Hablar del verdadero coloso asturiano es una afirmación que seguro quienes nos leen han leído en varias ocasiones. Lo cierto es que La Marta es uno de esos llamados puertos de paso, esos colosos que hasta ahora han sido muy afamados en los Alpes o los Pirineos, pero que hasta la fecha no lo han sido tanto a lo largo de la geografía española. Una lástima porque hay escondidas auténticas gemas como este puerto del que tratamos hoy. De nuevo en Asturias, tierra en la que la acumulación de colosos es el día a día, de nuevo un puerto inédito para el ciclismo profesional, como Cruz de Linares, como Ventana, como… otro pan nuestro de cada día. Ellos se lo pierden. Mientras tanto, los cicloturistas podemos disfrutar de estos lugares que aún no son tan transitados ni tan conocidos.
Nos trasladamos a esa zona infinita y algo difusa que es el Occidente asturiano. A la altura de Navia, si seguimos la costa, y junto a su río homónimo, nos desviamos de la autopista del Norte (A8) para tomar dirección Villayón por la AS-25. El tramo es trabajoso, con múltiples curvas, subidas y bajadas. Un buen calentamiento si lo realizamos en bicicleta. Conforme nos alejamos de Navia, el tráfico va desapareciendo. Muchos ciclistas consideran esta localidad de Villayón como el inicio real del puerto, aunque éste realmente tiene lugar en el cruce de la AS-35 con la AS-364, justo al pasar por encima del río Cabornel. Ahí empieza un ascenso que nos llevará unos 25 kilómetros en combinación de grandes rampas y descansillos sarcásticamente sutiles. Más bien descensos técnicos que en caso de regresar por esta misma carretera, porque llamarlo descenso se hace complicado, nos harán sudar la gota gorda.




La pendiente media rondará el 4%, si bien hay que compensar esos descensos pronunciadísimos. De hecho, de los 25 kilómetros de mirar al cielo, 6 ó 7 serán de descenso. El problema viene en esos tramos de ascenso. 14 kilómetros se van por encima del 9%. Una auténtica pasada. Una sucesión de altos que nos elevan hasta los 1116 metros sobre el nivel del mar. No parecen muchos, es cierto, pero al estar bien cerca del mar, las altitudes suelen verse afectadas. Los Lagos de Covadonga se encuentran a una altitud similar y bien que conocemos todos cómo se las gasta su subida. Apenas treinta mil metros separan la cima del agua.
Comenzamos en el giro a subir hasta Lendequintana. La capilla de este pequeño pueblo se encuentra junto a la carretera precediendo su cementerio y significa el final del primer alto, con cinco kilómetros al 9,5%. Ni un descanso hasta ahí y únicamente rampas del 10-12% nos dejarán las piernas de cartón piedra. Un descansito al paso por campo santo y un nuevo kilómetro en la misma tónica de dureza que los anteriores. Ahí sí que vendrá un descenso técnico y empinado (rampas del 15). Dos mil metros de descanso en los que deberemos ir alerta. Conviene ir comiendo, ya que está por venir la zona más dura de La Marta: dos kilómetros con medias superiores al 10% y rampas del 17%. Durísima zona en la que de ir un poco tocados ya será el lugar para absolutamente darlo todo. Un nuevo descenso nos llevará a la localidad de Bustantigo.
En esta localidad comienza el último tramo del puerto homónimo, que se corona tras algo menos de cuatro kilómetros de nuevo rondando el 10% y puntas del 12. Zona muy regular, pero durísima, eso sí. Coronamos el alto, para muchos un puerto separado de La Marta, si bien se encuentran ambos en la misma ruta sin otra solución que la buena compañía entre ambos. Los molinos de viento comenzarán a aparecer en el paisaje. El paisaje será en todo momento entre el verde clásico asturiano y los profundos valles alpinos o pirenaicos. Espectacular. Por momentos nos parecerá estar en otros parajes, como los Ancares o los Alpes italianos. Como el tráfico es escaso, nos dará la sensación también de haber entrado en otra dimensión.




En otra dimensión parece que entramos al descender durante dos empinados kilómetros desde el alto de Bustantigo. Llegamos a una nueva zona dura, con rampas del 12% y una vez coronada, el terreno suaviza por primera vez, con pendientes en torno al 4% y un terreno que ciertamente se podría considerar otra montaña diferente. Un leve descenso antecede el último arreón de La Marta, con dos kilómetros al 7%. Se corona en una insistente curva a izquierdas y apenas habrá espacio ni siquiera para parar. El cartel y para abajo de nuevo hacia Pola de Allande e iniciar allí el ascenso a El Palo, un puerto que ya trataremos. Desde la cima existen algunos caminos para MTB que incluso nos llevan a una laguna. La zona es espectacular.
En definitiva, un ascenso durísimo, con muchas fases para disfrutar y sufrir al mismo tiempo. Sin duda alguna, un auténtico paraíso para el cicloturista, con objetivos alcanzables en todo momento, sin acumular tramos demasiado duros o demasiado largos que termine por hacernos sufrir en exceso. Calma y poco a poco ascender hacia las cimas. Un desnivel superior a los 1000 metros son ya palabras mayores. En la zona, para aprovechar el viaje, existe mucha zona inexplorada, como la carretera que se desvía a la derecha a poco de coronar el alto de Bustantigo y que conduce a la aldea de Is. Desde ahí la pista sigue hasta perderse en las montañas. Una delicia para perderse. Eso sí, si se tienen fuerzas para después regresar al punto de partida.

También están los puertos del Palo, que es eterno, los altos del Segredal, el durísimo puerto de La Bobia, con múltiples vertientes por explorar. Algo más lejos está Tineo y las vertientes del alto de Bustellán. Hablamos de alta montaña, zona para tener piernas preparadas para esos impresionantes desafíos. La Marta por sí mismo es un puerto que ya nos va a exigir el máximo, con similitud con puertos alpinos como la francesa Croix de Fer o el Monte Grappa italiano.
Reportaje más amplio en Andalucía Cicloturismo
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos y altimetrías: Martín Cerván y Miguel Baeza (Andalucía Cicloturismo)
Visita virtual al puerto: