El eje pirenaico, la Nacional 260, intenta circunvalar la vertiente sur de los Pirineos. El Coll de Canes – Coubet comunica dos localidades con mucha solera catalana como Olot y Ripoll, ambas importantes aproximaciones a las montañas y a la frontera con Francia. Cruces de caminos y de combinaciones con otras montañas, en una zona abrupta al tiempo que encantadora y adaptable a todos los niveles. En el entorno de Olot se encuentra Collfred, Vallter 2000, Capsacosta, el enésimo Jou y las carreteras cementadas por encima de Ogassa. En el de Ripoll, la Creueta, Toses y todo ese enjambre de caminos al oeste de la localidad en sí.

Como nos encontramos en la N-260a, el tráfico irá en su amplia mayoría de la mano de la N-260, bastante más asequible a los vehículos y pese a ser menos directa y atravesar Sant Joan de les Abadesses acompañando al río Ter, más rápida para comunicar ambas localidades. Desde Olot parte esta subida perfectamente asfaltada y con más de 12 kilómetros de longitud. El porcentaje medio superará el 5% con claridad, pese a que la subida no será excesivamente dura. Es más, permite mantener un ritmo constante y subir a un buen paso.

Antes de nada, es mejor estudiar el perfil y comprobar que no hay ninguna rampa que supere el 10%. El kilómetro más duro asciende al 7%, mediado el puerto. No hay descanso. Una vez alcanzamos el Coll de la Coubet, encontramos desvío a la derecha, pero seguiremos por la misma ruta para encontrar el de Canes. La dinámica sigue en los mismos términos, con la pendiente sobre el 5-6% y ningún descanso esperando para nuestro alivio. Sólo la cima nos dará buenas noticias, porque ahí comienza la bajada, en un sentido o en otro.

Por su otra vertiente, tendremos un puerto diametralmente opuesto. Sí, es algo más largo, superando los 15 kilómetros y no encontraremos grandes rampas. Pero, a cambio, tendremos que ir ajustando el ritmo al punto kilométrico. Los primeros cuatro mil metros son difíciles, quizá la zona más dura pese a no pasar del 7% en ningún momento. Dos kilómetros llanos preceden la primera bajada, de otros dos kilómetros de longitud. Como el firme es ancho y está en perfecto estado, permite ir rápido. Desde ahí, nos espera una irregular sucesión de falsos llanos y descansos que sólo en la parte final nos dará sensación de puerto de montaña. Largas rectas alteradas en muy pocas ocasiones. Un mal compartido por ambas caras.

Es una aproximación todavía más asequible, no cabe duda. No estamos a una gran altitud (1120 metros sobre el nivel del mar), tampoco cerca de la costa, por lo que no la humedad ni el mal de altura nos deberían afectar. La arboleda no nos protegerá en días de calor, como tampoco lo hará en días de viento, que se pueden dar. Nos vamos a ir encontrando localidades en este lado oeste, a diferencia del opuesto, lo cual nos permitirá avituallar sin problema.

Lo más interesante de venir a esta zona es, además de conocer esta subida, perderse en las pistas que salen de la cima, como la cementada carretera que asciende desde Vallfogona de Ripollés. Incluso algún pequeño tramo paralelo a la carretera principal. Las posibilidades de la zona son impresionantes. Existe una tercera vertiente desde Sant Joan de les Abadesses por el Coll de Santigosa. Misma tónica, si bien la carretera es más revirada y algo más comarcal que la Nacional. Imperdonable perderse las localidades que forman este triángulo cuya cúspide es este Coll de Canes o de la Coubet.

Reportaje completo en 1001puertos.com
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: 1001puertos.com