La conexión pirenaica entre España y Francia ha supuesto casi siempre una barrera física, pero también una excusa para acercarse a disfrutar tanto de un lado como de otro de todas las maravillas turísticas de la vertiente opuesta. El cicloturismo no es ajeno y ha hecho de esas conexiones por carretera lugares de peregrinación porque normalmente coinciden con pasos de montaña realmente interesantes. La mayoría de ellos, lugares para practicar ciclismo y disfrutar de la combinación del disfrute del deporte y del entorno.
Si hacemos un barrido empezando desde la costa cantábrica hasta las costas de Girona en el Mediterráneo contamos un total de 17 pasos de montaña del total de 27 enlaces por carretera entre ambos países. No son pocos y existe mucha diferencia entre ellos, en altitud, en tipología de puerto, en calidad de la carretera, también en la concatenación de ellos que permite para aprovechar el viaje y diseñar una ruta de montaña que te permita disfrutar de varios de estos puertos fronterizos.


Muy cerca de la breve frontera entre Guipúzcoa y Francia y ya en la navarra se eleva Ibardin, un más que interesante destino para nuestra bicicleta (incluso de montaña, ya que hay rutas muy bonitas en su entorno). La venta de la cima es siempre interesante y ofrece un rampón descomunal. Pronto habrá reportaje sobre esta maravillosa y aprovechable montaña. Paralelamente intercambia países el puerto de Lizuniaga. Ambos comparten la bella localidad de Bera de Bidasoa como comienzo en su vertiente española. Más interesante todavía a nivel cicloturista resulta quizá el Col de Lizarrieta. Los tres en un radio pequeño y accesible de una tacada.
El Puerto de Izpegui y sus bonitas herraduras son una interesante elección para conectar Erratzu y Saint-Etienne de Baigorry y Saint Jean Pied de Port, conocidísima localidad por el Camino de Santiago. El paso por Ibañeta de camino a Roncesvalles (al igual que el de Sorogain) y una zona de auténtica postal no llega a hacer frontera, pero sí lo hace el Col de Lindus. Una carretera estrecha que parte de la cima del puerto de Ibañeta y que sobre todo por su cara norte es un auténtico coloso. Pirineo franco-navarro en todo su esplendor, con carreteras estrechas que te harán sentir en un laberinto y paisajes tan verdes que te harán sentir en un sueño. Y silencio, mucho silencio.


Hay carreteras ciertamente escondidas, como la que asciende a Orgambide partiendo de Orbaizeta, escenario del paso año tras año de la Irati Xtrem. El puerto estrella junto a Larrau, también fronterizo, es Errozate. No llega a conectar un paso, pero sí que algún breve tramo se encarama a la frontera y sirve como tal. La Piedra de San Martín es un lugar privilegiado. Su bonito valle de Belagua permite un ascenso formidable y no exento de dureza. Curvas de herradura y alguna incluso helicoidal nos harán más entretenido el sufrimiento. En el lado francés, festival de vertientes a cada cual más dura. Pero si decides explorarlas, asegúrate de que tu estado de forma es mayúsculo, porque son todas durísimas.
Lo siguiente ya son los pasos de Somport y Portalet, ya en territorio aragonés. Por el lado español no ofrecen una gran pendiente, si bien es cierto que el francés sólo puede garantizar mayor longitud. En Aragón no hay excesivos pasos asfaltados, ya que el próximo será el Túnel de Bielsa, que en realidad no es un paso para bicicletas, además de ser ciertamente peligroso para el tránsito de éstas. Y es una pena porque ahorra muchos kilómetros y permite conectar dos zonas bellísimas como Ordesa o el valle de Plan con el corazón del Pirineo francés. La subida a Bielsa por su cara norte es muy interesante (y dura).


Se hablaba de la construcción de un paso o un túnel de Benasque a Luchon, pero parece que ese proyecto tendrá que seguir esperando. Ya en suelo catalán tenemos el conocido Coll del Portillón (Col en el lado francés). Más duro y bonito por Francia que por España, aunque no es una vertiente que haya que desdeñar ni mucho menos, con mucho encanto y panorámicas sobre el Valle de Arán. El port de Pause, en Francia, continúa hasta l’Aula ya en tierra, conformando un paso natural magnífico y muy recomendable. Pero no está asfaltado.
Atravesando Andorra y obviando sus conexiones por carretera (o camino) con España, nos situamos a su oriente, donde en Puigcerá no habrá conexión asfaltada a través de puertos de montaña. El más occidental será el gerundense y revirado Coll d’Ares. Desde ahí al Mediterráneo aún tendremos algún paso más, como el de Coustouges, un puerto realmente interesante por el lado catalán, si bien no es excesivamente duro. También próximo a La Junquera, mítico paso fronterizo, se encuentra el Coll de Manrella (Manrell en francés). Una zona preciosa que merece la pena atravesar, aunque a las vertientes española y francesa les falte un kilómetro por conectar por asfalto. Se puede hacer en tierra sin mayor problema.


El Perthus es uno de los pasos más conocidos, si bien altimétricamente no es excesivamente atractivo. Tampoco por la carretera tan transitada que lo atraviesa. Pese a encontrarnos muy cerca de la costa, aún quedan dos por señalar. El muy desconocido Col de Banyuls, entre Espolla (Girona) y Banyuls sur mer (Rosellón). Ciertamente empinado en su cara norte, la francesa, es un buen reto si estás por la zona de vacaciones y la bicicleta ha entrado en el maletero. Ya en la Costa Brava, en las proximidades de Portbou, la carretera que conduce a Cerbere es interesante, aunque de nuevo aquí la pega serán los coches, siendo una zona muy turística y transitada.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: 1001puertos.com