Unos cardan la lana y otros se llevan la fama. Un dicho que nos vale para comparar las dos sierras principales de la Comunidad de Madrid. Compartidas ambas, por supuesto, con sus provincias contiguas. En este caso con la de Guadalajara, con los vecinos pueblos negros, bañados en pizarra, apartados del mundanal ruido, de las carreteras principales y las prisas más inmediatas. El hayedo de Montejo, la sierra del Rincón… muchos encantos por descubrir.
Los puertos no son excesivamente duros, las carreteras en general no tienen mal asfalto. Varios son combinables en una ruta circular, si bien acabarán doliendo las piernas de tanto subir y bajar. El puerto más exigente podría ser el de La Puebla, próximo a la localidad de mismo nombre. La longitud es relativa, dependiendo de si se cuenta la ascensión con los toboganes iniciales, que lo llevarían hasta los 27 kilómetros, o lo que se considera el puerto puro, con únicamente ocho, muy constantes y en rampa media en torno al 5-6%. El kilómetro más duro no alcanza el 7% por los pelos, si bien hay pequeñas rampas que superan el 10% a lo largo de toda la subida.
Otras subidas relevantes de la zona son La Hiruela, más explosivo y corto, y El Cardoso, una subida que no tiene gran dificultad, a decir verdad, y que permite disfrutar por el escaso volumen de tráfico. En todo caso, no esperemos grandes retos altimétricos. El calor, eso sí, en los meses estivales, se hará sentir. El viento en ocasiones se deja también caer por estos valles. Lo bueno, además, es que permite enlazar otros destinos urbanos muy interesantes, presentes en las inmediaciones y que son buen punto de origen para nuestras rutas.
Estirando un poco la terminología de Sierra Pobre, podemos añadir la zona del embalse de El Atazar y la carretera del Cancho de la Cabeza, que pese a no tener más dureza que los primeros cuatro kilómetros a la propia presa como zona dura, nos permite enlazar más o menos con uno de los destinos más turísticos de Madrid: Patones.
La subida a esta coqueta localidad es breve, pero intensa, con múltiples herraduras. La carretera continúa en pista de tierra, con posibilidad de adentrarse en la arcillosa sierra sobre la que Patones se asienta. Estirando la ruta, podemos enlazarla con los Pueblos Negros de Guadalajara: Majaelrayo, la Quesera y una zona de auténtico ensueño para el cicloturista.
Por supuesto, las conexiones no son las mejores, como tampoco lo son las comodidades para transitar en coche. Si no estás fuerte, desde luego que es una zona a evitar porque el desgaste es enorme. A base de repechos y puertos como estos, combinados, permite elaborar un recorrido de media montaña absolutamente espectacular.









Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: La Vega Cycling (@madrid_la_vega_cycling)