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Cicloturismo: la Croix de Fer -por Saint Jean de Maurienne-

Hablamos de uno de los mitos de los Alpes franceses, la Croix de Fer. El Tour de Francia lo ha escalado en 21 ocasiones por sus diferentes vertientes, a añadir a las 14 subidas al Glandon, que es el punto más elevado de una carretera que comunica el valle de Maurienne con el de Oisans. Aproximadamente en su cima se encuentra la carretera que separa ambas cimas y que añade un pequeño apéndice de un par de kilómetros y medio.

Nos quedaremos con el viaje que conlleva escalar esta montaña desde el primero de ellos, que a su vez tiene dos caras, la que parte de la localidad de Saint Etiénne de Cuines y la que asciende desde Saint Jean de Maurienne, la que toca en esta ocasión. Hablamos de 30 kilómetros de subida, nada menos. El porcentaje medio no asustará, con un 5%. Números que nos pueden recordar a la ascensión a Sierra Nevada por la autopista, aunque la irregularidad del francés diferencia absolutamente una subida de otra.

Son tres subidas con descansos intermedios y dos leves bajadas de un par de kilómetros. Estos parones permiten recuperar las piernas y afrontar los tramos de subida con más frescura. Aún así, mejor no complicarse la vida y subir a un ritmo que podamos afrontar. Quitando esa primera parte, que sí tiene dureza para hacer daño, hasta llegar a los últimos siete kilómetros no dará mucha sensación de gran puerto.

Eso sí, conforme vamos ganando altura, los paisajes se abren y se tornan en una auténtica maravilla. En ese sentido merece mucho la pena, pese a que el tráfico de la primera parte puede ser intenso en épocas vacacionales. Al final es un auténtico enjambre de carreteras debido a las múltiples villas de montaña o estaciones de esquí y es lógico que las vías de acceso más evidentes desde el valle sea bastante transitada.

En lo que no habrá abundancia en la parte alta será de sombras, que brillan por su ausencia. El firme empeora un tanto, aunque a lo largo del puerto ha sufrido arreglos a lo largo de los últimos años. La carretera es ancha y pese a acumular algunas herraduras, si vamos con precaución, no es un descenso especialmente peligroso en cuanto a su trazado. Cuidado con el tráfico, sobre todo en las zonas bajas del puerto, donde hay peor visibilidad por la vegetación y más frecuencia a la hora de encontrarse coches y caravanas.

En la zona hay mucho atractivo cicloturista. Ya sin salirse de esta misma cara de la montaña, cualquiera de las variantes y vecinas de esta carretera merecen una visita, al igual que en la ladera opuesta del valle se encuentran los Lacets de Montvernier o el inicio de todo un Col du Galibier. Por no hablar de Alpe d’Huez, Madeleine y todas las joyas que se encuentran alrededor de esta cima, en pleno corazón alpino.

Enlace a reportaje completo de la Croix de Fer (en 1001puertos.com)

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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