Lo que antiguamente se consideraba una explotación minera, se conoce hoy como ‘Cima Chechu Rubiera‘. Desde que se asfaltase y se incluyese en la Vuelta a España, esta subida asturiana ha cobrado gran fama. No está entre los puertos más nombrados, pero sí entre los más ascendidos, sin lugar a dudas. A nivel cicloturista es un reto y un gustazo para mejorar nuestra forma física. Sí, hay puertos más bonitos en la zona (estamos en Asturias), pero este goza de amplias panorámicas y tiene sus encantos, desde luego.
Justo al pie de la Colladona, un clásico en la zona, arranca esta subida, de unos diez kilómetros de largo y un 8,25% de pendiente media. El desvío se encuentra en la carretera que recorre el valle y se dirige al Puerto de San Isidro, ya lindando con la provincia de León. Un inicio que no permite ya relajaciones, ya que la pendiente se sitúa en el 8% y será así hasta que alcancemos la pequeña explanada de la cima.




Enseguida nos daremos cuenta de dónde estamos, con el enorme cartelón que anuncia el puerto. La carretera marca el centro de la calzada, pero no es exactamente tan ancha como para que dos coches figuren a la vez. Hay cartelones a lo largo de la subida para indicarnos cuánto queda a la cima y qué porcentaje nos vamos a encontrar, lo cual es de agradecer para ajustarnos las fuerzas al terreno que tenemos que escalar. Aunque en este caso, al ser un ascenso tan homogéneo se puede hacer psicológicamente muy duro para los que lleven mal eso de los ritmos continuados.
No habrá grandes curvas de herradura, a excepción de la parte final, justo antes de coronar. Curvas muy abiertas que permiten ir viendo lo que queda de tramo, lo cual mentalmente ayuda muy poco a marcarse pequeñas metas. Las pendientes máximas rondarán el 12%, sin picos extremos ni descansos. El tramo más fácil es el inicio, con 500 metros al 7%. Lo más duro son los últimos mil metros, con un porcentaje medio superior al 9%.




Existe fuente en el paso por Carrocera, la única aldea de la subida. El firme se encuentra bien y pese a algún tramo corto más rugoso, no ofrece problemas. En la bajada habrá que tener en cuenta ese aspecto, aunque como lo tendremos fresco en la memoria, recordaremos los tramos más complicados para ser cautos. El resto de la bajada es muy rápida, pese a que las curvas constantes nos obliguen a maniobrar bien todo el tiempo.
La vegetación es abundante. En días soleados, los árboles protegerán a tramos parcialmente. En la parte alta ya simplemente se queda desprotegido y a merced del viento que suele soplar en el valle. Impresiona, por cierto, lo rápido que se gana altura. En la cima y proximidades, que se goza de visión sobre el valle en el que iniciamos a subir, podemos darnos cuenta de que todo el esfuerzo hecho ha merecido la pena. En apenas diez kilómetros acumular más de 800 metros de desnivel no es cualquier cosa.



En la zona hay más montañas para configurar una ruta magnífica de montaña. Si vamos con bicicleta de carretera, el más evidente será Colladona. No es muy largo ni tan duro como Cotobello, pero permite enlazar dos puertos de buen nivel. San Isidro es otra posibilidad, aunque el tramo de valle quizá mate un poco las ganas de subirlo.
Si decidimos hacer el puerto en MTB tenemos una posibilidad novedosa de la que ya hablaremos más despacio. Se trata de la subida a la Collá de Pelluno. Es territorio más de moto que de bicicleta, ya que las piedras sueltas dificultan, pero con MTB se puede ascender perfectamente. Un pequeño coloso a descubrir del que leeremos más adelante.
También existen más alternativas al otro lado de Colladona, que también tiene una vertiente espectacular para bicicleta de montaña, como Mozqueta, Colladiella o Faya de los Lobos, además de pequeñas carreteras que surgen en ambos costados del descenso hacia Pola de Laviana. Hacia Pola de Lena, en el otro extremo y contando con el tramo de valle, tenemos los clásicos Carabanzo, Cordal, Cobertoria, etc.
Reportaje más amplio de Cotobello y otras subidas en 1001puertos.com
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: 1001puertos.com