Este Col o Colle de Gran San Bernardo es un auténtico gigante que da acceso tanto a franceses como a suizos a cambiar de territorio. Un paso de montaña notablemente elevado, a casi 2500 metros, y que es uno de los pasos asfaltados más importantes de toda la cordillera de los Alpes. Un hospicio corona el puerto, y fue creado en el siglo XI para atender a viajeros de uno y otro lado de la frontera italo-suiza. Una mole que ha sido incluida en algunas carreras como el Tour de Francia y que esta vez será la Cima Coppi del Giro de Italia en 2023. De camino a la estación de esquí de Crans Montana en una de las etapas más esperadas.


Hablamos de puertos mastodónticos, de muchísimo desnivel (cerca de 2000 metros por cada lado), con mucho tráfico por ser un paso natural de gran uso. Buena carretera, ancha, con un túnel que nos arrebatará todo el tráfico de golpe y que dejará los últimos seis/siete kilómetros para turistas en épocas vacacionales y para bicicletas. En la cima existe un bonito lago que da mucho color a la ya de por sí preciosa paleta que contemplan los picos colindantes.
Martigny espera a un lado, con un trazado que va superando bonitos paisajes a través de esta amplia carretera con alguna galería que atravesar que convierte al Gran San Bernardo en un puerto con cierto peligro. Y muy largo. 33 kilómetros por el lado transalpino, 44 si contamos los falsos llanos en el suizo. Es más duro por el Valle de Aosta, donde arranca este interminable esfuerzo hacia los cielos de los Alpes.




Vamos remontando laderas a base de kilómetros que rara vez superan el 7%. Vamos ganando altitud y lo notaremos por la ausencia de árboles a ciertas alturas. La pradera alpina añade mucha belleza a este ascenso, eso sí. Será inevitable soñar con vivir en alguna de las casas que se encuentran en estas localidades de paso, que parecen más sacadas de un cuento que una remota población en los Alpes. Una pasada… El ascenso es largo, pero dan ganas de ir parando cada poco a tomar fotos de cada punto de visión.
El firme va a ser bueno en casi todo el trayecto, perdiendo algo de limpieza en la parte final, donde alguna grieta y cierta rugosidad aparecen. Hablamos de un paso alto, por lo que el déficit de oxígeno creciente nos pasará factura sí o sí. Para ello, buena alimentación y un ritmo realista en los kilómetros previos. Y paciencia, porque se hace interminable esta auténtica mole. Este gigante de roca y césped.




En los alrededores podemos encontrar subidas, cómo no. El valle de Aosta, en el lado italiano, tiene puertos para aburrir (o para entretener, mejor dicho) y lo mismo sucede en el lado suizo, donde las estaciones de esquí abundan. San Carlo, Pila, Saint Barthelemy, y alguna que otra sorpresa en forma de subida poco conocida. En Suiza, lo más inmediato es el Champex, que es una buena alternativa si nos vemos con fuerza para evitar todo el principio de falsos llanos.
No muy lejos está el Col de la Forclaz, los ascensos a Verbier, Ovronaz, Nendaz y sus zonas altas, que esconden más sorpresas de lo que parece. Una zona para perderse una temporada y con la suerte de tener justo al lado una de las zonas más bonitas de los Alpes italianos como es Aosta. Aunque para pasar de un sitio a otro, ya sabemos cuál es nuestro coloso a superar.
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Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: 1001puertos // Foto de portada: Wikimedia Commons
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