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Cicloturismo: Passo del Vivione, el estrecho de Lombardía

Ubicar el Passo Vivione es relativamente sencillo debido a que se encuentra en el corazón de los Alpes italianos. Si nos vamos al norte de los grandes lagos en torno a Bérgamo, comenzaremos a encontrar puertos no tan altos como sí lo serán después varias láminas de montañas más allá. Si consideramos que los Mortirolo, Gavia o Stelvio, las tres joyas de la corona, son demasiado para nosotros, el Vivione puede ser un buen punto medio, porque es un buen puerto, que nadie se lleve a engaño, pero sin llegar a ese punto de machaque que haga que un cuerpo mínimamente entrenado tenga que llegar al extremo.

Hablamos de unos casi 20 kilómetros al 7% por un lado y de 36 kilómetros por el otro en porcentajes más bajos, si bien los últimos nueve son los duros de verdad. Hablamos en este caso de la ascensión por la vertiente que comienza en I Fondi, si bien se podría estirar su inicio hasta Boario Terme. De camino a la localidad más poblada de Val Camonica tendremos los desvíos a los passos de Presolana y Croce di Salvén, lo que añade valor a una visita a la zona si queremos disfrutar de los puertos a lomos de nuestra bicicleta.

La vertiente dura, la que comienza en Forno Allione, va más en escalera durante sus primeros doce kilómetros. Los últimos siete, los duros, son más constantes entre el 9 y el 10%. Carretera estrecha donde apenas cabe un coche y a subir. Unos 1350 metros de desnivel nos aguardan por este lado. Unos 200 más por el otro, si bien esa dureza se diluye al ser el puerto muchísimo más largo.

Lo bueno de esta subida es el hecho de ascender por zonas muy arboladas. En días de calor o de frío, estaremos protegidos de los elementos, aunque el frescor que aporta la umbría desde luego generará cierta sensación de frío de por sí. Así que incluso en verano, unos manguitos no sobrarán. Después, una vez vamos llegando a las partes altas del puerto, la pendiente aumenta en el caso de ambas vertientes y los árboles dejan paso a la clásica pradera alpina.

Aquí el viento se puede dejar notar en mayor medida. Hemos ido enclaustrados entre la ladera y los árboles, ahora quedaremos desprotegidos a un lado, lo cual dará algo de vértigo. Si coincide un día de niebla, nos perdemos los magníficos paisajes del valle y montañas próximas. Tampoco nos viene mal perdérnoslos si a cambio tampoco vemos los profundos cortados que nos acompañan. Y que asustan.

Las curvas de herradura serán constantes en las zonas bajas. En la parte alta tienden a desaparecer. En la cara dura del Vivione tampoco hay demasiadas. Unas cinco grandes curvas jalonan el ascenso, siendo un puerto más rectilíneo.

La carretera y su escasa anchura nos darán la sensación de emboscada, de un puerto serio y duro. El firme está en general bastante bien. En el descenso, eso sí, hay que llevar especial cuidado. Las curvas permiten muy poco margen de rectificación en las trazadas. En caso de que el suelo esté húmedo, mucho más. No hay que olvidar la exhibición que Paolo Savoldelli realizó en la etapa que atravesó este coloso en el Giro de 2008 para distanciar a Di Luca en la general. Si entre ciclistas profesionales tienen problema para seguirse entre sí, qué no será entre no profesionales.

En la cima hay poco refugio, como en general vamos a encontrar a lo largo de las dos vertientes de este salvaje Vivione. Habrá que ir preparados para cualquier inclemencia que nos pueda preparar la alta montaña de Lombardía, que ya en estos profundos valles es bastante más impredecible.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos de Jorge Fonseca

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