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Cicloturismo: Passo Pampeago, la durísima subida de los Dolomitas

El mítico Alpe di Pampeago ha sido final de etapa en el Giro de Italia en varias ocasiones, con ciclistas de la talla de Marco Pantani, Gilberto Simoni, Pavel Tonkov o Roman Kreuziger, todo grandes escaladores. El Passo Pampeago se encuentra justo encima de la estación de esquí, continuando hacia un puerto de paso que lleva hacia el otro valle, elevándose sobre los cerca de 2000 metros de altitud.

Nos encontramos en pleno corazón de los Alpes, en los Dolomitas, en la provincia del Trentino, cómo no, en Italia. Es una de las subidas más desconocidas entre las muchas que gozan de gran fama por allí como la Marmolada, el Giau, el Pordoi, el Sella, etc. Sin embargo, esta montaña se esconde para remontar un profundo valle y llegar más allá del esfuerzo que los ciclistas estaban acostumbrados a hacer sólo hasta la estación de esquí.

El asfalto estará bien en todo momento y gozará de anchura para dos coches a lo largo de la ruta hasta la estación de esquí. A partir de ella, el firme se estrecha hasta más de la mitad, aunque el tráfico será prácticamente inexistente. Nos encontramos en Lago di Tesero, junto al río, donde comienza el ascenso. Son en total unos 11 kilómetros con un porcentaje medio del 9%, aunque el último kilómetro es prácticamente llano, por lo que podemos hacernos una idea de la dureza de la subida.

No vamos a encontrar las denominadas como ‘rampas de garaje’ en todo el recorrido, sino un puerto constante, de rampa sostenida entre el 12 y el 14% y que poquito a poco nos va a ir elevando sobre el valle que vamos remontando. Una de las características más definidas del Passo Pampeago es que es un puerto rectilíneo, sin grandes cambios de dirección, lo cual lo convierte automáticamente en un vía crucis como te coja el desfallecimiento. Desmoraliza no tener grandes referencias, más allá de la creciente cercanía del cordal de la montaña.

No habrá grandes sombras, pero sí que una vez pasada la estación, a unos 1800 metros de altitud, la única vegetación que restará será la pradera alpina que cubrirá toda la ladera hasta los altos picos que recortan la silueta del cielo en nuestros ojos. Un paisaje que ganará en belleza, con muchísimo más parecido con las subidas dolomítica que a todos nos vienen a la cabeza. El puerto desde aquí cobrará una dimensión que hará que nos haya merecido la pena la tortura física y psicológica de la primera parte.

La pendiente además baja un par de puntos, por lo que será bien sencillo disfrutar de esta parte. Aparecen las curvas, lo abierto del paisaje nos permite ir viendo qué nos queda y así nos permitirá ese frenesí que se acerca cuando un ciclista alcanza la cumbre. Eso sí, habrá que medir bien el esfuerzo, que ya serán muchos los kilómetros sobre el alambre de este durísimo Pampeago.

En el entorno hay multitud de colosos que explorar, lo que puede hacer que el viaje a esta región merezca la pena mucho más. Además de las vertientes opuestas de esta subida, con bajada por variantes distintas, las combinaciones con San Floriano y Lavazè añaden ese puntito de continuidad a cualquier ruta. El Passo Pramadiccio también está en la ruta, el de San Pellegrino tampoco queda demasiado lejos, el de Costalunga que ya conecta con otros colosos más del corazón de los Dolomitas, etc. Un entorno privilegiado que exige buena forma para visitarlo, pero que después te recompensa con los mejores paisajes y puertos tal vez del mundo.

Reportaje completo en 1001puertos.com

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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