Cicloturismo Recorridos

Cicloturismo: la dureza concentrada de Peña Cabarga (Cantabria)

Situado a apenas 15 minutos de Santander, capital de Cantabria, la subida a Peña Cabarga supone un espléndido mirador sobre toda la bahía de Santander y los valles colindantes que se introducen ya camino del Pas. Vecina del Parque Natural de Cabárceno, uno de los zoos más famosos de España, la subida hasta esta antena ha sido un clásico de los últimos años en la Vuelta a España o del Circuito Montañés. No son pocos los cicloturistas que se acercan hasta estas rampas que dan comienzo en las proximidades de la localidad de Heras. ¿Hay nombre más ciclista para comenzar un puerto?

Muy posiblemente estemos ante uno de los mayores retos que existan en las proximidades de la capital. Yendo un poco más lejos tenemos Estranguada o Alisas, pero carecen bien de la longitud o bien de la entidad que Peña Cabarga ofrece. Una vez tomamos el cruce en la N-635, la carretera empieza a encaminarse a la cima de una montaña que estaremos visualizando en todo momento, pese a que la carretera elegirá primero rodearla para después ascenderla de forma vertiginosa. Sobre todo en su parte final.

En total, son seis kilómetros con un porcentaje medio superior al 9%. Rampas del 12-13% esperando que nos las tomemos con calma, porque lo peor está siempre por llegar. Las vistas van siendo espectaculares sobre las localidades cercanas. En días claros la vista alcanza hasta los valles pasiegos. El verde prevalece y las sombras escasean. Puede haber viento por ser una zona muy abierta y cercana al mar, pero con tanta pendiente será hasta bueno por proporcionarnos una excusa para ir despacio.

Después de tres kilómetros muy duros viene un descanso nada más alcanzar un par de casas. Es un descanso largo, de más de medio kilómetro en el que la pendiente no llega a bajar, pero tampoco asciende apenas un metro. De pronto, todo lo bueno se acaba y empieza la zona definitiva de esta durísima ascensión. Breve, eso sí, pero empezaremos a descubrir que muy intensa. Echaremos pronto de menos esa primera zona de subida, donde la pendiente era elevada, pero en ningún caso violenta como en este tramo final que recién acaba de comenzar. Una auténtica tortura lo que nos espera hasta coronar, movidos y motivados por las ganas de disfrutar de las vistas que vamos ganando a nuestra espalda.

Nos recibe una imponente rampa del 18%. Son momentos críticos para las piernas, pues acabamos de permitirnos bajar la intensidad del esfuerzo y de pronto regresa de la forma más explosiva posible. Es preferible en este tramo ir con calma, adaptarse de nuevo a las rampas no ya de doble dígito, sino cercanas al 20%. Las curvas de herradura se irán sucediendo, y poco a poco iremos rodeando la peña que corona esta montaña. Por supuesto, entre rampas de doble dígito continuadas y sin descanso ya. Se puede contabilizar un kilómetro de gran dureza con una media superior al 13%. Palabras mayores.

La alcanzamos con impresionantes vistas de Santander y su entorno. En la explanada de la cima podemos disfrutar de un magnífico mirador y de un monumento en recuerdo a la Marina de Castilla. Pequeños grandes alicientes que nos entretendrán un tanto antes de bajar por donde hemos venido, porque no hay otro acceso hasta aquí. Antenas afean un pelín el paisaje, pero al menos dan un motivo para conservar tan bien esta carretera cuyo único fin es darles servicio. Por tanto, será un peaje que debamos pagar por mantener esta maravillosa atalaya sobre el mar.

Reportaje completo en 1001puertos.com

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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