es que puertos a este nivel pueden catalogarse de esa manera.

El asfalto es transitable, aunque la estrechez de la calzada nos dará vértigo. Hay trozos más irregulares, con capas superpuestas de asfalto que deberemos recordar a la hora de descender. Y hacerlo con suma precaución, que un puerto como este no perdona ni subiendo ni bajando. Hablamos de un esfuerzo por esta cara de unos 18 kilómetros de longitud, si bien el puerto viene remontando desde el fondo del valle durante unos 30.

Pasado Pradleves, remontando una carretera todavía en muy buenas condiciones y discurriendo paralelos a un pequeño río, nos acercamos a las proximidades de Campomolino. Ahí la pendiente, que ya se había puesto seria a 16 kilómetros de la cima, nos sorprende con los primeros kilómetros por encima del 10%. Hasta pasar junto al Santuario di San Magno la pendiente se ubica en esos porcentajes y nos irá machacando progresivamente. El firme va empeorando y dando paso a una carretera más irregular y más estrecha.

Y que no deja de subir endiabladamente hacia la cima, a casi 2500 metros de altitud. Los 1500 metros de desnivel a superar son muestra de la dureza de esta ascensión, que sólo nos regalará un descanso de apenas un par de centenares de metros. El resto, sobre el 9 y el 10, como bien se puede ver en el gráfico. Llegamos al Colle Esischie y desde ahí, ya sin niebla, podemos observar la profundidad del valle que estamos remontando con nuestra bicicleta.

Son los kilómetros más escénicos, aunque toda la subida, a decir verdad, permite vistas de lo ascendido. No hay arboleda y prácticamente desde abajo podemos sufrir lo que nos queda y observar nuestra gesta, que iremos logrando poco a poco. Más allá nos espera la cima, con un pequeño monumento a Marco Pantani en recuerdo de aquella etapa del Giro de Italia de 1999, y la impresión de no querer bajar nunca de esa ligera explanada.

La cima de este puerto es rica en historia. En realidad se conoce como Colle dei Morti (Collado de los Muertos). Se debe a las batallas que españoles y franceses libraron contra sus enemigos itálicos durante el siglo XVIII y que sembró estas montañas de sangre y cadáveres. Una tétrica y oscura leyenda que ha rodeado siempre a esta carretera de origen militar que ahora es acumuladora de recuerdos ciclistas y cicloturistas.

Reportaje completo en 1001puertos.com

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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